por Adolfo Flores
Para quienes han seguido su carrera de cerca y otros que lo conocieron sólo como un mártir, pronto tendrán una nueva forma de recordar al periodista chicano pionero Rubén Salazar. A principios del próximo año, será inmortalizado en estampillas de primera clase.
Las hazañas internacionales de Salazar en Los Angeles Times incluyeron el desempeñarse como corresponsal en Vietnam y presidente de la oficina para América Latina en Ciudad de México. Al regresar a Los Ángeles, investigó y expuso sobre la britalidad policial como columnista del Times y director de noticias de la estación de televisión en español de la ciudad KMEX.
Durante la marcha Nacional Chicana de Moratoria por el Este de Los Ángeles el 29 de agosto de 1970, su ascendiente carrera fue cortada a la edad de 42 años. Un vice Comisario del Condado de L.A. le disparó con un proyectil de gas lacrimógeno y para perforar blindajes.
Murió instantáneamente en el Silver Dollar Cafe, donde él y su equipo tomaban un descanso de almuerzo. Un juez de instrucción del jurado declaró solamente que había muerto “a manos de otro”. Ni siquiera se levantaron cargos.
Hace tres años, la ex periodista Olga Briseño, quien dirige Media, Democracy and Policy Initiative en la Universidad de Arizona en Tucson, eligió comenzar una campaña para compartir la historia de Salazar con una estampilla conmemorativa.
“Él fue muy existoso, un periodista muy respetado en un momento cuando había un gran cambio en cómo los latinos se veían a sí mismos y cómo eran tratados”, dice.
Mientras esperaba en una conferencia del Consejo Nacional de La Raza, se encontró con el portavoz de Correos de EE.UU. Augustine Ruiz Jr. Le preguntó por qué César Chávez era el último latino en ser conmemorado en una estampilla.
“¿A quién recomendaría?”, contestó Ruiz. Briseño recomendó a Salazar.
Ruiz siguió siendo consejero para Briseño a través de todo el proceso.
El año pasado Briseño envió a Citizens Stamp Advisory Committee un paquete que pesaba exactamente diez libras. Incluía resoluciones y más de 1,300 fi rmas de legisladores estatales y de EE.UU. hasta gente en cafés de todo el país.
El comité revisa 50,000 postulaciones al año, dice Ruiz. De ellas, sus miembros recomendaron 30 al Jefe de Correos General, quien realiza las selecciones fi nales.
La estampilla de 4 centavos de Salazar será una en un bloque de las que honran las contribuciones de cinco destacados periodistas. Se espera que el bloque sea divulgado en marzo próximo, el mismo mes que el cumpleaños de Salazar. Los nombres de los otros periodistas serán revelados en un evento en el Hotel JW Marriott en Washington, D.C., el 5 de octubre.
Salazar comenzó su carrera en El Paso Times, a través del río de Juarez, México, donde nació. Lisa Salazar Johnson, una de sus tres hijos, tenía nueve años cuando su padre fue asesinado.
Al principio nadie quería decirle lo que había pasado, recuerda. “La TV estaba encendida y decía “Periodista Salazar Asesinado”. No sabía lo que eso signifi caba”.
En ese momento, su abuela le explicó lo que había pasado. Johnson dice que no puede creer que después de 37 años el nombre de su padre aún signifi que algo.
Ella dice que trabajará para asegurarse que continúe siéndolo hasta mucho después de que salga la estampilla.
Danny Villanueva, quien era gerente general de KMEX cuando Salazar murió, recuerda que cuando Rubén recibió correos odiosos por exponer la incorrecta conducta de la policía, él pegó las cartas en la muralla de su ofi cina. “Él decía, si están tan enojados como para escribir, por lo menos él los había hecho pensar en el tema”.
Las historias de Salazar lo pusieron bajo el radar de la policía hasta el punto de que Villanueva fue visitado por algunos representantes del departamento.
Aunque nunca lo pidieron directamente, dejaron en claro que querían a Salazar muerto. “Cuando me negué, dijeron que tenían un gran archivo sobre mí también”, recuerda Villanueva.
Él defi ne a Salazar, “Era muy honesto. Era inquebrantable. Habría atacado a políticos latinos si hubiera pensado que estaban equivocados en algún tema. Si eso molestaba a alguien, qué pena”.
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