por José de la Isla
HOUSTON– Jeff Dunham es un ventrílocuo quien aparece con frecuencia en el programa por cable Comedy Central, con Walter, uno de sus títeres. Walter es un personaje tozudo, malhumorado y malicioso, aunque es también entretenido y chistoso. Esta interpretación es probablemente la mejor desde Edgar Bergen y Charlie McCarthy, o Paul Winchell y Jerry Mahoney.
Dunham, mediante Walter, capta cierto tipo de personaje, alguien enojado desde la década de los sesenta.
El progreso social le disgusta, ya que lo percibe como demasiado costoso, y por ende digno de desacreditar.
Walter ha estado enojado probablemente desde la mayoría silenciosa” de Richard Nixon, y se ha quejado desde entonces de la integración, los hippies, George McGovern, las marchas contra la guerra en Viet Nam, los impuestos, y más reciente, la inmigración sin autorización.
En una entrevista reciente Dunham habló de conocer a Bob Hope pero sin contar con ninguna frase graciosa, referente a lo cual, comentó Walter, “Puedo morir feliz sabiendo esa porquería”.
La actitud exagerada de Walter nos hace concientes del lado inculto de nuestras opiniones.
Volvamos en un zás al 11 de septiembre del 2001. Entre el inventario de las 2.974 personas fallecidas durante los ataques, los 24 desaparecidas y supuestas estar muertas, los 90 nacionales extranjeros, había un segmento de los asesinados que no contaba con documentos de inmigración. El número preciso se desconoce.
Se refiere a este segmento como los “muertos invisibles”, personas sombra a quienes los habitantes de oficinas no ven, que pasan desapercibidas por las diferencias en estatus—los obreros de mantenimiento, personal de entregas, ayu- dantes de cocina. Eran personas anónimas, pero se cree que varias provenían de países latinoamericanos.
¿Quiénes eran estas personas? ¿Cómo se podía identifi car partes del cuerpo si se encontraran—cuando sobre documentos no existían sus nombres? Las familias de las personas que se sabía estaban allí tuvieron trabas al querer procurar partidas de defunción entre el caos que reinaba. Algunos patrones poco cooperativos querían mitigar el agravio de las complicaciones a continuación del desastre.
Este mes, familia inmediata de quince de los una-vez-muertos invisibles – esposos, padres, hijos que también carecían de documentos – recibieron estatus legal temporal del Departamento de Seguridad Nacional. Desde el 11/09 han vivido con el miedo de ser deportados, en gran parte invisibles ellos también durante los últimos siete años.
La vida se volvió complicada incluso después que el Fondo de Compensación a Víctimas le otorgara entre $875.000 y $4.1 millones a las familias sobrevivientes de todos los que murieran.
Sin contar con números del Seguro Social ni otra identificación ofi cial, se vuelve difícil, sino imposible, el hacer depósitos bancarios, inversiones o tomar otras precauciones prudentes. Dos miembros del Congreso de los EE.UU. de Nueva York presentaron un proyecto de ley el año pasado que otorgara visas de residencia permanente a familia inmediata de los trabajadores indocumentados que resultaron muertos. Varios “Walter” en la Cámara de Representantes de los EE.UU. se opusieron a la medida, exigiendo “la seguridad” que los inmigrantes mismos no fueran terroristas ni criminales. El estatus legal temporal para los quince podría abrir la puerta a recibir permanencia legal.
El periódico The New York Times incluyó 26 comentarios que recibió en línea al publicar el anuncio del Departamento de Seguridad Nacional el 15 de agosto. Con algunas excepciones, fueron compasivas las reacciones de los lectores. Note2self escribió: “¡Excelente movida! Los indocumentados fueron víctimas anónimas de esta tragedia”.
Algunas personas solícitas como MdeG dijeron, “Las familias de ellos han quedado tan desconsoladas como las de los ciudada- nos. Tienen aún que comer las parejas y los hijos. Sé compasivo, por favor”.
Esta reacción llegó después de ver que otra persona odiosa pusiera,
“¿No sabes lo mucho que $875.000 o $4.1 millones serían de beneficio anuestras escuelas, nuestra fuerza del orden, NUESTRA MALDITA PATRULLA FRONTERIZA?’ A lo cual Ed respondió, “Un millonario no va a ser una carga sobre nuestros programas sociales. Hacer esto es lo correcto, obviamente”.
MailOrderBride sencillamente lo dijo tal como era: “¿Tu implicación es que el tener estatus de extran- jero sin autorización es una negación del sufrimiento de la tragedia ocurrida el 11/09?
Pero Alpal, como Walter, respondió, “No comprendo. O estás aquí legalmente o no. Si estás aquí ilegalmente, y te mueres el 11/09 no signifi ca que te den una tarjeta verde”.
Esta lógica podría salir de la boca de Walter como otro ejemplo de su humor cínico, ya que Walter no es un ser humano. Pero de la boca de un ser humano, pierde la gracia.
[José de la Isla, autor de “The Rise of Hispanic Political Power” (Archer Books, 2003), redacta un comentario semanal para Hispanic Link News Service. Comuníquese con él a: joseisla3@yahoo.com].