por Janet Murguía
Las campañas presidenciales del Senador John McCain y el Presidente electo Barack Obama simbolizó un cambio fundamental en la historia de nuestra nación, pero otro actor significativo también surgió como un elemento destacable en las elecciones presidenciales de 2008— el votante latino. Con un número récord de votantes e importantes poblaciones en estados más disputados, se puede argumentar que los votantes latinos decidieron el destino de esta nación.
Las elecciones presidenciales de 2008 han marcado un capítulo clave en la historia de EE.UU. El camino hacia la Casa Blanca estuvo marcado con notables primeros en algo, produciendo el primer importante candidato latino que se presentaba a presidente, la primera mujer en el ticket presidencial del Partido Republicano, el primero afro-norteamericano nombrado para liderar un importante partido político en una elección presidencial y, finalmente, el primer presidente afro-norteamericano de Estados Unidos.
Los electores latinos estuvieron entre la demografía más cortejada y debatida esta temporada de campaña. Por primera vez en la historia, ambas campañas buscaron activamente el voto latino. En los pasados dos ciclos electorales, el Partido Republicano hizo un esfuerzo vigoroso para atraer y energizar los votantes hispanos, mientras las campañas Demócratas rechazaron poner el mismo esfuerzo, si es que hubo alguno.
Este año, tanto el Senador McCain como el Presidente electo Obama buscaron el voto latino a través de avisos en español, haciendo fuertes campañas en las comunidades hispanas y apareciendo en eventos latinos.
A pesar de que la comunidad latina es el segmento que crece más rápidamente de toda la población de EE.UU., habiendo aumentado las tasas de inscritos, y jugando un rol clave en las elecciones de 2004 y las de medio plazo en 2006, los expertos dudaban del potencial del voto latino en la elección presidencial de 2008.
Han habido personas más negativas que buscan subestimar el masivo registro de votación y los esfuerzos de saquen el voto, prediciendo que los votantes hispanos no irían a las urnas.
El 4 de noviembre los hispanos les demostraron que estaban equivocados. Las encuestas a boca de urna revelaron que al menos diez millones de latinos emitieron su sufragio, un aumento de 32 por ciento respecto de la elección presidencial de 2004 y capturó el 66 por ciento del voto latino.
Los analistas también se equivocaron cuando se preguntaron si es que los latinos votarían por Barack Obama porque es afro-norteamericano, sin reconocer la historia común de lucha y esperanza entre las comunidades latinas y afro-norteamericanas en Estados Unidos. Los críticos confi aban en las tensiones entre los afro-norteamericanos y los hispanos, que fueron precipitadas por la explotación del Censo de 2000, que anunciaba que los hispanos se han convertido en la minoría más grande del país.
Los miembros de los medios y otros explotaron las noticias, convirtiendo el Censo en una historia de ganadores y perdedores, declarando a los latinos la “minoría mayoritaria”.
Aunque tanto los votantes afro-norteamericanos como los latinos pusieron estos conflictos de lado para votar sobre los temas que les interesan más a todos los residentes de EE.UU.— economía, educación y salud— no hay duda de que las tensiones entre los grupos— competencia económica acrecentada por prejuicios de larga data, incomprensiones y estereotipos negativos- todavía debe ser abordada por los líderes de ambas comunidades.
Hace poco me reuní con Benjamin Jealous, presidente y CEO de NAACP, poco después de ser electo para el cargo, y esperé continuar con las discusiones y trabajar con él y otras fi guras clave en las comunidades hispanas y afro-norteamericanas, para que podamos continuar escribiendo juntos este capítulo especial en la historia de nuestra nación. Uniéndonos para confrontar nuestras diferencias es la única forma de unir lo que divide a nuestros grupos. Aunque nuestras experiencias en este país han sido diferentes, tenemos más cosas que nos unen que de aquéllas que nos dividen.
Ambas comunidades han confiado en la esperanza para un mejor mañana para las futuras generaciones, esperanza de eliminar el odio y esperanza de una nación más fuerte para todos los pueblos. El 4 de noviembre esta esperanza fue traducida en votos. El 4 de noviembre, nuestras preocupaciones comunes y esperanza para el futuro sobrellevaron cualquier tensión que exista entre nuestras comunidades. El 4 de noviembre, nos unimos y dejamos de lado nuestras diferencias.
A través de esta campaña, el Presidente electo Obama nos recordó qué significa la esperanza. Energizó una multitud de nuevos votantes con su llamado por un mejor mañana y juntos traer el cambio a través de la responsabilidad colectiva. Es nuestra obligación no sólo creer en nuestro poder de materializar este cambio, sino continuar con nuestra esperanza en la acción, tal como lo hicimos el día de las elecciones. El 4 de noviembre fue sólo el comienzo de lo que podemos lograr juntos.
(Janet Murguía, presidenta y CEO del Consejo Nacional de La Raza, la organización más grande de defensa y derechos civiles, escribe un comentario mensual para Hispanic Link News Service. Puede ser contactada en opi@nclr.org).