miércoles, diciembre 25, 2024
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Obama amenaza con vetar iniciativa militar porque protege a grupos religiosos

por Roger Severino y Melanie Israel
The Daily Signal

Un Día de Muertos, Franklin Roosevelt hizo una famosa petición a un país de muchas creencias que rezara para que Dios protegiese nuestras tropas, ya que “luchan para preservar nuestra república, nuestra religión y nuestra civilización” de la tiranía.
Dada nuestra tradición militar de defender la libertad religiosa de algún ataque, es desconcertante ver que el Presidente Barack Obama amenaza con vetar la principal autorización de una iniciativa de ley militar que contiene protecciones a la libertad religiosa.
La Ley de Autorización de la Defensa Nacional (NDAA, por sus siglas en inglés) es una iniciativa anual que instaura políticas y presupuestos para las fuerzas de combate de nuestra nación y actualmente está siendo negociada por ambas cámaras del Congreso en una conferencia antes de la votación final.
Incluida en la versión de la Cámara de la Ley de Autorización de la Defensa Nacional, hay una enmienda planteada por el Rep. Steve Russell, R-Okla., que aplica exenciones religiosas de décadas de antigüedad del Título VII de la Ley de los Derechos Civiles (1964) y de la Ley de Norteamericanos Discapacitados (1990), a subvenciones y contratos federales.
La Enmienda de Russell es una política sólida que evita que la administración despoje contratos y subvenciones de proveedores de servicios sociales basados en la fe, cuyas políticas internas de personal reflejan su fe.
Las escuelas de día judías y los centros de adopción católicos, por ejemplo, no son responsables, bajo el Título VII, de ser auténticamente judíos o católicos, y sus políticas de personal no deberían descalificarlos de las subvenciones y los contratos federales.
Pero la amenaza de veto de Obama es actualmente la prueba más poderosa de por qué se necesita la Enmienda de Russell. Demuestra que el presidente quiere libertad absoluta para discriminar contra proveedores religiosos de servicio social que interactúan con el gobierno —todo porque muchas organizaciones religiosas no van a endorsar la causa LGBT. El Congreso debería decir no al flagrante ataque del presidente a la diversidad religiosa.
Socavando la Libertad Religiosa
Durante décadas, la izquierda has intentado elevar la orientación sexual y la identidad de género a un estatus especial protegido a través del Congreso. Al ver el éxito relativo de utilizar el proceso democrático, la administración Obama en lugar de ello ha hecho varias proclamas que malinterpretan las protecciones existentes de los derechos civiles para incluir la orientación sexual y la identidad de género.
En julio 21, 2014, Obama giró una orden ejecutiva que elevaba unilateralmente la orientación sexual y la identidad de género al estatus especial de propuestas de contratos federales.
Como señaló nuestro colega Ryan T. Anderson en su momento, la orden “desestima las conciencias y libertades de la gente de buena voluntad que puede no compartir las opiniones del gobierno sobre temas de sexualidad. Todos los estadunidenses deberían ser libres de contratar con el gobierno sin consecuencias debidas a sus creencias razonables sobre cuestiones moralmente contenciosas”.
La orden ejecutiva dejó en su lugar la exención de personal religioso del Título VII. Y la Enmienda de Russell sólo reafirma esta protección mientras aclara que las organizaciones religiosas tienen el derecho de emplear gente comprometida que vive auténticamente de acuerdo con sus principios de fe. En pocas palabras, las organizaciones religiosas son libres de ser organizaciones religiosas.
Pero Obama interpretaría las protecciones religiosas existentes de una manera estrecha, para hacer que los grupos religiosos se inclinen por la agenda LGBT. Como se ve en los rubros de educación y salud de la identidad de género, en la práctica esto significa que se requiere que los baños y regaderas para los empleados destinados a mujeres sean abiertos a hombres biológicos que se autoidentifican como mujeres, independientemente de las creencias religiosas que profesen. La probada falta de respeto de la administración por la libertad religiosa en lo tocante a la orientación sexual y las políticas de identidad de género es una razón más que suficiente para mantener la Enmienda de Russell.
Reafirmar la Política a Largo Plazo Es Aparentemente Inaceptable
A pesar de la franqueza y los precedentes de la Enmienda de Russell, 42 demócratas del Senado escribieron al Comité de Servicios Armados del Senado pidiendo que la Enmienda de Russell sea despojada del lenguaje final de la Ley de Autorización de la Defensa Nacional durante la conferencia de negociaciones.
La carta afirma que los futuros empleados no deben ser “descalificados en un trabajo pagado con impuestos con base en la religión individual”. Excepto que no es así como trabajan típicamente los contratos federales. Las organizaciones existentes ofrecen contratos para producir servicios o productos con base en su habilidad para entregarlos, no para brindar a alguien “un trabajo financiado por los contribuyentes”.
Los programas en cuestión están diseñados para ayudar a los necesitados en la forma más efectiva y eficiente posible, y las organizaciones basadas en la fe han probado que a menudo son las mejores al brindar estos servicios sociales precisamente por su carácter religioso.
Pero además, el Título VII de la Ley de los Derechos Civiles ya protege específicamente la capacidad de las organizaciones religiosas para contratar con base en la religión, de forma que los que objetan la Enmienda de Russell no podrían probar por qué un sistema que ha sido afirmado por la Suprema Corte y ha servido bien al pluralismo religioso durante décadas deba hoy ser extirpado en lo tocante a contratos federales.
¿Mantendrá la línea el Congreso?
La Enmienda de Russell estaba incluida en la versión de la Cámara de la Ley de Autorización de Defensa Nacional y fue aprobada por un buen margen (277 contra 147) porque refleja lo mejor de nuestras tradiciones sin quitar nada a nadie.
El Congreso no debería permitir que la amenaza de veto del presidente obstaculice el paso de una política sólida, y la Enmienda de Russell es sólo eso —una continuación de sentido común de la política que ha servido a nuestra sociedad diversa desde 1964.

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