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Cuando se unieron los Irlandeses y los Mexicanos para confrontar a los invasores de EE.UU.

por Adrian Rocha Hispanic Link News Service

Brigada San Patricio 1984.Brigada San Patricio 1984.

¿Qué tiene en común un irlandés con un mexicano?

La pregunta parece ser el comienzo de un chiste malo, y en realidad lo es. Si esto me lo hubieran preguntado antes de oír la historia de John O’Riley, yo habría respondido con un remate ofensivo ­que tuviera que hacer con la leyenda del amor de ambas culturas por las bebidas alcohólicas o su enfoque despreocupado por la vida. No obstante, en lo que va acercándose el Día de San Patricio, me encuentro armado de algo nuevo que narrar.

Durante los años 1840, miles de inmigrantes, mayormente la diáspora de irlandeses católicos quienes, huyendo de la isla por la gran hambruna de la papa, llegaron a Estados Unidos. Muchos llegaron atraídos por la promesa de una noble profesión, un sueldo decente, y la oportunidad de escaparse de los pesados sentimientos en contra de los irlandés. Sin embargo, el vestirse de uniforme blasonado con la bandera estadounidense no sofocó el prejuicio contra los irlandeses.

Para 1846, los Estados Unidos estaba dispuesto a invadir México. La supuesta razón fue cobrar los préstamos vencidos y las reparaciones. La verdadera razón era que este país quería controlar los valiosos territorios mexicanos que en aquel entonces incluían: los puertos de San Francisco y San Diego, la ruta comercial entre Nuevo México y Nevada, territorio rico en minerales.

Muchos irlandeses sentían empatía con México desde un principio de la guerra entre México y Estados Unidos. Como Irlanda, México era un país católico que estaba siendo invadido por un poder protestante. La mayoría de los inmigrantes irlandeses sabía muy poco de la herencia y la cultura de este país. Lo que aprendieron rápidamente fue que los primeros asentadores no sentían particular afecto por los irlandeses católicos.

Durante más de una década, miembros del movimiento político Know Nothing (Saber Nada) saquearon y encendieron conventos, iglesias y escuelas católicos y asesinaron a un mínimo de dos docenas de católicos sin ser castigados.

Atizados por un sentido palpable de animosidad y la oportunidad de ayudar a un país muy parecido al propio, muchos reclutas desertaron sus puestos militares estadounidenses para alistarse en el ejército mexicano.

El papel del batallón de San Patricio en la guerra entre Estados Unidos y México comenzó con John O’Riley, inmigrante a los EE.UU., nacido en Clifden, condado de Galway, quien se alistó en el ejército mexicano en marzo de 1846. Rápidamente, O’Riley persuadió a 48 otros irlandeses a pelear junto a él para México. Los alistamientos incrementaron a más de doscientos muy pronto. Bajo su estandarte verde distintivo, los San Patricio participaron en todas las grandes batallas de la guerra. El entonces presidente de México, el general López de Santa Anna citó al batallón por su coraje. Durante la batalla de Churubusco, los Patricio pelearon largas horas después de quedarse sin municiones.

Cuando sus camaradas mexicanos izaron la bandera blanca sugiriendo la entrega, se la arrancaron, prefiriendo pelear con sus bayonetas y manos desnudas. Cuando la batalla brutal llegó a su conclusión, 85 Patricios habían sido capturados. De aquellos, a 72 los juzgó un tribunal militar.

­Según el fallo del tribunal, 50 soldados que se habían unido al batallón de O’Riley después que Estados Unidos hubiera declarado oficialmente la guerra, fueron ahorcados y los 16, incluyendo a 2O’Riley, que tomaron armas a favor de México antes de empezar oficialmente la guerra fueron azotados y herrados con una “D” en la mejilla por desertar.

Hasta el día de hoy a O’Riley y a los San Patricio los consideran héroes en México y en Irlanda. México celebra a los soldados irlandeses dos días de cada año; el 12 de septiembre en conmemoración de la ejecución de los San Patricio, y el 17 de marzo, el Día de San Patricio. En Irlanda, se irguió una escultura de bronce de O’Riley en su lugar natal, Clifden, condado de Galway.

Entonces, el Día de San Patricio este año, si te encuentras en un bar con una garrafa llena de cerveza verde y alguien te pregunta que qué tiene en común un mexicano con un irlandés, le respondes que tiene la voluntad de pelear por ideas nobles y causas justas, y regálale con una historia de la batallón San Patricio. Recuerda que en el Día de San Patricio, todos tenemos algo de irlandés, así como los irlandeses algo tienen de mexicano.

(Adrian Rocha es reportero con Hispanic Link News Service enWashington, D.C. Comuníquese con él a: Arocha@HispanicLink.org).

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