por David Bacon
(Escritor laboral David Bacon, autor del controvertido libro de 2008 Illegal People: How Globalization Creates Migration and Criminalizes Immigrants, escribió un amplio comentario para New America Media brindando el contexto para las próximas marchas de protesta anti inmigrantes 200ti immigrant protest marches. Para los lectores de Weekly Report, está condensada en dos partes).
OAKLAND, Calif.— El 1 de mayo, cientos de miles, quizás hasta millones de inmigrantes de EE.UU. y sus partidarios llenarán las calles por todo EstadosUnidos. Sus marchas del 1 de mayo harán importantes exigencias a la Administración Obama: El fin de las políticas de control draconianas. Establecer una nueva política de inmigración basada en los derechos humanos y el reconocimiento de las significativas contribuciones económicas y sociales de los inmigrantes a nuestra sociedad.
El Día de Mayo celebra en todo el mundo las contribuciones de la gente trabajadora. Hace tres años, un millón de personas llenaron las calles de Los Ángeles, con cientos de miles más en Chicago, Nueva York y otras ciudades a través de todo el país.
Nuevamente en el Día de Mayo de 2007 y 2008, los inmigrantes y sus partidarios manifestaron de costa a costa.
Un prominente letrero en casi todas las marchas lo decía todo: “¡Somos trabajadores, no criminales!”
Declaraba una verdad obvia. Millones de personas han venido a Estados Unidos a trabajar, algunos con visas, otros sin. Pero todos contribuyen a nuestra sociedad.
Las protestas son el resultado de años de organización del legado del pionero de los derechos de los inmigrantes, Bert Corona. Él enseñó a miles de inmigrantes activistas el valor de la independencia política. La mayoría de los líderes del ala radical del movimiento de derechos de los inmigrantes actual fueron sus alumnos.
En parte, las protestas del 1 de mayo responden a una ola de medidas que ha criminalizado el estatus migratorio y el trabajo mismo. En 1986, el Acta de Reforma y Control a la Inmigración convirtió en un crimen por primera vez en la historia de Estados Unidos, contratar a personas que no tenían papeles. Los defensores sostenían que si las personas no podían trabajar legalmente, se irían.
La vida no era tan fácil.
Las personas indocumentadas son parte de las comunidades donde viven. No pueden simplemente irse, ni deberían.
Buscan las mismas metas de igualdad y oportunidad por las que los trabajadores de EE.UU. han luchado históricamente. Para la mayoría de los inmigrantes no hay empleos para regresar a los países que dejaron.
Después de que el Congreso aprobara el Tratado de Libre Comercio Norteamericano, seis millones de mexicanos vinieron como resultado del desplazamiento masivo que originó el tratado. Las políticas de libre comercio y libre mercado han, de manera similar, desplazado a millones más en países pobres en todo el mundo.
En realidad, el trabajo de 12 millones de trabajadores indocumentados es indispensable para la economía de este país. La riqueza creada por los trabajadores indocumentados nunca es llamada ilegal. Nadie sueña con quitar esa riqueza de los empleadores quienes se benefi cian de ella. Sin embargo, las personas que la producen son exactamente eso, ilegales.
En un país con escuelas que quedan por atrás del resto del mundo industrializado, con puentes que se caen a los ríos y gente viviendo en carpas, por falta de vivienda, está claro que no hay falta de trabajo por hacer. Si los trillones de dólares de los bancos, fueran usados en cambio para poner a la gente a trabajar, habría muchos empleos y mejor calidad de vida para todos.
Nativo López, presidente de Mexican American Political Association y Hermandad Mexicana Latino-americana, dice, “Los legisladores de Washington y los lobbyistas temen un nuevo movimiento de derechos civiles en las calles, porque rechaza sus compromisos y les hace exigencias que han defi nido como ‘políticamente posibles”’.
El precio de intentar sacar a la gente que tiene coma aquí para su sobrevivencia es la creciente vulnerabilidad de los trabajadores indocumentados. Finalmente, esto resulta en fuerza laboral más barata y menores derechos para todos. Bajo Bush, ésa era la meta del gobierno, fuerza laboral barata para grandes empleadores, controlada por las deportaciones, despidos y programas de trabajador lion invitado. Eso es lo que millones de personas quieren cambiar. La administración Obama fue elegida porque prometió “cambio en el que podemos creer”.
En las pasadas marcha del Día de Mayo, muchos participantes han hecho avanzar un set de demandas alternativas, que incluyen intentar la legalización para 12 millones de personas indocumentadas con programas de empleo para comunidades con alto desempleo.
Todos los trabajadores necesitan el derecho a organizarse para elevar salarios y obtener derechos de lugar de trabajo, incluyendo los 12 millones de personas para quienes el empleo es un crimen. Más tarjetas verdes, especialmente visas basadas en la reunificación familiar, podrían permitir a las personas cruzar la frontera legalmente, en vez de morir en el desierto.
Terminar con los programas de trabajador invitado ayudaría a detener el uso de nuestro sistema de inmigración como una fuente de fuerza laboral barata para los empleadores.
Y en la frontera, las comunidades quieren derechos humanos, no más armas, muros, soldados y prisión para los inmigrantes.
Este Día de Mayo, los inmigrantes enviarán nuevamente este poderoso mensaje. Sus marchas ya han rescatado nuestro feriado de la oscuridad, que comenzó la lucha por la jornada de ocho horas en Chicago hace más de un siglo. Hoy, están dando al Día de Mayo un nuevo significado, adelantando ideas que no sólo beneficiarán a las comunidades inmigrantes, sino a todas las familias trabajadoras. Hispanic Link.
(Próximo: La fallida respuesta de Estados Unidos).