por David Bacon
SACRAMENTO, California – Temprano el martes buses de trabajadores domésticos y sus hijos comenzaron a llegar al verde centro comercial frente al edificio del capitolio estatal de California. Docenas de madres mexicanas, filipinas, y afronorteamericanas, acompañadas de niños, llegaron hacia las escaleras que conducen hacia la cámara legislativa. Cuando la multitud creció a varios cientos, tomaron sus pancartas, empujaron sus coches fuera al frente, y comenzaron a marchar alrededor del edificio.
Algunos de los niños claramente habían hecho cosas así antes. Un niño de cinco años elevó su puño en el aire mientras la multitud cantaba, llamando a los miembros de la Asamblea estatal y el Senado a aprobar el Acta de Derechos de los Trabajadores Domésticos. Otra niña, de unos tres años, conocía el cántico de memoria: “Nosotros somos los niños, niños poderosos poderosos, luchando por justicia y nuestro futuro.” No se equivocó en ni un pedazo, y mientras uno de las organizadoras llevaba un altoparlante a la boca, ella hizo una pequeña danza militar para acompañar.
Con globos e incluso un par de payasos, todo parecía muy festivo. Pero la alegre atmósfera no escondió una verdad más desagradable. Muchas de las mamás ahí ven probablemente menos a sus hijos que a los niños que cuidan. Y en el caso de quienes cuidan a los ancianos, enfermos o discapacitados, las condiciones de ese trabajo parecen como algo de hace un siglo.
Los trabajadores domésticos generalmente no tienen una pausa para comer, incluso trabajando muchas más horas que el día de ocho horas considerado normal para la mayoría de los trabajadores. Otros cocinan para las familias para las que trabajan, pero no pueden usar los mismos implementos para cocinar para ellos. Si tienen que dormir en los hogares de los clientes, generalmente tienen que levantarse durante la noche varias veces para realizar servicios básicos por ellos, como llevarlos al baño, o darles medicina.
1Y la noche es considerada un período de descanso, por el que no se les paga.
Una cuidadora filipina del Área de la Bahía explicó que duerme en la misma cama que su cliente. “Me gustaría tener una cama donde pueda dormir sola,” dijo.
Incluso de cinco o seis años, los niños marchando con sus mamás son lo suficientemente grandes para entender algo de esas duras verdades. Cuando una niña, que se veía de edad para kindergarten, llevaba un cartel que decía “trabajo digno,” sabía lo suficiente para explicar, “no gana suficiente dinero, y trabaja demasiado duro.”
El año pasado la Asamblea estatal aprobó el AB 889, escrito por los Asambleístas Tom Ammiano y V. Manuel Pérez, que daría a los trabajadores domésticos algunos derechos reconocidos por el estado en su esfuerzo por reducir las abusivas condiciones. Les daría pausas de comidas y descansos, paga de horas extra y de reporte, como otros trabajadores, y expandiría el acceso de los trabajadores domésticos a las compensaciones laborales. Además, les garantizaría ocho horas de sueño para quienes trabajan todo el día, y les permitiría usar las instalaciones de la cocina.
El proyecto afectaría a las 200,000 personas que trabajan en el servicio doméstico de California, que son casi todas mujeres, e inmigrantes o personas de color. Mientras los trabajadores doméstricos enfrentan las mismas excusas para condiciones subestándares enfrentadas por otras mujeres, sobre todo que solamente están trabajando para suplementar el ingreso de los hombres, la mayoría de ellas no son ni la única fuente de ingresos de sus familias, o están trayendo a casa paga sin la cual sus familias no pueden vivir. Una mujer explicó que todavía estaba trabajando muchas más de 40 horas a la semana, y tenía más de 70 años.
El Acta de Derechos de los Trabajadores Domésticos está modelado en uno que fue implementado en el estado de Nueva York en 2010.
Está apoyado por docenas de defensores de los trabajadores y comunitarios, incluyendo la Federación Laboral de California y muchos otros sindicatos, los Defensores Filipinos por la Justicia, la Coalición de Derechos Humanos para los Inmigrantes de Los Ángeles, Mujeres Unidas y Activas, el Colectivo de Mujeres del Programa de Jornaleros de San Francisco, varias iglesias y sinagogas, y Hand in Hand, la Asociación de Empleados Domésticos. Su principal oponente es la asociación empresarial de agencias que provee a los trabajadores domésticos a sus clientes.
Al final de la última sesión del legislativo, el proyecto estaba en el comité apropiado del Senado estatal. Los manifestantes esperaban fisgonear en el proyecto, que fuera aprobado en el Senado, y convencer al gobernador Jerry Brown que lo firmara. Uno de varios legisladores que habló a la multitud, el Asambleísta de Watsonville Bill Monning explicó en español, “Este proyecto es justo, y vamos a asegurarnos que se convierta en ley y que los trabajadores domésticos finalmente tengan los mismos derechos básicos que el resto de los trabajadores.”