miércoles, diciembre 25, 2024
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¿Realmente pensaste que Bernie Sanders estaba jugando derecho?

by Jon Rappoport

— Bernie Sanders no puede simplemente hacer guiños a sus seguidores, haciéndoles saber que está fingiendo su respaldo a Hillary. Está en las garras del pulpo. Poniendo hojas en el nido del buitre. Está enviando pintas de sangre al vampiro —

Los seguidores de Bernie Sanders están gimiendo, llorando y chasqueando los dientes. Oh la traición. Oh el horror.

Él ¿qué? ¿Respaldó a Hillary para Presidente?

Sí, en efecto.

Ellos apoyaron y votaron por Bernie porque era izquierdista e independiente, y estaba por encima de la política del partido. Él estaba para el pueblo. Y ellos odiaban a Hillary.

Pero ahora, Bernie ha declinado a favor de ella.

Sin duda. El ejército leal a Bernie no sólo luchaba vehementemente contra Trump. Repudiaban que Hillary ganara la presidencia.

Y ahora su héroe, su ídolo, el “último hombre honesto en la política norteamericana”, se ha pasado al Lado Oscuro.

Bueno, hay que recordar que renunció a su viejo estatus de independiente cuando entró a la contienda presidencial. Se unió al Partido Democrático; conocía la puntuación;  entró al equipo. Sabía que, si perdía, iba a tener que respaldar al candidato democrático. Cumplir su papel, y no salirse del juego.

Él no puede simplemente hacer guiños a sus seguidores, haciéndoles saber que está fingiendo su respaldo a Hillary. Está en las garras del pulpo. Poniendo hojas en el nido del buitre. Está enviando pintas de sangre al vampiro.

Este es el momento para la política democrática. Esta es su Liga mayor. Es cuando se hacen los compromisos y se cierran los pactos. Y Bernie no está sintiendo el mismo fuego, está sentado allí solo junto a otros partidistas, simuladores y propagandistas, operadores de mano dura y criaturas de la noche.

Como último suspiro, Bernie trató de colocar un ladrillo en la plataforma democrática al oponerse al TPP, otro injurioso tratado globalista. Y falló. Esa hubiera sido una buena oportunidad para retirarse y tomar un lugar contra el Partido y volver a ser independiente –pero eso no ocurrió. Bernie se tragó la pastilla envenenada.

Reúnase con mister Sanders, demócrata, un soldado obediente en las filas.

Hillary, la señora Darth Vader, sin casco, su rubia cabellera volando en el viento, avanza en la línea, inspeccionando las tropas. Cuando llega a Bernie, hace una pausa e inclina la cabeza a una pulgada de él en reconocimento. Él era, en pocas palabras, un oponente menor. Bernie parpadea, como un recluta perdido a mitad de una pesadilla que no sabe cómo llegó a ese momento. Ella avanza. Está en su camino. Ve el futuro.

De lejos, en la distancia, se escucha un grito de angustia de una enorme masa hecha jirones de Los Decepcionados. La gente de Bernie.

Burlado de nuevo. Engañado. Libérese de la visión pasajera de la utopía de igualdad de papel maché.

¿Realmente pensaron ellos que Bernie estaba jugando derecho? ¿Realmente pensaron que estaría por encima de la corrupción?

Lo que ellos y el resto del público norteamericano no calcularon fue: esta fue una campaña presidencial única en toda la historia moderna. Había dos candidatos principales (Bernie y Trump) quienes, si bien se odiaban mutuamente, estaban por lo mismo: la derrota del globalismo. La derrota de los tratados de comercio globalistas que destruyen a las comunidades a lo largo de la tierra, mientras los trabajos huyen al extranjero y las grandes corporaciones establecen mercados en lugares donde usan esclavos virtuales para producir bienes que luego son vendidos de vuelta en los Estados Unidos, lejos de impuestos justos, tarifas o castigos de cualquier tipo. De modo que la economía norteamericana se hunde cada vez más profundo en un pantano masivo.

Y entre esos dos principales candidatos, Bernie y Trump, que se encontraban en los dos extremos del espectro político, pero que estaban abogando por lo mismo: Hillary Clinton, archi-Globalista, ha estado cruzando la banda en su dorada limusina incrustada de joyas, sonriendo, riendo y confabulando en su camino a la Oficina Oval.

Ella agita la cabeza en su pura belleza. Divide y vencerás está, de nuevo, funcionando como un encanto.

Y será mejor que lo crea, ella sabe que un buen número de esos jóvenes que protestan en sus propias ciudades son los hijos e hijas incomprendidos de padres y madres y sus padres y madres que fueron despedidos del trabajo, echados a la calle por los programas y planes globalistas. Ella lo sabe.

Y no le importa.

Y el ritmo continúa.

—Adiós, Bernie. Tuviste tu momento.

Inflaste tu globo, luego dejaste que se le saliera el aire, seguiste caminando y te uniste al equipo.

Se plegaron las sillas, se quitaron las banderas, se apagaron las luces, etapa de salida de la izquierda.

El regreso a casa de Bernie, en la carretera, en Washington, donde las sanguijuelas juegan su juego grotesco.

 (Jon Rappoport es autor de tres colecciones explosivas: The Matrix Revealed, Exit From The Matrix, y Power Outside The Matrix.)

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