viernes, mayo 3, 2024
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Una nueva Cuba es nuestra movida

por Ricardo Chavira

Raúl CastroRaúl Castro

Por la mayor parte de sus 63 años, la nativa de La Habana, Carmen fue una “verdadera revolucionaria”.

Pero por estos días, su fervor ha sido desplazado por la rabia ante la aparentemente eterna y golpeadora pobreza. También está enojada con la indiferencia de Washington ante la plegaria de Cuba.

“¿Es esto una revolución?” pregunta con menosprecio, haciendo gestos alrededor de su casucha con suelo sucio. Su hija Yasmin es ciega. Carmen la cuida. Entre las dos  reciben el equivalente a $5 al mes de ayuda gubernamental, no lo sufi ciente para comprar la comida que es cada vez más cara.

Carmen no es la única que tiene difi cultades para salir adelante. Tampoco está sola en su exasperación ante la esclerosis política de La Habana y Washington. Se pregunta por qué Estados Unidos, un bastión de iluminación y generosidad, se ha apegado a su política de la guerra fría de aislar Cuba.

“No sé por qué (el ex Presidente de EE.UU. Jimmy) Carter y otros líderes actuales no están actuando ahora. Es momento de que Estados Unidos haga algo distinto aquí. El embargo es como un pie en nuestros cuellos. ¿Por qué no intentar hablar con los líderes cubanos?”, se pregunta.

No es sorprendente que el Presidente Bush no está dispuesto a hablar. En un discurso el 7 de marzo lamentó que apenas un puñado de países se haya unido a Estados Unidos para aislar a Cuba.

Mientras, gran parte del resto de altos funcionarios de ayuda para el desarrollo dijeron en una reciente visita a Cuba que él trabajaría para que EE.UU. eliminara las sanciones diplomáticas.

“Creo que existen las condiciones necesarias para abrir una nueva era en las relaciones”, dijo Louis Michel.

La mayoría de los líderes mundiales han deducido lo que Bush y muchos funcionarios de Washington están ignorando. Fidel Castro está muriendo. Su hermano Raúl es ahora el jefe de estado y probablemente pondrá en marcha algunas modestas reformas económicas.

No se espera que Raúl, severo y difícil como político, juegue más que un rol de transición. Los funcionarios cubanos y norteamericanos dicen en privado que una coalición medianamente reformista manejará el país, probablemente en unos pocos años. El Ministro de Finanzas, Carlos Lage y el Jefe Legislativo Ricardo Alarcón generalmente son mencionados como parte de este grupo.

Independiente de cuál es la alineación, un importante cambi en Cuba es inevitable y se acerca rápidamente. La ansiedad popular se palpa y está aumentnado. Cuando los hermanos Castro se vayan, una cosa es segura. El pueblo cubano, callado por mucho tiempo, va finalmente a hacerse escuchar.

Quieren ganar lo suficiente como para alimentar a una familia. Las magras raciones de alimentos no son suficientes. La mayoría de los bienes de consumo tienen su precio en los llamados pesos convertibles o chavitos, fijados en 20 centavos más que un dólar norteamericano. “Este sistema es loco”, alega la dueña de casa Marina San Martín. “Es imposible comprar lo que necesitamos”.

Los líderes cubanos están cautelosos en relajar los controles políticos, mientras Washington mantenga una política cuyo objetivo es reemplazar el gobierno actual. Esto ha sido subrayado por varias operaciones secretas para subvertir el régimen y, por supuesto, el embargo comercial y de tránsito más largo en la historia moderna.

Los aumentos de salario y los envíos de dinero ilimitados, severamente limitados por las sanciones de EE.UU., ayudarían mucho. Washington podría permitir los viajes sin restricciones para los cubano-norteamericanos, que podrían traer dinero y bienes de consumo a sus familias. Esto sería un importante primer paso hacia un cambio pragmático. Traería buena voluntad para Estados Unidos, que no ha desaparecido.

Es hora de comprometer a Cuba. Los funcionarios de La Habana están ansiosos por sentarse con sus contrapartes de EE.UU. para solucionar las diferencias que han hecho de los cubanos nuestros vecinos más distantes. A cambio de eso, Bush y otros tradicionalistas hablan sólo de la necesidad de devolver la democracia a Cuba. Esto es lo que dijo Bush en su discurso del 7 de marzo: “Hace pocas semanas, los informes del supuesto retiro del dictador cubano incialmente llevaron a muchos a creer que ya era hora para Estados Unidos de cambiar nuestra política hacia Cuba y mejorar nuestras relaciones con el régimen. Este sentimiento es exactamente al revés. Para mejorar las relaciones, lo que debe cambiar no es Estados Unidos, lo que debe cambiar es Cuba. El gobierno cubano debe comenzar un proceso de cambio pacífico hacia la democracia. Deben liberar a los prisioneros políticos. Deben respetar los derechos humanos de palabra y acto, y pavimentar su camino hacia las elecciones libres y justas”.

Estos sentimientos reflejan, a lo más, buenos deseos. En el peor sentido, son ilusos. Dada la asediada mentalidad en La Habana, los líderes no se abrirán políticamente hasta que estén en camino hacia la normalización con Washington. Eso no ocurrirá hasta que suceda algo revolucionario: dos antagonistas que se sienten y conversen.

La tragedia de Cuba continuará hasta que eso suceda. Hispanic Link.

(El columnista colaborador de Hispanic Link, Ricardo Chavira ha visitado Cuba más de 40 veces como corresponsal y está escribiendo un libro sobre el pueblo de la isla. Enseña estudios latinoamericanos en la Universidad de California y periodismo en California State University-Fullerton).

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