por la Universidad de Michigan
ANN ARBOR, Michigan — Las mujeres que reciben asistencia social y padecen de ansiedad social encuentran que es más difícil trabajar y dejar de recibir la asistencia social que las mujeres que no padecen del trastorno, según un nuevo estudio de la Universidad de Michigan.
Los beneficiarios de asistencia social que padecen del trastorno de ansiedad social sólo trabajaron 6 de los 12 meses, comparados con los 9 meses para los que no padecen del tratrastorno u otra depresión grave. En comparación, las mujeres con depresión sólo trabajaron 8 de los 12 meses.
El trastorno de ansiedad social es un temor constante a situaciones productivas y sociales que puedan involucrar la exposición a gente desconocida o el posible escrutinio de otros. Esta afección, la cual a menudo permanece sin ser diagnosticada y sin tratamiento, mina la capacidad de una mujer para ser independiente e impide los esfuerzos para reducir los costes de asistencia social con programas de retorno al mundo laboral, dijeron los investigadores de la UM.
“Las mujeres con el trastorno de ansiedad social corren el riesgo de extrema dificultad económica”, dijo Richard Tolman, profesor de la Escuela de Trabajo Social y autor principal del estudio. “Puede que estos beneficiarios de asistencia social pierdan beneficios si no logran entrar en la fuerza laboral de manera rápida y si sobrepasan los límites de tiempo de apoyo”.
Tolman y sus colegas examinaron si el trastorno de ansiedad social era un obstáculo de empleo exitoso entre las mujeres que reciben asistencia social. Analizaron los datos de 609 participantes que completaron 4 entrevistas del Estudio de Empleo de Mujeres (Women’s Employment Study).
Más de un tercio de las mujeres cuidaban a niño menor de 2 años y más de un 60 por ciento vivían en la pobreza el mes antes de la entrevista.
Las preguntas de la entrevista incluían medidas del trastorno de ansiedad social, otros diagnósticos de salud mental, situación de trabajo y asistencia social, entre otras variables.
“Muy pocas mujeres en este estudio recibieron ayuda por un problema tratable lo cual hacía que casi fuera imposible encontrar trabajo y dejar de recibir asistencia social”, dijo Joseph Himle, profesor asistente en el Departamento de Psiquiatría y la Escuela de Trabajo Social.
Los hallazgos también destacan que otros obstáculos como la mala salud física de las mujeres y sus niños, bajos logros educativos, y transporte inadecuado, constituyen una preocupación y son obstáculos de empleo para mujeres en este grupo económico desfavorecido. Una acumulación de varias barreras aumenta la interferencia con esfuerzos laborales, dijeron los investigadores.
“Con el desempleo creciendo velozmente en estos tiempos económicos difíciles, la gente que sufre del trastorno de ansiedad social puede correr aún más riesgo”, dijo James Abelson, profesor de psiquiatría. “Los temores sociales pueden aumentar su riesgo de ser despedida, y la molestia de hacer llamadas o entrevistas minará en gran medida sus esfuerzos de encontrar un nuevo empleo”.
En un estudio de seguimiento dirigido por Himle, el equipo de investigación desarrolla y pone a prueba el programa de tratamiento diseñado específicamente para esta población desfavorecida. Los investigadores esperan aumentar el éxito laboral para aquellos cuya ansiedad social ha contribuido a su falta de empleo.
Dado que el estudio se enfocó en las mujeres, los investigadores no saben si los hallazgos son pertinentes a los hombres de bajos ingresos, a quienes se les niegan generalmente los beneficios de asistencia social en los EEUU.
Los autores del estudio son Deborah Bybee, investigadora científi ca de la Escuela de Trabajo Social; Jody Hoffman de Ann Arbor Consultation Services y Michelle Van Etten-Lee, profesora asistente adjunta, Departamento de Psicología.
Los hallazgos aparecen en el número actual de Psychiatric Services.