por Ricardo Chavira
Después de 50 años de gobierno revolucionario, los cubanos siguen esperando lo que más importa: la seguridad económica. Mientras que disfrutan del cuidado médico gratis y educación superior, millones de cubanos siguen sufriendo la dura dificultad que imponen los salarios de menos de 30 dólares al mes.
Los analistas tradicionales y los activistas en exilio te dirán que sobre todo los cubanos desean la democracia y el respeto por entero de los derechos humanos, y que evaluar a Cuba en términos simplemente económicos no es lo correcto.
De hecho es importante la libertad política. No obstante, es mucho menos importante para la mayoría de los cubanos que la lucha día-a-día por hacer que el dinero alcance. Esto nunca ha sido más cierto que hoy. Es muy posible que sea la norma más alta por la que se juzgue el éxito o el fracaso de la revolución.
Yo llegué a esta conclusión después de viajar a Cuba durante 20 años y de conversar con cientos de sus residentes. Durante la mayor parte de este tiempo, Cuba ha sufrido una calamidad económica. Su tenue recuperación está ahora amenazada seriamente por la crisis financiera global.
Dado el hecho que el debate sobre Cuba está tan intensamente politizado, me sorprendió durante mi primer viaje en 1989 encontrar a la mayoría de los cubanos preocupados con su situación económica personal. El mismo día que asistí a un evento en el cual Fidel Castro juró preservar el socialismo, un maestro se quejó en voz baja conmigo que no ganaba lo sufi ciente para proveer para su familia. No quiso responder a preguntas sobre la política revolucionaria, sino que siguió presionando sobre las posibilidades de hacerse una nueva vida en España o en los Estados Unidos.
En agosto de 1993,Cuba se encontraba sumergida por entero en lo que se llamaba eufemísticamente,“Periodo Especial de Paz”,el casi colapso del sistema cuando terminó la asistencia proveniente de la Unión Soviética. Los funcionarios de gobierno que conocí estaban sacudidos. Expresaron grave preocupación con el futuro de su país. Había una escasez alarmante de alimentos y otras necesidades básicas y los apagones duraban la mayor parte del día. Una burócrata principal y su esposo me invitaron a cenar,un solo aguacate adornado de lechuga.
Durante los siguientes años fui testigo del agonizante ascenso de Cuba alejándose del precipicio. Pero su gente, no muy diferentes de millones más por todo el Caribe y América Latina,nunca han alcanzado liberación del tormento de nunca contar con lo sufi ciente.
La pobreza en Cuba es menos terrible, por ejemplo,que la que prevalece en Haití o en Honduras. Sus 11,4 millones de residentes no se mueren de hambre y tiene techo. Están por lo general agradecidos por la atención médica universal y la edu cación. Pero esos avances no hacen nada por aliviar la presión que resulta de una terrible escasez de vivienda y el existir crónicamente con muy poco.
Las raciones y los subsidios del gobierno se supone tendrían que resultar en lograr un nivel de vida decente. La realidad es considerablemente otra.El pago, por razones que nunca logro comprender, es sencillamente demasiado bajo como para cubrir el costo de la vida. El precio del aceite de cocina, la carne, las verduras, la ropa, los zapatos entre otras cosas es prohibitivo. Una libra de leche en polvo, por ejemplo,puede costar dos dólares.Los carros y vacaciones a resortes cercanos no están al alcance de la mayoría.
Los que tienen parientes en otros países tienen el alivio de las remesas. Hasta ellos y muchos más se roban de su lugar de empleo. Comida, bebida,ropa y cualquier otra cosa que tenga un comprador en el mercado negro encuentra cómo llegar del lugar de
trabajo a la calle.
Recientemente el vicepresidente José Ramón Machado Ventura reconocióque Cuba estaba enfrentada con tiempos económicos “muy difíciles”, por decir poco. Para los cubanos que yo conozco, esto no es ninguna noticia. Están alimentando la esperanza que los presidentes Raúl Castro y Barack Obama se sobrepongan a medio siglo de hostilidad, se reúnan y abran el camino hacia unab relación que incluya mejoras económicas para la isla.
“Queremos cambios políticos que conlleven mejoras en el nivel de vida”, me dijo un nativo de la Havana,hablando por una multitud.“No es realmente posible que sigamos como hemos estado”. Hispanic Link.
(Ricardo Chavira, excorresponsal en el extranjero cubriendo Cuba, visitó la isla en el 2008 y continua con contactos allí. Es profesor de periodismo y estudios latinoamericanos en la Universidad de California, Irvine, y la California State University, Fullerton. Comuníquese con él a: ricardo.chavira@yahoo.com). © 2009