por Jorge Mújica Murias
Lo leí, cortesía de un “forward” de mi hermano el Gato Álvarez, y no lo creí. Busqué en varias agencias noticiosas para confirmarlo, costumbre de viejo y mañoso periodista que quiere reportar verdades y no chismes y sí, ahí están las notas, aunque no en las agencias mexicanas sino en la guatemaltecas yen El Mercurio digital, de España.
“La Superintendencia de Administración Tributaria (SAT) mexicana difundió la intención de construir un muro en el estado de Chiapas. Según el organismo la barrera sería para controlar el ingreso de mercaderías ilegales. El intendente de SAT, Raúl Díaz, indicó que el estado chiapaneco tiene intención de construir la muralla a orillas del río Suchiate, en la frontera entre ambos países. El motivo de la construcción sería evitar el paso de balseros con productos de contrabando. Además, Díaz agregó que podría también evitar el libre paso de inmigrantes ilegales”.
Sigo sin cree rlo a pesar de la confirmación. Peor aún, el anuncio está relacionado con la reacción al asesinato cobarde de 72 hermanos migrantes en Tamaulipas.
Pero caigo en la cuenta de que creerlo o no es simplemente una reacción de `shock’. Todo es cierto. Ahí está la nota y basta.Igual que ahí están los cuerpos, “apilados”, como dice Raúl Dorantes, “como cosas desechables”.
En una s egunda reacción, me doy cuenta de la verdad de la frase fascista aquella, mal atribuida a José Stalin y en realidad del periodista alemán Kurt Tucholsky, de que “una muerte es una tragedia, un millón es una estadística”. Es este caso son 72 las muertes, pero la cuenta real es de cerca de 10 mil; 10,000 inmigrantes cuyas vidas han sido trastocadas de una forma u otra, tratando de llegar a Estados Unidos.
Y no, no me refi ero a los 10 mil que han muerto al tratar de cruzar la frontera desde que el entonces presidente Bill Clinton inauguró el primer muro fronterizo y la fatídica Operación Guardián a mediados de los años 1990, sino a los 10 mil secuestrados en México por bandas de traficantes, narcos y autoridades.
Los otros 10,000
El número consta en el “Informe Especial de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH ) sobre los Casos de Secuestro en contra de Migrantes”, presentado en México el 16 de junio del 2009. Asegura la CNDH que “el secuestro de migrantes centroamericanos por parte de grupos armados es una práctica común”, y documenta el secuestro de 9 mil 758 migrantes, solamente entre septiembre de 2008 y febrero de 2009, casos “”en los que estuvieron implicados policías y autoridades mexicanas en colusión con el crimen organizado, en particular con Los Zetas e integrantes de la Mara Salvatrucha”.
La respuesta oficial mexicana era simple hasta hoy: “son los Zetas” y asunto arreglado. Desde hoy es el muro en Chiapas. Y “no hay”, dice Fernando Batista, titular de la quinta visitaduría de la CNDH “una disminución de los casos”, por “la impunidad”, y la falta de una “política pública concreta a favor de las y los migrantes por parte de los tres órdenes de gobierno, principalmente del federal”, aunque el mismo Instituto Mexicano de Migración, la Migra mexicana, “tiene contabilizado sólo en Tamaulipas el rescate de 815 inmigrantes centroamericanos”, y durante agosto la dependencia registró 130 de esos rescates en todo el país. Los secuestradores consiguieron, como resultado de sus actos, según la CNDH, rescates promedio de “mil 500 a 5 mil dólares”, unos “25 millones de dólares” en seis meses.
O sea que además de el clima que mata en el desierto, el Río Bravo cuando está bravo, la persecución policial, la Migra, las mafiasde polleros, la corrupción en la venta de contratos de trabajadores temporales pactados con varios estados mexicanos donde las autoridades cobran ás que los coyotes, ahora el migrante tiene que lidiar con los secuestradores que los quieren para transportar droga o por simple rescate.
Dicen que los asesinos mandaron un mensaje a los gobiernos de México, Estados Unidos, Centro y Sudamérica, que dice “aquí nosotros decidimos quién entra y quien sale” de México. Coincide el editorial del New York Times, señalando por la falta de un sistema migratorio funcional, “igual que manejan nuestra droga… le dejamos a los narcos el trabajo de manejar nuestro flujo demigrantes”.
Tienen razón. No fueron los Zetas. Es Barack Obama, los senadores gringos, los congresistas, Demócratas y Republicanos, Felipe Calderón, Carlos Slim, los gobiernos de Guatemala, Honduras, el INM, Janet Napolitano y John McCain, y el pueblo gringo que está feliz de pagar un dólar por diez limones cultivados por manos sin papeles. Todos ellos crearon el sistema que impide que los trabajadores internacionales vayan legalmente a donde hay trabajo, que convirtieron el movimiento de los obreros en un negocio y un delito mortal. h t t p : / / mx.groups.yahoo.com/group/ mexicodelnorte