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Anticipando el futuro con mirar atrás

por José de la Isla

HOUSTON — ¿Alguna vez asististe a u na fiesta sin que nadie se diera cuenta que estabas allí, y que cuando te fuiste, nadie se dio cuenta que no estabas más? Así interpreté al profesor de la Universidad de Long Island, José R. Sánchez, en su observación sobre el descuido de los medios referente a algunas cosas importantes.

El profesor contó el reconocimiento de fin de año de personas notables que murieron en el 2009 y notó que no hubo casi reconocimiento de ningún latino. El “tratamiento delatrásfallecimiento de latinos es sintomático de un descuido más amplio de los latinos”, escribió en un ensayo para el National Institute for Latino Policy.

El New York Times incluyó a un chimpancé entre las 23 “personas” importantes que murieron durante el año, pero no incluyó a ningún latino. El Chicago Tribune mencionó a dos latinos de 104 personas: cantante argentina, Mercedes Sosa, galardonada con un grammy y boxeador nicaragüense Alex Argüello. Gidget, la perrita chihuahua de Taco Bell, no cuenta.

El Los Angeles Times mencionó sólo a tres latinos de 120 muertes notables. Incluyó a Ricardo Montalbán, jinete mexicano-americano Ismael Valenzuela, y una persona más, ya mencionada. El Baltimore Sun también notó a sólo tres de 134, agregando al presidente de Venezuela dos veces, Rafael Antonio Caldera y gerente de béisbol, Preston Gómez, a los ya mencionados.

La lista de 91 muertes notables de la Prensa Asociada sólo incluyó a Montalbán.

Sánchez concluyó que “un grupo al que no se percibe o que atrae poca atención encontrará minimizadas o desechadas sus contribuciones”. Y esta invisibilidad la relaciona con una falta de poder.

Podrá Sánchez tener razón hasta cierto punto. Cuando se consideran el poder, la política, la fama y el estado social el propósito de la vida, el ser reconocido lo significa todo. El ser obviado es un insulto.

No obstante, otras tendencias, las cívicas, también podrán sugerir otro camino, uno que se aleja de la queja, el arrepentimiento y el agravio.

Sólo durante la pasada década, sólo después del 2000, fue que los resultados del Censo Estadounidense se registraran en cuanto al crecimiento exponencial de la población latina. Para muchos fue noticia, aunque el aumento ha sido obvio durante tres décadas ya. Y para muchos fue una revelación al estilo del “descubrimiento” de América por Colón.

Por vergüenza, esto ocurrió sólo en la última década. A pesar de que la Oficina del Censo reportara en julio del 2001 que los hispanos ya eran más que los africano americanos por un millón de personas, tanto la prensa como el público comentan de manera regular que los latinos “pronto serán la población minoritaria más grande de la nación”.

Pero no estamos para aspirar a un estado de “minoría”. Es una designación parcialmente legalistica y no es una que resulta de combinar la historia, la tradición, la lengua, la cultura, la perspectiva sobre el mundo y la vida, en general. Es lo que algunos sociólogos denominan una designación “hurística”, o útil. Pero no es útil cuando estigmatiza o cuando se usa para sugerir a personas más allá de las corrientes principales de la vida nacional. En realidad, la revelación del Censo sirve para demostrar lo muy alejadas que están algunas personas del conocer a su propio país.

Pocas personas han formado un contexto para comprender otros eventos importantes de la pasada década. Un movimiento de base para infundir al hispano de un sentido de poder comenzó mucho antes, en 1976, el cual validó que los derechos civiles no tratan sólo del color de la piel. Una elección en el 2004 dio validez a los hispanos como un grupo electoral nacional. En el 2006, las mayores marchas por los derechos civiles en la historia de la nación, referentes a la reforma migratoria, dieron validez al interés hispano en la orientación de las políticas nacionales.

En varios estados claves, ése fue el punto de desbordamiento en términos de organización para la elección de Barack Obama en el 2008.

Estos eventos aún no se están registrando en la conciencia nacional, a pesar de ser el resultado de la participación cívica de millones.

A veces nadie se da cuenta cuando llegas solo a la fiesta. Pero es difícil obviar a 50 millones. La labor que hacer es sencilla. Tomemos el mundo como lo encuentras, así como hicieron esos pocos hispanos notables que mencionaron los medios, y hagamos que éste sea un lugar más interesante para todos.

Eso sí que es algo que poner en tu lápida sepulcral.

[José de la Isla redacta un comentario semanal para Hispanic Link News Service y es autor de The Rise of Hispanic Political Power (2003). Su último libro, auspiciado por la Fundación Ford, se encuentra en versión digital gratuita en ­www.DayNightLifeDeathHope.com. Comuníquese con él a: joseisla3@yahoo.com].

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