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Opinión: ¿AMLO le está robando a Peter para pagarle a Paul con la reforma de pensiones?

por Instituto México/Centro Wilson

24 de abril de 202: La batalla del presidente Andrés Manuel López Obrador contra el neoliberalismo continúa a medida que se acercan las elecciones de junio y sus días como presidente disminuyen. El esfuerzo más reciente implica una importante propuesta de reforma al sistema de pensiones de México, una que espera que entre en vigor el 1 de mayo, Día Internacional de los Trabajadores.

El proyecto de reforma se alinea con el aumento del gasto público y la extensión de los programas sociales de AMLO, pero conlleva serias implicaciones a largo plazo. El enfoque político más conocido, y quizás el más eficaz, del presidente ha sido el de aumentar el gasto público para fortalecer la red de seguridad social para las poblaciones más vulnerables de México, grupos que históricamente han estado subrepresentados y pasados por alto en la esfera política mexicana.

Desde Jóvenes Construyendo El Futuro hasta una pensión universal estándar, AMLO y su gobierno han aumentado las apuestas en apoyo de estos grupos, triplicando el gasto en bienestar social de 8 mil millones de dólares al inicio de la administración de AMLO a 24 mil millones de dólares en 2024.

AMLO ha redoblado aún más su apuesta, prometiendo un aumento del 25 por ciento en el gasto social para 2024, totalizando 30 mil millones de dólares durante el año electoral. ¿Una coincidencia? Probablemente no.

El apoyo de los niveles más altos del gobierno de México a estos grupos históricamente marginados ha cosechado beneficios significativos para el propio AMLO y para el éxito electoral de su partido. Aunque Morena se convirtió en partido político oficial recién en 2014, ganó el cargo electo más alto de México apenas cuatro años después, con la victoria presidencial de AMLO en 2018.

Hoy en día, 22 gobiernos estatales de los 32 estados de México están gobernados por Morena. Es difícil imaginar el éxito vertiginoso de Morena sin el uso estratégico de programas sociales por parte de AMLO para conseguir el voto, especialmente entre estos grupos subrepresentados.

La primera mención de AMLO a la reforma de pensiones ocurrió en 2020, pero no se anunció formalmente hasta febrero de 2024, junto con 20 reformas adicionales que varían en términos de alcance e importancia. El tema de la reforma de las pensiones pasó a primer plano la semana pasada cuando la Comisión de Seguridad Social de la Cámara de Diputados votó sobre la propuesta.

En pocas palabras, la reforma propuesta busca modificar el artículo 123 de la Constitución mexicana para que los trabajadores de 65 años y más que hayan contribuido al actual sistema de pensiones de jubilación (que entró en vigor en 1997) puedan recibir una pensión al jubilarse igual a la salario mensual más reciente del empleado, pero no superior al salario mensual promedio de un trabajador del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) (alrededor de 16,777 pesos mexicanos o 983 dólares estadounidenses).

Estas pensiones son para trabajadores del sector formal, lo que significa que los trabajadores jubilados deben tener algún tipo de cobertura de seguridad social, ya sea del IMSS o del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Empleados del Estado (ISSTE).

Es importante señalar que sólo los trabajadores de la economía formal son elegibles para recibir fondos de pensiones, lo que excluye a una franja significativa de la población de México. Según datos publicados en enero, el 53.6 por ciento de la población económicamente activa a nivel nacional está empleada en el sector informal. Sin embargo, en estados del sur y sureste de México, las tasas de empleo informal son sustancialmente más altas que el promedio nacional, como en Oaxaca (73.7 por ciento), Guerrero (73.2 por ciento) y Tlaxcala (69.8 por ciento).

El sistema de ahorro para el retiro de México ha experimentado un cambio significativo en los últimos 30 años, en parte debido a la reforma implementada en 1997 durante el mandato de Ernesto Zedillo como presidente y durante el siguiente mandato presidencial de Felipe Calderón.

Según la ministra del Interior, Luisa María Alcalde, antes de 1997, los jubilados recibían una pensión mensual equivalente a su salario promedio de los cinco años anteriores a jubilarse. Por ejemplo, si un trabajador formal ganaba en promedio 10,000 pesos mensuales, su pensión de jubilación equivalía a 10,000 pesos mensuales. Actualmente, sin embargo, con la implementación de las reformas de 1997, un trabajador que gana 10.000 pesos mensuales sólo recibirá una pensión mensual de 2,700 pesos.

Para financiar este nuevo plan de pensiones, la administración de AMLO ha propuesto la creación de un nuevo fondo público, el Fondo de Pensiones del Bienestar. La controversia gira en torno de dónde vendrá su dinero.

Estos fondos de pensiones se pagarán desde cuentas que han permanecido intactas durante al menos tres años (es decir, sin retiros ni depósitos) y que pertenecen a jubilados de 70 años o más. Estos fondos actualmente están en manos de la Administradora de Fondos para el Retiro, más comúnmente conocida como Afore, y suman alrededor de 40 mil millones de pesos mexicanos, equivalentes a 2,300 millones de dólares.

Según Alcalde, el 0.4 por ciento de estas cuentas se encuentran intactas desde hace más de 10 años. AMLO sí señaló, sin embargo, que se implementarán protecciones para que los trabajadores o dependientes que luego reclamen sus fondos de jubilación después de que hayan sido incautados aún puedan acceder a ellos.

El Fondo de Pensiones de Bienestar también se financiará con dinero ahorrado por el gobierno mediante reducciones de gastos, la venta de bienes inmuebles gubernamentales no utilizados y el cobro de deudas. La aprobación de esta reforma requiere una mayoría de dos tercios de los votos en ambas cámaras del Congreso.

La oposición en México ha argumentado que la transferencia directa de dinero a un nuevo fideicomiso (fideicomiso) sin aprobación judicial viola el artículo 14 de la Constitución.

AMLO sostiene que el actual sistema de pensiones es un monopolio, con unos 10 bancos que actúan como administradores principales de los fondos. AMLO llegó incluso a decir que estas corporaciones financieras son tan poderosas que controlan los medios mexicanos y están liderando campañas de desprestigio contra la implementación de la reforma, equiparándola con un robo.

Según el presidente, estas críticas surgen porque la reforma perjudicaría a los propios bancos, no a los beneficiarios de las pensiones. El gobierno de AMLO dijo que quienes se oponen a esta reforma y crean una “campaña de mentiras” en su contra son los mismos que aprobaron las “reformas neoliberales de Zedillo y Calderón”.

La reforma fue aprobada en comisión el 15 de abril, con 19 votos a favor y 10 votos en contra. Luego, la legislación fue enviada a la Cámara de Diputados de México para su votación dos días después, cuando se descubrió que la legislación recibida difería sustancialmente del texto de la legislación original.

Por ejemplo, la legislación presentada el 17 de abril estipulaba que todas las cuentas individuales con Afore podrían transferirse al nuevo fondo de pensiones –no sólo aquellas que han estado inactivas–, una desviación significativa de la legislación original. La administración de AMLO ha minimizado significativamente el error.

Es innegable que el sistema de pensiones de México necesita una actualización, pero la reforma debe lograr un equilibrio “entre la responsabilidad social y la sostenibilidad fiscal”, debe tener en cuenta las restricciones en la economía mexicana y debe promover una estructura que “apoye la estabilidad macro y el desarrollo del mercado financiero en México”. AMLO se apresura a cumplir una promesa de campaña de reformar el sistema de pensiones sin considerar plenamente las implicaciones y desafíos a largo plazo que planteará esta reforma.

Según la agencia nacional de estadísticas INEGI, en 2020 había casi 10 millones de personas de 65 años o más en México, lo que constituía el 7.7 por ciento de la población del país. Se espera que esta cifra se duplique con creces para 2050, hasta el 16.5 por ciento, lo que presenta un desafío importante a la hora de proporcionar pensiones de jubilación, especialmente dada la reforma propuesta.

La prioridad de AMLO parece estar en el beneficio de corto plazo: aumentar la pensión para la población en edad de jubilación y así asegurar su voto en las próximas elecciones sin abordar adecuadamente el hecho de que este grupo demográfico seguirá creciendo sustancialmente. La reforma propuesta es apresurada y algunos analistas sostienen que es un impulso final para asegurar la victoria de Morena en junio.

Pero quizás la verdadera razón del apuro sea limitar la discusión y el escrutinio públicos. Sólo quedan unas pocas semanas para determinar el éxito del esfuerzo más reciente de AMLO por desmantelar las reformas neoliberales de sus predecesores y las consecuencias que dejó.

Alexandra Helfgott trabaja en la Oficina de Estrategias del Wilson Center, investigando y escribiendo sobre cadenas de suministro y energía. También lidera la Guía Electoral del Instituto México. Antes de unirse al Wilson Center, Alexandra fue becaria Fulbright García-Robles en México.

Descargo de responsabilidad: Las opiniones expresadas en este artículo son únicamente las del autor y no reflejan necesariamente las opiniones de Mexico News Daily, su propietario o sus empleados.

Este artículo fue publicado originalmente por el Instituto México del Wilson Center.

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