by Steve Watson, Paul Joseph Watson & Alex Jones
Infowars
Varias escuelas en San Antonio recibirán subsidios del gobierno para instalar equipos de vigilancia en cafeterías como parte de un proyecto financiado por el gobierno para monitorear cada trocito de comida que los niños comen.
Incluido en un esfuerzo para reducir la obesidad y mejorar los hábitos alimenticios, pequeñas cámaras están programadas para hacer tomas de las bandejas de los almuerzos antes y después de que los niños coman. Cada niño es identificable a través de un código de barra pegado en la bandeja.
La cantidad de calorías y nutrientes que cada niño ha consumido será calculado a través de una base de datos que contiene 7,500 distintas variedades de alimentos.
El proyecto completo será financiado por un subsidio del Departamento de Agricultura de EE.UU. por unos $2 millones. “Estamos tratando de ser lo más pasivos posible. Los niños saben que estarán siendo monitoreados”, dijo el Dr. Roger Echon a Associated Press. Echon, quien trabaja para el Social & Health Research Center de San Antonio, está construyendo el programa de reconocimiento de alimentos.
El objetivo del estudio, según los investigadores, es “analizar qué alimentos los niños suelen elegir y cuánto comen”, además de influenciar a los padres para que alteren los hábitos alimenticios de los niños en casa.
El rector de las cinco escuelas involucradas, descritas por los investigadores como “campus de minorías pobres”, dijo a la AP que el 90 por ciento de los padres estuvieron de acuerdo con que se monitoreara a sus hijos, agregando que cree que quienes se han negado no comprenden el proyecto. “Nada en el programa dice que hay algo que no pueden comer”, dijo el rector Mark Davis. “Sólo dice que estamos rastreando qué es”. Esto es otro ejemplo de la sorprendente aceleración del estado de niñera.
¿Es realmente necesario ponerles código de barra a los niños como ratas de laboratorios y hacer una base de datos de todo lo comen para promover una alimentación saludable? ¿Por qué no simplemente les servimos comida saludable sin aditivos ni preservantes? Oh claro me olvidé, eso no es parte de la visión de una perfecta sociedad de control.
¿Dónde termina esto? ¿Recibirán los padres cartas del gobierno informándoles que el pequeño Jimmy no está comiendo sus verduras?
¿Racionará el gobierno las calorías que consume su hijos? ¿Les dará el gobierno multas a los padres cuyos hábitos alimenticios no calzan con una definición predeterminada de “dieta balanceada”?
Apenas el mes pasado surgió que las escuelas en Chicago han prohibido a los padres darles a los hijos bolsas de almuerzo, obligando a los niños a comer en la cafetería, a fin de “proteger a los estudiantes del potencial poco saludable de los almuerzos caseros”.
Claro, si a los niños se les permite comer sus propios almuerzos, el gobierno no tendría la capacidad de monitorearlos. El precedente fue fijado hace tiempo para demonizar a los padres que tratan de mantener al gobierno fuera de las vidas de sus hijos.
Los padres que intentan sacar a sus hijos del abusivo sistema de escuelas públicas, al enseñarles en casa, incluso son espiados por las autoridades. Un juez del estado de Mississippi ordenó recientemente que los funcionarios del gobierno recolecten los nombres de cada niño que está siendo educado en casa en el estado, para que puedan ser puestos en una lista de vigilancia.
El alcalde Bloomberg está obligando a los fabricantes de alimentos de Nueva York que reduzcan la cantidad de sal contenida en los alimentos bajo la National Salt Reduction Initiative, mientras al mismo tiempo gasta $25 millones en un programa para poner fluoruro en el suministro de agua con desecho tóxico, fluoruro de sodio, que contribuye a reducir el CI y ha sido ligado a cáncer y desórdenes que afectan los dientes, huesos, el cerebro y la tiroides. Los aditivos a los alimentos como aspartame y MSG, que constituyen una mucho mayor amenaza a la salud que la sal, no están siendo abordados por el gobierno.
Ciertamente Nueva York es el modelo para el resto del país. El Departamento de Salud ha establecido estrictas regulaciones en cualquier cosa considerada “actividades recreativas riesgosas” conducidas por programas u organizaciones.
Wiffle ball, dodge ball, kick ball, freeze tag, red rover, frisbee y tug of war han sido todas sometidas bajo nuevas reglas. Si una organización ofrece dos o más actividades recreativas, con apenas una en la lista de las “riesgosas”, es considerado un campamento de verano y cae bajo las regulaciones estatales que incluyen tarifas y la necesidad de brindar equipos médicos. “Clásicos como Capture the Flag, Steal the Bacon y Red Rover también son considerados peligrosos en las regulaciones estatales para los días de campamento”, informa el New York Daily News.
Todo esto es parte del proceso que reemplaza a los padres como guardianes de los hijos y está diseñado para asegurar que los hijos se conviertan en nada más que en drogadictos, vagos dependientes sin energía ni experiencia de vida, moldeándolos perfectamente para crecer como inútiles obedientes, que juegan videojuegos, al estilo Clockwork Orange.
Monitorear los niños de las escuelas extiende más allá de la cafetería y la clase de gimnasia, sin embargo, como mostró un caso chocante el año pasado en Filadelfia donde un distrito escolar repartió computadoras a 1,800 estudiantes en dos escuelas y luego usó cámaras dentro de las máquinas para espiar a los estudiantes y sus padres sin su consentimiento ni conocimiento.
En la actual sociedad de control del gran hermano esto es la norma. En Reino Unido, el estado ha ido más lejos al asignar $700 millones a un programa para instalar cámaras de vigilancia dentro de los hogares de los ciudadanos para asegurar que los niños vayan a la cama a la hora, vayan al colegio y se alimenten apropiadamente.