por Víctor Franco Alonso y Agustín Charles
En un acto de solidaridad y protesta, miembros del grupo de consumidores “Alianza de Californianos por el Fortalecimiento de la Comunidad” (ACCE) marcharon hacia el banco Wells Fargo el día 1 de septiembre en San Francisco, para evitar el procedimiento de desalojo de Rhina Alfaro, una de sus prestatarias.
El asunto es el “interés de tasa variable”, modificación-cesión de préstamos, con el que los prestamistas que tienen dificultades para realizar los pagos de sus hipotecas puedan disponer de préstamos de sus casas “estirados hacia fuera” por un largo periodo de tiempo. Con ello, podrían reducir sus pagos mensuales.
Más simple: así es como esto funciona. Imagina que tienes un préstamo “fijo” de 15 años y que tus pagos son de $1500 al mes con una tasa de 6.8 por ciento de interés. No puedes hacer una nota de $1500 al mes, por lo que para bajarlo tienes que modificar el préstamo a uno de 30 años.
Ahora, pongamos que su hipoteca es de $850 y todo está bien. Un año después, a través de una subida de las tasas de interés de, por ejemplo, un 9.7 por ciento y el pago de su préstamo ajustable, su prestamo sube a $1050 al mes y no lo puedes pagar. No solo eso, sino que de repente debes al banco mucho dinero. Por eso es que los estadounidenses están perdiendo sus hogares a través de ejecuciones hipotecarias a un ritmo tan alarmante.
Esto es exactamente lo que sucedió con Rhina Alfaro. Ella asegura que Wells Fargo acordó un ajuste temporal de pagos por seis meses pero que más tarde retiró su oferta modificando su préstamo. Por el contrario, ellos hicieron una ejecución hipotecaria de su préstamo. Esto ocurrió en 2009.
Rhina, por tanto, contrató a un abogado por una suma de varios miles de dólares. El abogado tomó el dinero, no hizo nada y, finalmente, ni siquiera se molestó en devolver las llamadas de Rhina.
Alfaro también tiene dificultad para hablar y entender inglés, por lo que siente esto cambia también su situación.
“Yo estaba dirigida a una hipoteca con una tasa de interés terrible, difícil de ajustar”. “He intentado trabajar con un banco. Me fue dada una modificación de prueba. Hice mis pagos por los últimos seis meses y fue entonces cuando me dijeron 7que no podía calificar para una modificación de la cesión permanente”, sostiene Rhina.
En plena desesperación, Alfaro terminó pagando más de $11.000 a dos ejecuciones hipotecarias “estafa” que se comprometieron a remediar la situación. “En cambio, me dio un consejo defectuoso y se llevó mi dinero sin ayudarme”.
El 1 de septiembre, Wells Fargo informó a Alfaro de que tenía una semana para pagarlo. Y el banco cumplió su amenaza, porque dos semanas más tarde un ayudante del sheriff le hizo entrega de un aviso de desalojo.
Los Defensores de la Liga están presionando a las instituciones de crédito para que cambien sus prácticas bancarias en cuanto a la forma en que manejan las situaciones en que los propietarios de viviendas (prestatarios) están con “el agua al cuello” (es decir, con dificultades para hacer los pagos de su hipoteca). Para ello, abogan por que los bancos sólo utilicen el proceso de ejecución hipotecaria cuando han agotado todos los esfuerzos posibles para intentar de nuevo trabajar con propietarios de hogares.
Debido a que Alfaro y la ACCE presionaron a Wells Fargo, el banco cedió y permitió a Alfaro quedarse en su casa.