martes, abril 30, 2024
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Un modelo para la reforma policial

por Brett Murphy
Richmond Pulso

Nota del editor. En la década pasada, el departamento de policía de Richmond, California ha experimentado una transformación dramática. Debido a que los  departamentos nacionales buscan maneras de mejorar los lazos comunitarios a raíz de los homicidios policiales en Ferguson y Nueva York, Richmond se mantiene como  una plantilla prometedora.

RICHMOND, Calif. – El Departamento de policía de Richmond está experimentando una especie de renacimiento estos días, gracias en parte a décadas de reforma que han trasladado al departamento de un modelo de cumplimiento dirigido desde hace mucho tiempo a uno que se centra más en la construcción de confianza con el público.
Chris Magnus, jefe de policía de Richmond, tiene un mandato de nueve años, marcado con gestos como: una mano extendida a los residentes, visto como iluminado por unos y polémico por otros.
“Pero el mayor desafío”, dice Magnus, “ha sido el cambio de percepción de los miembros de la comunidad negra [tienen hacia la policía], aquellos que han experimentado un legado de desconfianza”.
Ese legado remonta décadas, hasta los golpes y caídas de 1980, cuando “los vaqueros” – un conocido escuadrón de agentes encubiertos de narcóticos – eran acusados regularmente de brutalidad, y más recientemente a la primera parte de la década de 1990, cuando la ciudad fue testigo de grabaciones de homicidios.
Más de dos décadas, y un puñado de jefes de policía más tarde, el crimen continuaba atormentado a Richmond cuando Magnus llegó al mando. En 2005, un año antes de que Magnus se hiciera cargo, hubo 40 homicidios.
“Cuando llegué aquí estábamos tratando con una tasa extraordinariamente alta de asesinatos, algo fuera de serie”, dice Magnus. “Los oficiales eran más gestores de crisis, pasando de una llamada urgente a la otra.”

EL departamento conmociona
Junto con el alto índice de criminalidad, la crisis-del departamento interno y el disenso saludaron al nuevo jefe. Tomó las riendas después de una serie de jefes intermedios, salvo la progresiva, pero de corta duración, estadía del jefe William Lansdowne en los años 90. Muchas  personas querían un cambio en el pasado, dice Magnus, pero la cultura de desconfianza y agresividad policial era demasiado divisivo.
Hace poco, siete oficiales afroamericanos lo acusaron de acoso racial y  discriminación en una demanda civil. Parte de la acusación era que Magnus había bloqueado las promociones de oficiales negros. El jefe argumentó que se estaba disolviendo el “sistema de amigos” departamentales que recompensaban las conexiones y la antigüedad de los oficiales, en lugar del mérito y desempeño. Magnus fue absuelto en 2012.
El capitán de la policía de Richmond, Marcos Gagan, dice que estas sacudidas tempranas y “disciplina inquebrantable” no eran más que una demostración de fuerza. Desde que asumió, Magnus ha degradado y despedido más oficiales que otros Jefes juntos en dos décadas anteriores, mientras que aumenta el tamaño de la fuerza de 155 a más de 195 funcionarios.
Uno de los primeros pasos de Magnus fue descentralizar la cadena de mando. A los Capitanes y otros puestos de mandos intermedios se les dio más responsabilidad. Magnus dice que incluso si sólo un oficial logra entrar y formar un enlace con un barrio, es una victoria para el departamento.
Ese trabajo parece estar dando sus frutos. En los últimos años, seguir un delito, o actividad sospechosa, consejos y testigos están más presente más que nunca, explica Magnus. También ha habido un descenso significativo de la delincuencia en general.
Según los datos de criminalidad en Richmond, el total de crímenes ha caído de 8.168 en 2004 a 5.961 en el 2013. Mientras que las detenciones totales (adultos y menores) han bajado de 3.532 en 2005 a 2.705 en 2014.
Richmond también vio una baja en el nivel de 11 homicidios el año pasado.
Un nuevo enfoque
La comunidad policiaca, anteriormente una táctica especializada enseñada en un puñado de oficiales, se ha convertido en el status de mandato en Richmond. Gagan dice que Richmond es uno de los pocos departamentos en el área de la bahía en implementar un “despliegue geográfico verdadero.” Esto quiere decir que los oficiales se les asignan beats permanentes y no pueden elegir nuevos cada año, como era el caso en el pasado.
Los policías asisten a las reuniones del consejo de barrio en sus áreas de cobertura. Ellos salen de sus unidades para pasear y conocer gente, construyendo así  dos vías de relación. A veces incluso dan sus números de teléfonos celulares.
Sergio Ríos, vicepresidente de la Asociación de Comerciantes de la Calle 23, dice que la prostitución junto al corredor de negocios, se redujo significativamente cuando la oficial Yesenia Rogers regularmente hacia acto de presencia y se manifestaba disponible para los propietarios de negocios hace dos años. “Yo puedo sólo llamarla cada vez que veo algo”, dijo.
Para ganarse la confianza de los barrios, RPD también ha desplazado fuerzas de la vieja escuela a la prevención policial. “Verbal de-escalada” ha hecho las esposas, porras y pistolas cada vez menos necesarias.
Bennie Lois Singleton, voluntaria de Ceasefire, dice que hace años tenía miedo de conducir incluso hasta la avenida de McDonald después de presenciar tiroteos en Nevin Park. Hoy en día, camina regularmente la ruta sin temor.
“Todo esto es debido a que la comunidad comenzó a interactuar con la policía, y viceversa”, dice Singleton, un viejo residente de Richmond.
“Nunca he estado tan a gusto con la policía”, añade. “Es algo totalmente diferente, cuando se llega a conocer a una persona, nos fijamos en ellos de otra manera”.
El jefe también introdujo nuevas tecnologías para ayudar con la rendición de cuentas. Cámaras corporales, control de vehículos, y el “equipo azul”, sistema de monitoreo personal, han sido claves en el desarrollo de funcionarios responsables. Estas nuevas y en tiempo real estrategias ayudan a los funcionarios a mantener  todo en orden. Las interacciones con los residentes, historias de quejas, e incluso las velocidades de las unidades están estrictamente monitoreadas y documentadas digitalmente.
“Ahora, hay consecuencias reales para el mal comportamiento y malos policías”, dice Magnus. Las consecuencias pueden venir en forma de un entrenamiento especial, promociones perdidas, degradaciones e incluso terminaciones. Sin embargo, el jefe dice que elige el refuerzo positivo para “conseguir que la gente haga  su trabajo de una mejor y nueva manera”.
Con la nueva tecnología, el departamento ha implementado nuevas reglas para lidiar con errores en la casa de investigaciones, como la del funcionario involucrado en el  tiroteo el año pasado, un despido relacionado con  corrupción, y una cacha de marihuana encontrada en la casa de otro oficial, haciendo todo esto público.
“Somos muy transparente y proactivos a la hora de lidiar con el mal comportamiento”, dijo el jefe. “La gente [en el departamento] no quieren cruzarse de brazos y dejar que el uno por ciento rompa la confianza con el público.

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