por Javier Sierra
Para millones de consumidores, el viaje semanal a la gasolinera se ha convertido en el equivalente a una visita al dentista.
Mientras escribo estos renglones, el precio promedio de la gasolina ha batido un nuevo récord y ya se encuentra en los $3.28 por galón. En 2007, la inflación superó el 4 por ciento, debido en gran parte al encarecimiento de los combustibles.
Según un reciente sondeo de CNN/Opinion Research Corp., el 72 por ciento de los encuestados respondió que el aumento de los precios de la gasolina les ha causado dificultades económicas. El 64 por ciento dijo que ha tenido que reducir el uso del carro y el 5 por ciento que ha tenido que dejar de usarlo.
Pero, según el estudio, el impacto se ha extendido a otras áreas. El 33 por ciento dijo que están reduciendo sus gastos en alimentos y medicinas, mientras que el 57 por ciento teme que tendrá que hacer lo mismo. Casi la mitad indicó que ha reducido su consumo de calefacción y electricidad.
Durante un reciente grupo de discusión realizado por el Sierra Club entre latinos, una de las frases más frecuentes de los participantes fue, “cada vez que pongo gasolina en el carro, me enojo”.
La frustración es palpable en todo el país ya que a todos nos toca pagar el pato por la incompetencia del gobierno federal, la desidia de las compañías automotrices y la codicia de la industria petrolera, cuyas ganancias en los últimos siete años superan los $100,000 millones.
Para aliviar su frustración y ahorrar en la gasolinera, déjeme darle unos cuantos consejos:
- Maneje sensatamente. Cuando maneja de manera agresiva, desperdicia combustible y pone a otros en peligro. Respete el límite de velocidad, evite las aceleraciones rápidas y las frenadas bruscas.
- Cuide su auto. Un auto a punto consume menos gasolina. Asegúrese que los filtros de aceite y aire se cambian con regularidad y que las ruedas estén siempre infl adas apropiadamente.
- Evite las horas pico de conducción. Cuando está atascado en el tránsito de hora pico, está malgastando gasolina sin ir a ningún sitio. Si es posible, trate de adaptar su horario de trabajo para evitar los embotellamientos.
- Invite a otros. Comparta el auto y los gastos con otras personas para ir al trabajo. Esto le permitirá acortar la duración del viaje al usar carriles para autos de alta ocupación (HOV lanes).
- Use el transporte público. Vea qué alternativas o combinaciones le convienen más y utilícelas.
- A pié o en bicicleta. En lugar de manejar a la tienda de la esquina, considere caminar o desplazarse en bicicleta.
Sin embargo, la medida más efectiva para ahorrar combustible está en manos de la industria automotriz —elevar el rendimiento de todos los carros y camionetas que se fabriquen en Estados Unidos. La Ley de Energía aprobada en diciembre obliga a los fabricantes mejorar el rendimiento de sus carros en un 40 por ciento. Pero esta industria tiene la tecnología necesaria para hacer mucho más.
La industria automotriz, y sus aliados en la Casa Blanca, se han opuesto a todos los cambios. Pese a ello y a raíz de las mejoras en la efi cacia adoptadas en la década de los 70, las muertes en carretera disminuyeron en un 50 por ciento.
Las excusas, y el petróleo barato, se han agotado. La administración Bush debe abandonar su política de incrementar la extracción de combustibles fósiles y comprometerse a liderar el camino hacia una política energética limpia y renovable que acabe con nuestra adicción petrolera.
Pero, como dijo el New York Times en un reciente editorial, para que esto ocurra, “la nación tendrá que reemplazar a los petroleros de la Casa Blanca”.
Javier Sierra es columnista del Sierra Club. Visite www.sierraclub.org/ecocentro.