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En el 36 aniversario de la Revolución Sandinista

DEL EDITOR:

Estimado lector:

El 19 de julio es un gran día para la patria que me vió nacer: Nicaragua. Fue cuando nació la esperanza de un nuevo día de libertad y progreso, luego de derrocar a una dictadura dinástica de 45 años que regía los designios del país como una finca privada y la gente se preparaba para dejar atrás la pobrez, el sufrimiento de una guerra y se encaminaba hacia la reconciliación entre nicaragüenses.
Pero hoy en día, otra familia se ha vuelto a apoderar del poder, y el actuar de la anterior dictadura se repite nuevamente, y a mayor escala.
Por eso hoy, en esta edición, le cedo el espacio del editorial a una proclama de una organización política que muestra un camino y llama al despertar de un pueblo que hoy se encuentra dormido mientras su país es vandalizado, su pueblo reprimdo y su libertad robada, pero más doloroso, su soberanía está siendo vendida al extranjero. Esta organización política es el Movimiento Renovador Sandinista. – Marvin Ramírez

El sueño de una Nicaragua linda inspira nuestro esfuerzo

Conmemoramos el 36 aniversario del triunfo de la Revolución Sandinista que representó una esperanza para el pueblo nicaragüense al derrocar a la dictadura somocista que había dominado el país durante 45 años. La voluntad de miles de jóvenes, muchachas y muchachos, la participación de la mayoría del pueblo, la unidad nacional y la solidaridad internacional, hicieron posible aquella gesta heroica y aquel momento.
Los nicaragüenses sufríamos por falta de libertades y democracia; ninguna elección era limpia; la justicia era inexistente; la pobreza agobiaba a la mayoría y la represión era la respuesta a cualquier protesta, a cualquier demanda social, económica o política.
Durante décadas, de cada generación de nicaragüenses, surgieron patriotas que quisieron acabar con aquella dictadura. Muchos sufrieron cárcel, torturas, destierro y exilio. Muchos cayeron en combate o fueron asesinados. ¡Querían que pudiéramos disfrutar de una Nicaragua diferente!
Ahora, de nuevo, una ambiciosa familia trata de convertir a Nicaragua en su propiedad y se enriquece a manos llenas mientras la mayoría del pueblo se mantiene en la pobreza y el abandono. Las instituciones no sirven al pueblo sino a la familia en el poder y a sus intereses. Así se han consumado fraudes electorales, se promueve y protege la corrupción y hay impunidad para quienes están a la sombra del poder. La Policía Nacional que debieran trabajar para nuestra seguridad, ya no lo hace y se ha convertido en una policía política, que abusa de su poder y viola los derechos humanos, incluyendo el derecho a la vida de los nicaragüenses. La injusticia y la discriminación campean en Nicaragua.
En cada rincón del país cada nicaragüense sabe que no podemos seguir como estamos. Un país en el que niños son asesinados por una institución policial descompuesta y desbocada por la impunidad, no está bien. Un país en el que miles de campesinos son amenazados por el gobierno de ser despojados de sus tierras, no está bien. Tenemos que hacer que las cosas cambien. Y tenemos la seguridad que es posible con la unidad del pueblo, la participación cívica de todos y todas, la protesta y la movilización ciudadana.
Es el momento de actuar, de trabajar, de luchar con optimismo y esperanza para hacer realidad una Nicaragua soberana, con oportunidades, progreso, solidaridad y democracia.
Los nicaragüenses merecemos oportunidades de empleo, de educación y salud de calidad, de buena seguridad social. Merecemos condiciones de vida dignas, con mejoría de nuestras familias y comunidades. Merecemos y podemos ser un país con progreso, en el que productores, empresarios y cooperativas se sientan estimulados y seguros de trabajar e invertir, sin temor a ser confiscados, expropiados injustamente o perseguidos por las instituciones públicas. Podemos lograr un progreso que mejore la vida de todas y todos.
Quienes lucharon y cayeron para derrocar a la dictadura somocista, soñaron con una Nicaragua sin pobreza, sin desnutrición, sin analfabetismo, con igualdad entre hombres y mujeres, una Nicaragua con solidaridad, donde el Estado proporcionara becas, apoyo, créditos, techo, a quienes lo necesitaran, sin discriminación, sin marginación, sin favoritismo, sin argollas.
Nicaragüenses, mujeres y hombres, necesitamos democracia para expresarnos con libertad, para participar de las decisiones públicas, para decidir lo que queremos de nuestras vidas, de la de nuestra comunidad y del país. Podemos lograr un país con funcionarios honestos que atiendan los problemas del pueblo, con justicia pareja, con policías y militares respetuosos de la vida y los derechos humanos; con instituciones que funcionen de acuerdo a la ley y sirvan a todos sin distinción. Los pueblos indígenas y comunidades étnicas del Caribe necesitamos respeto a nuestras tradiciones y decisiones, a nuestras tierras y recursos.
Quienes lucharon y cayeron durante décadas, lo hicieron para tener un país soberano, que no fuera dominado por los intereses de una empresa, país o fuerza extranjera, ni vendida al mejor postor como lo ha hecho el orteguismo vendepatria.
En esta conmemoración, el sueño de una Nicaragua linda, nos mueve y nos anima, como animó a otras generaciones de nicaragüenses.
Sabemos que podemos lograrlo y que para ello, se necesita abrir de par en par las posibilidades de cambiar la situación actual por la decisión cívica y política del pueblo, por el voto del pueblo, para que nunca otras generaciones de nicaragüenses tengan que recurrir a las armas. Para ello, exigimos cambios en el sistema electoral, amplios y suficientes, que garanticen a cada nicaragüense que su voto será contado, que su voto decidirá el futuro del país, que habrán elecciones limpias y honestas.
Rendimos nuestro homenaje a los héroes y mártires, a quienes durante más de cuarenta años dieron su aporte al derrocamiento de otra dictadura familiar que, como la actual, mantenía oprimida a Nicaragua. Guardamos respeto y gratitud a quienes cayeron por la democracia y la libertad, por los necesitados y marginados, por la soberanía nacional. Guardamos respeto y gratitud a quienes supieron levantar en alto su voz y su brazo por una Nicaragua mejor.
Recordamos hoy sus vidas, las de todas y todos, que no fueron tentadas por la corrupción y el servilismo; que no fueron dominadas por el miedo y la desidia; que fueron íntegras, generosas, honradas, optimistas, esperanzadas, leales y comprometidas con el pueblo y con la patria.
Fieles a ese legado y a ese ejemplo, renovadoras y renovadores, continuaremos empeñados en trabajar para despejar el camino a la construcción de una Nicaragua linda con oportunidades, progreso, solidaridad, democracia y soberanía.
Junta Directiva Nacional del MRS
Managua, 17 de julio de 2015

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