por José de la Isla
HOUSTON – La Asamblea Nacional Hispana Republicana (RNHA) liderará lo que describe como un “nuevo diálogo para recobrar su competitividad’’ el ganar el voto hispano en foro de dos horas y una “franca discusión” en Washington, D.C. el 19 de noviembre.
“El Partido Republicano no puede esperar recobrar la mayoría de gobernadores o ganar las elecciones nacionales sin mejorar significativamente sus resultados entre los votantes hispanos”, advirtió RNHA anunciando el evento de desayuno de $50 copatrocinado por el Fondo de Liderazgo Hispano y Americans for Tax Reform.
Entre los líderes mayores del partido que participaron junto con el Presidente de RNHA, Danny Vargas está Michael Steele, recientemente electo presidente para el Comité Nacional Republicano.
Siguiendo la elección de Steele para ese puesto de liderazgo, la activista del GOP, Leslie Sánchez ponderó si es que los dos partidos políticos serían capaces de mirar más allá de los estereotipos de los latinos, mientras compiten por atraerlos.
El año pasado, Sánchez escribió “Los republicanos: Why Hispanics and Republicans Need Each Other” (Por qué los Hispanos y Republicanos se necesitan mutuamente), un libro que atrajo la atención de los medios, pero aparentemente cambió pocas mentalidades dentro del partido.
Su pregunta es si los hispanos elementales, dejando los estereotipos de lado, pueden ser ricos y pobres, emprendedores y los sin trabajos, pioneros coloniales y las llegadas de ayer. La disposición de mantenerse unidos como una comunidad es la Fortaleza que se registró en las elecciones presidenciales de noviembre pasado.
A pesar de algunas posturas que mantienen lo contrario, la verdad histórica es que los hispanos son aproximadamente dos tercios demócratas y un tercio republicanos. Hay excepciones, claro, y el 31 por ciento del voto latino para John McCain en noviembre estuvo cerca de esta marca.
Sánchez reconoce que los republicanos deben ganar al menos 35 por ciento del voto hispano para permanecer viable en futuras carreras presidenciales.
Como muchos republicanos desde los 1970s, ella se concentra en la afi nidad con emprendedores, clase media y los más móviles hacia arriba como los mejores reclutas.
El problema con el clasismo es que forma una cuña entre los latinos como comunidad de intereses.
Esta mirada fue recientemente rechazada cuando los latinos de diferentes niveles de ingresos y estratos profesionales fueron golpeados en la cara con la realidad de que el discurso de los anti-inmigrantes adversos en realidad brush-paint sus propias familias. Muchos de los que pensaron que fueron aceptados en el medio de clases media y alta descubrieron que todavía eran percibidos como extranjeros.
Surge la pregunta de que si es posible ser un Republicano respetable y, al mismo tiempo, un latino.
Al permitir a los radicales anti-inmigrantes volverse locos, dividir y conquistar clases políticas, mientras el partido predica que hay espacio para todos.
También se perdieron los intereses por la justicia de oportunidades, buenas escuelas, la representación democrática y el gusto. Ningún partido tiene una patente sobre tales valores.
El desafío ante el presidente Steele no se trata de cómo atraer a los votantes latinos hacia el existente Partido Republicano, sino cómo probar a los hispanos que el partido es capaz y merecedor de su participación. De dónde vendrá la próxima generación de candidatos moderados y sensibles del GOP, los que hacen más que dispara
