por Emily C. Ruíz
Como eventualmente ocurrió con Vietnam, el involucramiento de EE.UU. en Irak está enviando a los hispanos en dos direcciones. Tal vez tres.
Los números cuentan parte de la historia. La más reciente encuesta del Centro Hispano Pew reveló que menos de un cuarto de los latinos (24 por ciento) 5apoyan la participación de las tropas de EE.UU. Es menos del 31 por ciento en 2006 y 39 por ciento en 2004.
Las cifras del Departamento de Defensa de EE.UU. muestran que los hispanos integran el 10.9 por ciento de las fuerzas armadas, más bajo que su porcentaje en el grupo etáreo elegible en las tres décadas del ejército voluntario.
Hay algunos como Jess Quintero, quien sirvió dos veces—una en el Ejército de EE.UU. y otra en la Fuerza Aérea—hacia el fi nal de la Guerra de Corea y hacia Vietnam.
Quintero, presidente de los Veteranos de Guerra Hispanos de Norteamérica, habla con orgullo de las contribuciones hispanas al defender los ideales mundiales democráticos desde la Guerra Revolucionaria.
Él recita los números de miembros de la familia, en generaciones más allá de los nietos, quienes respondieron a la llamada sin dudarlo.
También está Pablo Paredes, más recientemente un Ofi cial Petty de tercera clase y un técnico de control de armas de la Marina de EE.UU. Declarando su oposición a la invasión en Irak, se negó a abordar el USS Bonhomme Richard mientras se desplegaba hacia el Golfo Pérsico en diciembre de 2004 como parte de la Operación Iraqi Freedom. Fue dado de baja administrativa luego de servir tres meses en trabajos forzados sin reclusión y una degradación de rango. Ahora trabaja como educador de paz en American Friends Service Committee.
También hay un tercer y más grande elemento, tal vez que refl eja la actitud más amplia de la comunidad.
Este grupo no está reuniendo a amigos o familias para “salvar a la democracia”, ni protestando activamente contra el compromiso de EE.UU.
Pocos hispanos estuvieron visibles en las protestas anti-guerra, básicamente hechas por blancos, en todo el país este mes. Tampoco han formado grupos visibles contra la guerra, tales como aquéllos de la era de Vietnam.
Lo más memorable fuela marcha nacional de 1970 de Moratorio Chicano en el este de Los Ángeles, en la cual un vice comisario mató al director de noticias de KMEX-TV, Rubén Salazar con un misil blindado lacrimógeno.
En la Costa Este, los Puerto Rican Young Lords realizaron demostraciones similares.
Los latinos de hoy anti-guerra generalmente tienen antecedentes en activismo en la era de Vietnam, mientras un grupo más pequeño son padres de soldados que han muerto en conflictos más recientes en el Medio Oriente, dice Jorge Mariscal, profesor de estudios Chicano/Latinos de la Universidad de California, San Diego.
“Los latinos más jóvenes están involucrados porque ven el impacto de la guerra en sus amigos y el militarismo en sus escuelas con reclutamiento”, dijo, agregando que la razón por la que no haya más involucrados es por la falta de llegada que tienen los principles grupos contrarios a la guerra para atraer a miembros de color.
Hispanic Link.