«El nuevo alcalde Daniel Lurie debe actuar para preservar los quioscos de prensa de la comunidad de San Francisco»
por Marvin Ramírez
Con reportes de Julia Gitis
San Francisco, conocida por sus valores progresistas, ahora enfrenta críticas por una decisión que socava sus diversas comunidades: la eliminación de los quioscos de prensa administrados por la ciudad. Esta medida amenaza con silenciar a los medios independientes, que amplifican las voces marginadas. Para una ciudad que se enorgullece de su inclusión y libertad de expresión, esta decisión se siente a la vez contradictoria y desalentadora.
Los periódicos comunitarios como El Reportero son salvavidas culturales. Destacan historias que los medios tradicionales pasan por alto, promueven la alfabetización y preservan los idiomas y las tradiciones. Sin embargo, en lugar de apoyar a estos medios vitales, la ciudad parece decidida a borrarlos. La desaparición de los quioscos de prensa verdes, que alguna vez fueron elementos fijos de las calles de San Francisco, refleja un problema más amplio: la marginación de los medios independientes en favor de plataformas digitales controladas por gigantes corporativos. Tomemos como ejemplo a Ken Cacich, un residente de Lower Polk de 72 años. Durante décadas, dependió de periódicos impresos como el Bay Area Reporter para obtener noticias. “Uno por uno, están desapareciendo”, dice. Para las personas mayores como él y para quienes no hablan inglés y prefieren los formatos impresos a los digitales, estos quioscos eran puertas de acceso a la conexión con la comunidad. Su eliminación parece una traición a quienes no tienen los medios (o el deseo) de conectarse a Internet.
La ironía es cruda. En la década de 1990, San Francisco centralizó los quioscos de noticias individuales en quioscos verdes propiedad de la ciudad, abordando las preocupaciones sobre el desorden y manteniendo al mismo tiempo un acceso equitativo a las publicaciones. Estos quioscos se convirtieron en centros para descubrir joyas locales como El Tecolote, The Potrero View y The Sunset Beacon. Pero a medida que el periodismo impreso se enfrentaba al declive, la ciudad cambió sus prioridades y descartó estos quioscos como una “plaga”.
Mantener quioscos individuales es prohibitivamente caro para los pequeños publicadores. Los costos de reemplazo ascienden a cientos de dólares, y la ciudad exige un seguro de responsabilidad civil de un millón de dólares, algo inasequible para los medios que ya tienen dificultades económicas. Incluso los periódicos que cumplen con la normativa se enfrentan al vandalismo o a la retirada de los estantes sin previo aviso. Como editor de El Reportero, he gastado miles de dólares en estantes, solo para verlos desaparecer inexplicablemente. A menudo parece un esfuerzo intencional para suprimir las voces independientes.
El Departamento de Obras Públicas afirma que los estantes se confiscados después de repetidas advertencias sobre los grafitis. Sin embargo, las advertencias que alguna vez llegaron por correo electrónico han desaparecido, dejando a los publicadores desinformados. Paul Kozakiewicz de Richmond Review y Steven Moss de The Potrero View cuentan experiencias similares, con estantes retirados y multas por grafitis que superan los ingresos generados. Estos desafíos han obligado a muchos a abandonar por completo los estantes de las calles.
Para los lectores impresos, esta pérdida se siente profundamente. Cacich, por ejemplo, prefiere los periódicos a las pantallas. «Soy anticuado», dice. «Me gusta un periódico en papel y tinta». Fadi Berbery, propietario de Smoke Signals, una tienda de Polk Street, confirma que la impresión sigue teniendo una fuerte demanda entre todas las edades. Los lectores más jóvenes también valoran la experiencia táctil de pasar las páginas.
La eliminación de los quioscos de periódicos en San Francisco refleja una tendencia más amplia que prioriza los medios digitales y descuida a los residentes menos expertos en tecnología. La distribución de periódicos a través de empresas locales es una solución imperfecta; los periódicos escondidos en cafés o librerías carecen de la visibilidad de los quioscos en las aceras. Jason Feng, que regenta un quiosco de periódicos en North Beach, enfatiza la importancia de la accesibilidad y señala que muchos dependen de su quiosco a diario.
Esto es más que una cuestión logística; es cultural. Los quioscos de periódicos alguna vez ofrecían encuentros fortuitos con historias que los lectores tal vez nunca buscarían en línea. Simbolizaban la libertad de expresión y el compromiso comunitario. Su ausencia disminuye el paisaje urbano y estrecha las vías para que diversas perspectivas lleguen al público.
A medida que San Francisco se acerca a la eliminación definitiva de los quioscos administrados por la ciudad, insto al alcalde recién investido Daniel Lurie a que revierta esta política perjudicial. La ciudad debería apoyar a los medios independientes subvencionando los costes de los quioscos, agilizando los permisos o restableciendo los quioscos centralizados. Además, se debería permitir a los editores poseer y mantener sus quioscos en las aceras sin temor a que los retiren arbitrariamente. Los periódicos comunitarios no son reliquias del pasado: son hilos vitales en el tejido de nuestra sociedad, especialmente para las nuevas generaciones. Perderlos significa perder una parte de nosotros mismos.
El declive del periodismo impreso es complejo, pero San Francisco, una ciudad celebrada por la innovación y la equidad, puede encontrar soluciones. Invertir en los medios locales reafirma un compromiso con la libertad de expresión y garantiza que se escuchen todas las voces, no solo las de los poderosos. Preservar los quioscos de prensa es algo más que una tradición: se trata de proteger los ideales democráticos que nos definen.
Y, por último, sería genial saber quién dio la orden de retirarlos.
– Este editorial se inspiró en un reportaje de Julia Gitis para Mission Local.