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Activista chicano celebra aniversario

por Edward Barrios Acevedo

Edward Barrios AcevedoEdward Barrios Acevedo

Hubiera podido ser tremendo mecánico de carros. Pero las fuerzas del momento que predominaban – el movimiento de derechos civiles, una guerra que bramaba en el extranjero, y un salto de fe en la educación reescribieron el destino de Armando Vázquez-Ramos.

Iniciándose en el mes de Marzo, y extendiéndose durante todo el año, un sinnúmero de eventos celebrarán los cuarenta años de lo que Armando y muchos otros de su generación consideran el nacimiento del Movimiento Chicano. El movimiento lo conectan con las marchas de 1968, cuando cientos de estudiantes de secundaria del este de Los Ángeles abandonaron las aulas en protesta.

Guiados por un joven maestro llamado Sal Castro, los chicos mexicano-americanos desafiaron a sus instructores y en muchos casos a sus padres, para protestar el racismo institucional y condiciones educativas injustas de sus recintos escolares. Sus acciones encendieron una llama que abarcó a adolescentes jóvenes y morenos por toda la región suroeste del país.

Este año Armando celebra en paralelo sus cuarenta años en la California State University, en Long Beach, que comenzó de dirigente estudiantil y que continúa como profesor activista. No da señales de desacelerase todavía.

“Mucho ha pasado desde entonces”, reflexiona el profesor robusto con anteojos. “Pero seguimos viendo una similitud con las condiciones que enfrentamos hace 40 año – una guerra impopular en el extranjero, ataques contra las libertades civiles, y una deshumanización continua de los inmigrantes y de los latinos”.

Ha habido tremendo progreso, admite, pero los desafíos están en todas partes, incluyendo altísimos índices de deserción escolar, postulantes universitarios mal preparados, estadísticas de retención inaceptables, y representación por desigual en casi todos los niveles de empresa y gobierno.

Hoy, comenta el profesor de Estudios Chicanos, lo que ofrece son afi namientos no de automóviles, sino de las vidas de los jóvenes mal servidos en este pueblo playero 20 millas al sur de Los Ángeles.

Durante un desayuno temprano, alcancé al profesor para preguntarle sobre el ambiente en el que se encuentra en el 2008.

“Mi misión hoy es la misma que fue hace 40 años – mejorar el nivel educativo de mi comunidad”, insiste.

Está de equilibrista, con una docena de proyectos, incluyendo la redacción de una historia detallada de la historia de los mexicano-americanos en Long Beach, para que lean las generaciones que le sigan.

A través de los años, Vázquez Ramos ha ayudado a miles de estudiantes.

Muchos vuelven a él como funcionarios electos, educadores y dirigentes de empresas, algunos buscando su consejo, otros simplemente para absorber las palabras de ánimo de un consejero de confi anza.

“El ver a los estudiantes lográndose como profesionales y haciendo obras de valor en sus propias comunidades es la gloria más grande de la enseñanza”, insiste.

Contra un telón de fondo de pobreza y escasez de personas a quién modelarse, Armando llegó a los Estados Unidos a los doce años de edad. Una buena meta a la que aspirar era ser obrero capacitado.

Sin embargo, cuando se graduó de la secundaria Lincoln, donde al año siguiente se incubaron las marchas estudiantiles, lo aceptaron a la California State University en Long Beach como parte de la primera clase del programa de igualdad de oportunidades en la educación, (EOP por sus siglas en inglés), en el año académico 1967-1968.

Hoy el programa EOP continua identifi cando a estudiantes con promesa que necesitan ayuda con la matriculación y la educación.

“Me cambió la vida”, reflexiona. “Me ha inspirado a hacer lo mismo para otros como yo”.

Razona que hay una correlación directa entre el éxito de los estudiantes y programas educativos que refl ejen el contenido cultural y étnico que los estudiantes latinos exigieron en las protestas hace cuatro décadas. Recuerda haber llevado a algunos universitarios de primer año a la escuela Lincoln para animar a los rebeldes a seguir con su misión de reforma.

“Es una lucha constante tratar de eliminar la ignorancia y el odio mediante la educación”, continua, haciendo explícito su punto fi nal: “Todos sacamos beneficio de la inversión. Les debemos a nuestros chicos el mismo esfuerzo y las mismas oportunidades que tuvimos nosotros”. Hispanic Link.

(Edward Barrios Acevedo es maestro y escritor independiente en Los Ángeles. Comuníquese con él a: Edwardfactor@yahoo.com). 2008

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