martes, noviembre 19, 2024
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Asociación Trans Pacific: escape corporativo de la rendición de cuentas

por Paul Craig Roberts
Análisis

Se ha filtrado información acerca del Acuerdo Transpacífico de Asociación Económica (TPP), el cual se está negociando en secreto por el representante comercial de Estados Unidos Ron Kirk. Seiscientos “asesores” corporativos están informados, pero no el Congreso o los medios. A Ron Wyden, presidente del subcomité de comercio del senado que tiene jurisdicción de TPP, no se le ha permitido ver el texto o conocer su contenido.
El TPP ha sido llamado una poderosa herramienta de “un solo porcentaje”. El acuerdo esencialmente exime la responsabilidad de las corporaciones extranjeras hacia los gobiernos de países con los cuales comercian. Además, el acuerdo hace que los gobiernos rindan cuentas a las corporaciones de los costos impuestos por las regulaciones, incluyendo la salud, la seguridad y regulaciones ambientales. El acuerdo dota a las corporaciones del derecho de que los gobiernos les paguen por el costo de cumplir las regulaciones del gobierno. Uno se pregunta cuánto tiempo podrá sobrevivir la regulación ambiental, laboral y financiera cuando los costos de cumplimiento son implantados a los pagadores de impuestos de los países y no a la actividad económica que resulta de derrama de efectos como la polución.
Muchos interpretarán  TPP como otro gran paso hacia el establecimiento del gobierno global en el Nuevo Orden Mundial.  Sin embargo, lo que en realidad hace TPP es quitar a las corporaciones o la derrama de efectos de sus actividades del alcance del gobierno. Como TPP no transfiere hacia las corporaciones el poder de gobernar países, es difícil ver cómo conduce al gobierno global. El resultado real es el privilegio global de la clase corporativa como una clase inmune a la regulación gubernamental.
Una de las cláusulas permite a las corporaciones evadir las cortes y las leyes de los países mediante la creación de un tribunal privado que pueden utilizar las corporaciones para demandar a los gobiernos por los costos de cumplir con la regulación. Esencialmente, las leyes de los países que aplican a las corporaciones son suplantadas por decisiones de un tribunal privado de abogados corporativos.
El TPP está abierto a todos los países. Actualmente, es negociado entre Estados Unidos, Australia, Brunei, Nueva Zelanda, Singapur, Vietnam, Chile y Perú. De acuerdo con los reportes, Australia se ha negado a someterse al sistema de tribunal privado.
¿Qué va a pasar con el TPP? Quizá aún es pronto para dar respuestas. Sin embargo, puedo ofrecer algunas formas de pensarlo.
Dudo que el TPP sea la entrada en funciones del Nuevo Orden Mundial. Más bien al contrario: el TPP reduce el alcance del gobierno global exentando a las corporaciones del control gubernamental. Asimismo, el gobierno global, a menos que sea gobierno del Imperio Americano, es inconsistente con la insistencia de los neoconservadores de la hegemonía de Estados Unidos sobre el mundo. Poderosos grupos de interés norteamericanos ideológicos, privados y gubernamentales no tienen la intención de perder el poder que han adquirido al pasar a algún Nuevo Orden Mundial, en tanto el Nuevo Orden Mundial sea un eufemismo del Imperio Americano.
Bajo los criterios de TPP, se enfatizan los costos que las corporaciones de miembros extranjeros  del acuerdo pueden imponer a los Estados Unidos. Sin embargo, las corporaciones ganan los mismos privilegios en aquellos países, mientras que el acuerdo brinda a las corporaciones de todos los países de inmunidad ante las leyes de otros países.
Puede ser el caso de que las corporaciones norteamericanas piensen que su penetración en otros países exceda en gran medida las actividades en Estados Unidos de Brunei, Nueva Zelanda, Perú, et al. Sin embargo, una vez que Japón, Canadá, China y otros se unan al TPP, la perspectiva de que las firmas norteamericanas consigan más del acuerdo que las firmas extranjeras desaparece, a menos desde la perspectiva de que para los Estados Unidos la definición de empresa extranjera incluya a las corporaciones estadounidenses que producen en el extranjero los bienes y servicios que se comercializan en Estados Unidos. De ser éste el caso, entonces las empresas estadounidenses que operan en el extranjero estarían exentas no sólo de las leyes y cortes de los países extranjeros, sino también de las leyes y las cortes de Estados Unidos.
Este punto es posiblemente silencioso, ya que el acuerdo requiere que todos los gobiernos que son parte de TPP armonicen sus leyes de forma que los nuevos privilegios corporativos se reflejen igualmente en todos los países. Para evitar la ley discriminatoria en contra de las corporaciones de un país que no se comprometan con el comercio exterior, la armonización puede significar que las corporaciones domésticas tendrían garantizados los mismos privilegios que los inversionistas extranjeros. Si no, las firmas domésticas podrían adquirir los privilegios estableciendo  una subsidiaria extranjera que conste de una oficina.
Mientras que TPP es claramente un acuerdo enarbolado por las corporaciones  de Estados Unidos, la implicación es que las corporaciones estadounidenses lo vean como su ventaja relativa. Sin embargo, no queda claro qué es esta ventaja.
Alternativamente, TPP es una estrategia para asegurar la exención de regulación bajo el disfraz de un acuerdo comercial.
Otra explicación, a juzgar por el inusual conjunto de las partes iniciales del acuerdo, es que es parte de la estrategia de Washington de rodear China de bases militares, como Estados Unidos ha hecho con Rusia.
Uno podría pensar que un acuerdo de esta naturaleza pionera habría comenzado con Japón, Corea del Sur y Filipinas. Sin embargo, estos países ya son parte del cerco de China. Brunei, Singapur, Nueva Zelanda y especialmente Vietnam serían adiciones valiosas. ¿Son los privilegios especiales que Washington está ofreciendo a estos países parte del soborno para convertirse en puestos de avanzada del Imperio Americano?
Otra explicación es que Ron Kirk está atrapado en la mentalidad de desregulación que comenzó  con la derogación de Glass-Steagall y la desregulación financiera. Si los mercados financieros se conocieran mejor y fueran autorregulados y no requirieran ninguna interferencia gubernamental, entonces también lo serían otros mercados y negocios.
El TPP es propenso a servir a muchas agendas. Conforme vayan aprendiendo, los motivos detrás del TPP serán más claros. Desde mi perspectiva como economista y ex miembro del gobierno, el problema con el TPP de Ron Kirk es que el acuerdo está construido para servir a intereses privados, no públicos. Kirk es un funcionario público a cargo de servir y proteger el interés público. A pesar de eso, ha conspirado en secreto con intereses privados para producir un documento que exenta a las corporaciones privadas de la rendición de cuentas pública.
Aquí hay una paradoja. Mientras las corporaciones financieras y ahora todas las corporaciones se están independizando del gobierno, los ciudadanos estadounidenses han perdido la protección de la ley y ahora están sujetos a ser detenidos indefinidamente o asesinados sin el procesamiento de la ley. Las empresas ganan una libertad inimaginable mientras los ciudadanos pierden toda la libertad y los derechos que definen su libertad. De modo similar, los países extranjeros, que como miembros de TPP pueden ser exonerados de las leyes estadounidenses, están sujetos a la violación “preventiva” estadounidense de su espacio aéreo y fronteras mediante drones y tropas enviadas para asesinar a algunos terroristas sospechosos, pero que también matan ciudadanos de aquellos países que normalmente hacen lo suyo.
Quizá una manera de entender TPP es que el gobierno de Estados Unidos está ahora extendiendo su propio derecho de ser sin ley ante las coporaciones. Así como hoy el gobierno sólo es responsivo ante sí mismo, el TPP hace a las corporaciones sólo responsivas ante sí mismas.
El análisis público ciudadano de TPP puede encontrarse en http://www.citizen.org/documents/Leaked-TPP-Investment-Analysis.pdf y el documento filtrado: http://www.citizenstrade.org/ctc/wp-content/uploads/2012/06/tppinvestment.pdf.
(Este artículo apareció primero en el nuevo sitio web Institute For Political Economy el 2 de Julio de 2012. Paul Craig Roberts fue secretario asistente de Tesorería para Economía Política y editor asociado de Wall Street Journal. Fue columnista de Business Week, Scripps Howard News Service y Creators Syndicate. Ha tenido muchos nombramientos universitarios. Sus columnas de internet han atraído a seguidores de todo el mundo).

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