por José de la Isla
Cuando Barack Obama ganó la elección presidencial el 4 de noviembre contra John McCain, lo hizo con la ayuda considerable de los electores hispanos en cuatro estados críticos por ser determinantes.
A nivel nacional, los hispanos apoyaron a Obama en un promedio mayor de dos a uno, de acuerdo con las encuestas de salida de Edison-Mitofsky, ayudando a elevarlo a victorias fáciles en estados importantes por el número de votos electorales que contienen como California, Nueva York y Illinois.
Las encuestas de salida de unos 17.000 electores mostraron con detalle el apoyo para Obama a nivel nacional: Negros96% a 04% Hispanos67% a 31% Blancos43% a 55% Un mínimo de 10 millones de latinos votaron, supone Janet Murguía, presidenta del Consejo Nacional de La Raza (NCLR por sus siglas en inglés), el cual participó en un esfuerzo de coalición de organizaciones hispanas para aumentar el registro de votantes en más de un millón. Cifras preliminares indican que los electores latinos comprendían el nueve por ciento del electorado nacional en total, o algo más de diez millones.
El escenario frecuentemente mencionado de los estados determinantes – que incluye Colorado, Nevada, Nuevo México, y Florida, todos con una considerable población hispana – resultó ser verdadero. El grupo de análisis de políticas, NDN, reportó el día siguiente de los comicios que los márgenes de victoria de Obama en aquellos cuatro estados se atribuía al voto latino.
El nivel de apoyo para Obama de los hispanos se presenta como el segundo cambio más importante en cuanto a normas de votación en el mismo número de elecciones.
En el 2004, se dirigió la atención al apoyo de 40% o más que recibió el presidente Bush en su campaña contra el senador por Massachusetts, John Kerry. El volver a más que dos a uno a favor de Obama es reflejo de una norma de votación mayormente histórica.
A comienzos de septiembre, el encuestador Sergio Bendixen reveló en el congreso del instituto de la asamblea de congresistas hispanos (CHCI por sus siglas en inglés) que los latinos ya se mostraban fuertemente a favor de Obama en aquellos estados en los que la elección se determinaría. Sólo la Florida se encontraba en empate entre los candidatos demócrata y republicano.
Lo que siguieron fueron enormes esfuerzos de registro y presentación de votantes por parte del partido demócrata, además de niveles sin precedentes de financiación para publicidad de campaña.
La noche de los comicios, se proyectó a Florida y Virginia aun cuando Ohio viró para Obama. En lo que las urnas se cerraban en Nuevo México y en Colorado, las cadenas de televisión se contuvieron en declarar la victoria hasta que no empezara a llegar la cuenta de los votos en California y otros estados del Pacífico.
Analista de elecciones y exdirector del Southwest Voter Registration Education Project, Andrew Hernández, le había dicho a Hispanic Link News Service una semana antes de los comicios que podía imaginar que a los latinos se les diera merecido crédito por el papel que jugarían en el triunfo de Obama sólo si la contribución de los estados del oeste recibiera apropiado reconocimiento de los medios de comunicación.
“Es una narrativa latina”, mantuvo, si Nuevo México, Colorado y Nevada le hicieran pasar la cima. “Eso, claro”, sugirió, “no podrá ocurrir sino hasta que el sol amanezca sobre la bahía de San Francisco”.
El día siguiente de la elección, la mayor parte de los encuestadores y analistas reportaban que electores jóvenes y “minorías”, aludiendo a los latinos así como a los negros, hicieron que Obama sobrepasara la cima. Y se reportó la salida del sol sobre el puente Golden Gate.
[José de la Isla, autor de “The Rise of Hispanic Political Power” (Archer Books, 2003) redacta un comentario semanal para Hispanic Link News Service. Comuníquese con él a: joseisla3@yahoo.com]. © 2008