lunes, noviembre 25, 2024
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Piruetas y valses en Austin sobre México

por José de la Isla

José de la IslaJosé de la Isla

AUSTIN, TEXAS — En los dos minutos anteriores al debate de los demócratas sobre la primaria en Texas, Lou Dobbs vituperaba sus comentarios propagandísticos en el canal de cable CNN contra la tal llamada carretera de NAFTA (Tratado de Libre Comercio Norteamericano).

Mantuvo que los candidatos no se acercarían siquiera al tema por lo que “deja también divididos a los hispanoamericanos”. Los candidatos, sugirió, no querían perturbar el muy importante voto latino en Texas el cuatro de marzo.

En realidad, Barack Obama ya había admitido en Dallas que, “Tenemos que mejorar nuestra relación con México para que su economía produzca empleos de ese lado de la frontera”.

Durante el debate, Obama dijo que George Bush “ha estado tan obsesionado con Irak que no hemos visto el tipo de asistencia y trabajo el colaboración que aseguraría que la economía mexicana funcione no sólo para los muy pudientes en México, sino también para toda la gente”.

En el salón de la manipulación favorable del mensaje de cada candidato, le pedí a la representante del estado, Ana Hernández, sustituta para Obama, que me explicara lo que Obama quería decir. Hija de inmigrantes mexicanos cuyo padre quedó desempleado antes de irse hace mucho tiempo, dijo sin ambages que México no cuenta con una clase media. “Tienen que arreglar su política económica. La economía mexicana está desbaratada”.

Lo de la clase media parece ser una creencia curiosa y popular. Sin embargo, la revista Business Week reportó en el 2006 que, “La clase media mexicana se infló ‘a prácticamente el 40 por ciento de todos los hogares mexicanos, versus el 30 por ciento hace unos pocos años”.

En octubre del año pasado, el ex presidente de México, Vicente Fox, se encontraba en Houston promocionando su libro y jactándose del ascenso de la clase media – tras un declive trágico en las décadas de los 1980 y 1990.

Parece que no lo entendemos por entero. Sí, el crecimiento en México es demasiado lento. Requiere de reformas. Pero la imagen que dibujamos es de una economía que está en sus últimas.

Esta Navidad pasada, los consumidores mexicanos hicieron aumentar el gasto por motivo de al por menor de lado estadounidense de la frontera en un cinco por ciento, mientras que el resto de los Estados Unidos se estancó o peor.

Que eso sirva de recordatorio de la vida real sobre cómo México, nuestro tercer socio comercial más grande no sólo toma sino que también da. No hay necesidad de fi ngir la verdad del tema. Y los temas mutuos entre nosotros y México no tienen que ver solamente con la inmigración.

Queda abundantemente claro, por ejemplo, que nuestro hábito de consumo ilícito de drogas promueve el crimen y la corrupción en México. Entonces, es importante controlar la ilegalidad al lograr control sobre nuestros hábitos de consumo de drogas. Es por esto también que fue asombroso que Obama sonara como Nancy Reagan articulando “di que no simplemente” en un programa de cuatro puntos para discusiones con México que incluía inversión en la educación anti-drogas de ambos lados de la frontera.

¿Qué cosa?

Algo como el tratamiento, la legalización y el eliminar la ganancia económica del tráfi co de drogas tendría más sentido.

Federico Peña, anterior secretario de transporte bajo Bill Clinton y un asesor de Obama, me dijo después del debate que lo que se necesita es reemplazar la política latinoamericana de Bush con “una manera que toda la gente se benefi cie”.

Hasta el momento no hay mucho que mostrar sobre cómo se logra eso.

Sin duda son buenas las intenciones. Pero, ¿dónde están las ideas? ¿Cuándo se pondrán instructivos los candidatos sobre la realidad práctica de la vida en América del Norte? ¿Se nos está dando más fe que hechos? O por Dios, se nos está dando piruetas de vals otra vez.

Le planteé la declaración de Obama al congresista Henry Cuéllar, quien se encontraba en el salón a favor de Hillary Clinton. Su distrito en Texas tiene frontera con México, y fue el único en traer a colación el tema de la soberanía. “Ellos (México) tienen que idear sus propias soluciones. No podemos estar diciéndoles lo que tienen que hacer”, dijo Cuéllar.

Esa noche había más títulos universitarios congregados en la Universidad de Texas salvo el día de la graduación. Aquí se encuentra la escuela de políticas de renombre internacional, Lyndon B. Johnson. La universidad tiene una de las mejores colecciones de biblioteca sobre América Latina en todo el mundo.

Fue sorprendente que la conversación sobre políticas fuera algo hueca. Hasta tímida.

Si, como tanto sugiere la gente de Obama, la transparencia es el camino a lograr mejores políticas, quisiera recordarles que 7,6 millones de personas los veían por CNN y Univisión.

[José de la Isla, autor de “The Rise of Hispanic Political Power” (Archer Books, 2003), redacta un comentario semanal para Hispanic Link News Service. Comuníquese con él a: joseisla3@yahoo.com]. © 2008

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