miércoles, diciembre 25, 2024
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México lindo, querido y pelado – con la excepción de Carlos Slim

por Andy Porras

Como proclama la vieja balada – México, lindo y querido, también es una tierra de disparidades desmoralizadores. Según resume un reciente estudio, la población es pobrísima en un 50 por ciento.

   Pero al mismo tiempo, México es donde vive el hombre más pudiente del mundo, Carlos Slim Helu. Su familia inmigró a México desde el Líbano justo antes de la Revolución Mexicana de 1911.

   Aquí hay algo que no cuadra, ¿no?  Así opinan muchos mexicanos, ricos o pobres.

   Slim es un hombre acaudalado, amante de los puros, de 67 años, quien vale, a partir del 4 de julio, 63 mil millones de dólares.

   No es creyente en las causas caritativas como lo es Bill Gates. La influencia que surte en su país es hasta ofensiva.

   Si eres un joven mexicano, lo probable es que naciste en uno de los hospitales Star Méxica de Slim, y utilizas electricidad que llevan sus cables marca Condumex.

   También circulas sobre calles asfaltadas por su empresa de construcción, CILSA, y tu vehículo consume combustible proveniente de una de sus plataformas de extracción de petróleo, Swecomex.

   Más que probable te comunicas mediante sus cables telefónicos Telmex.  Además, fumarás el tabaco de Slim, que se vende con la marca Marlboro, y compras en el Sears Roebuck de México, una subsidiaria de su colosal Grupo Carso.

   Este mexicano magnate, quien atribuye el haber intercambiado tarjetas de béisbol como niño a lo que lo capacitó para el futuro, lo cual le da al monopolio un sentido enteramente nuevo.

   Alega que los Yankees de Nueva York son aún su equipo favorito, pero sigue con pasión el trayecto de Barry Bonds en pos de los honrones.

   En una entrevista reciente, dijo que busca las empresas subvaluadas, las infunde de dinero, y emplea entonces la magnitud de sus tenencias para sobreponerse a la competencia. Hoy tiene intereses de control en más de 200 empresas.

   En un país en el que casi el 50 por ciento de la población vive en la pobreza, y donde miles arriesgan sus vidas en busca de un salario de supervivencia del otro lado de la frontera con los Estados Unidos, se comprenderá por qué el monto de la riqueza de Slim causa resentimiento. Esto, además del hecho que su filosofía tiene fundamento en una “convicción que no se lucha contra la pobreza con donaciones, caridad o gasto público”, no ha resultado en hacerle querido a los mexicanos que viven allende de su hacienda.

   Se ha reportado que las tenencias empresariales de Slim son tan vastas hoy que a veces pierde el rastro de lo que posee. Sus compañías emplean a más de 200.000 personas.  Dice que al mantener fuertes a aquellas compañías, hace su mayor contribución a la economía de México.

   Slim una vez le explicó a un reportero de los Estados Unidos que si bien con  palabras se comunican muchas personas, “para algunos de nosotros, se trata de números”.

   Según el profesor Celso Garrido, economista de la Universidad Autónoma de México (UNAM), al dominar Slim los conglomerados de su país, termina por  estrangular a las empresas más pequeñas, lo cual resulta en una reducción en el número de buenos empleos, llevando a que muchos mexicanos se busquen mejor vida al norte del Río Grande.

   La revista Forbes señala que en los pasados dos años, la fortuna de Slim ha incrementado en por lo menos $23 mil millones gracias a sus tenencias en la Bolsa de México, la que está en auge, aunque no ha habido cambio en los índices de empleo o de salario.

   En lo que la fortuna de Slim continúa floreciendo, también ha florecido la crítica. Los medios en México han mencionado que ha prometido donar $6 mil millones a tres fundaciones caritativas y tiene planes de construir un nuevo edificio para un museo de arte que se dedique a exponer a los mexicanos menos aventajados al arte de Europa.

   “¿Un museo para el arte de Europa?” pregunta Ernesto Beltrán, de Sacramento, California, hoy ciudadano de los Estados Unidos quien cruzó al país en la maletera de un Cadillac. “La mayoría de los mexicanos saben la verdad detrás de esa donación es querer construir un nuevo edificio para darle el nombre de Museo Soumaya, en honor a su difunta esposa”.

   Comenta Beltrán que sería difícil vivir un solo día en México sin comprar ningún producto producido por una corporación de Slim (su nombre el cual irónicamente significa “poco” en inglés). “El señor Slim es tan rico y poderoso. En un país con tanta gente pobre, es casi criminal”.

   Entonces, ¿qué oportunidades hay para que nuestro vecino al sur se convierta en una nación con más personas que tienen, y en menos personas que no tienen?

   Hay dos, Slim y ninguna. Hispanic Link.

   (Andy Porras edita una publicación mensual bilingüe, “Califas”. Comuníquese con él a: califasap@yahoo.com).  © 2007

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