martes, julio 16, 2024
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Para ver el futuro, desfragmentar a los latinos

by José de la Isla

José de la IslaJosé de la Isla

HOUSTON – La percepción de lo latino ya no se puede dejar sin analizar. El problema surge con la publicación de un libro de ensayos que editara Henry G. Cisneros, una vez secretario de Vivienda bajo Clinton y exalcalde de San Antonio.

“Latinos and the Nation’s Future”, publicado por Arte Público Press, salió el 26 de enero en Washington, D.C. en un evento del Center for American Progress, un centro de investigación aliado con la administración de Obama.

El dilema se ilustra mejor con la generalización que se encuentra en el prólogo que escribiera Janet Murguía, presidenta del Consejo Nacional deLa Raza, en el que dice que los inmigrantes están asimilándose bien pero que como conjunto, los latinos están rezagados en cuanto al logro académico, al nivel salarial, que tienen empleos que no llevan a nada, que crecen por números exponenciales y que “ponen en riesgo el futuro de nuestro país entero”.

¿Qué cosa?

Para ser perfectamente franco, si la nación está pendiente de un hilo no quieres que un debilucho ciego y cojo te venga a rescatar, es lo que parece ser lo que dice.

Y los defensores de los latinos con buenas intenciones a veces tienen argumentos apocados para describir la fuerza de los latinos. Ese es el caso con Murguía, y también el del libro de ensayos por completo.

No ofrece lo suficiente en cuanto a la claridad mental y la perspicacia, como pudiera. Presume que el público lector es ingenuo. Tiene que poner más atención en realzar las fuerzas de los latinos, y menos en rogar beneficios de programas gubernamentales. Pero supongo que es difícil romper con los viejos hábitos.

Si este libro fuera una computadora, habría que deframentarle el disco duro. Cuales sean sus méritos, este tomo necesita de una limpieza a fondo.

La razón es que algunos de sus 17 colaboradores – no todos – como defensores de políticas a favor de los latinos han caído en una rutina que señala el fracaso social como una súplica de atención y de intervención del gobierno. Surge la perspectiva del trabajador social en un momento en el que ya se han ganado la tarima la organización sindical, la democracia y la ayuda propia. A veces los ensayos implementan un lenguaje acobadado y estadísticas y no aseveraciones valientes como podrían hacer las autoridades en cuanto a políticas.

Me dijo recientemente el antropólogo Barry Isaac, por ejemplo, que la elección de Obama no era una cambio paradigmático, sino que era la afirmación de lo que ya había ocurrido en la sociedad estadounidense.

De la misma forma, se necesita una afirmación de lo latino aquí en cuanto atañe el futuro de los Estados Unidos. Está en proceso un evitable sello latino, gracias a lo fundamental de lo demográfico, y el ascenso de tantos al rango económico de clase media. Lo que esto implica inevitablemente – así como lo hizo durante la época del presidente William McKinley en la década de 1890 – que el eje cultural de la nación está en proceso de transformación, también. Y esto implica que hay que encarar la verdadera historia de lo que está ocurriendo y cómo está transformando la nación.

Raúl Yzaguirrre, exdirector ejecutivo del Consejo Nacional de La Raza, redacta un ensayo excepcional sobre los derechos civiles (tema del que todo ciudadano debe tener conocimiento) y es probable que lo que escribe Tamar Jacoby tendría que servir de la última palabra sobre los inmigrantes y los nuevos en una nación nueva emergente.

Lo que frustra del libro es que no tiene una comprensión firme sobre lo positivo de lo latino – como dueños de empresas, como la vanguardia cultural y entre los usuarios más agresivos de computadoras y tecnología – o que serán los latinos que cambiarán la política del viejo sur.

Si oyeras a Frank Sinatra cantando hip-hop, ¿no te parecería que la vieja guardia estaba fuera de lugar intentando ser los del momento? Es lo que parece estar pasando aquí en el libro.

La clave se dio muy pronto. Había dos referencias a que la salsa estaba sobreponiéndose al catsup como el condimento preferido de la nación. Eso no es noticia. Mientras tanto, no parecen entender que en Anchorage, Alaska, para dar un solo ejemplo, hay 30 restaurantes latinos o que hay un puesto de tacos al norte del Círculo Polar Ártico.

Si oigo una vez más que la salsa más que el catsup es indicador del cambio, vomito.

[José de la Isla, autor de “The Rise of Hispanic Political Power” (Archer Books, 2003) redacta un comentario semanal para Hispanic Link News Service. Comuníquese ­con él a: joseisla3@yahoo.com). © 2009

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