por noticias de El Reportero
La victoria del NO en el referéndum sobre el acuerdo de paz firmado entre el gobierno de Bogotá y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia-gente ‘del Ejército (guerrillero) es una noticia devastadora, declara el día de hoy La Jornada.
El gobierno de Colombia ha estado en una violenta guerra civil con el grupo rebelde izquierdista de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia – mejor conocida durante 52 años, como FARC. La prolongada, sangrienta guerra civil ha sido una tragedia nacional en Colombia, con miles de secuestros por parte de la FARC que separa a familias en todo el país.
A pesar del escaso margen y la baja asistencia a las urnas, la negativa al proceso de paz más difícil, coherente y trascendente en ese país deja la impresión de que la mayoría de los colombianos están a favor de continuar con el conflicto armado, afirma el editorial de La Jornada.
El rechazo a los acuerdos de paz parece constituir, también, un golpe al gobierno, dicen organizaciones internacionales, personalidades del escenario mundial que apoyaron activa y entusiasta de las negociaciones entre la Casa de Nariño y la organización guerrillera más antigua de América.
También parece una señal de apoyo a los sectores de guerra y militaristas y los intereses de la nación sudamericana, comenzando con el ex presidente Alvaro Uribe, los sectores más rebeldes de las Fuerzas Armadas y el grupo de empresas que durante décadas han prosperado con el negocio de la seguridad y la venta de armas.
El periódico afirma que el gobierno del presidente Santos se ha puesto en una posición, debido al inesperado resultado de la consulta, en una posición debilitada, mientras que el grupo guerrillero se puso en una situación indefinida y altamente peligrosa para sus miembros que ya habían comenzado por concentrar la preparación para su desmovilización y la entrega de sus armas.
Uno de los principales factores que determinaron este resultado catastrófico fue la campaña publicitaria embriagando la opinión pública por las fuerzas de la derecha oligárquicos que tienen como objetivo la aniquilación total demencial de las FARC o, al menos, una rendición incondicional de sus tropas sin más destino que la cárcel, explica el texto.
El editorial afirma que, significativamente, la propaganda operativa tuvo un impacto mucho mayor en las grandes ciudades, en las que la mayor parte de los electores viven y en el que la mayoría no estaba.
La Jornada alerta de que lo que sigue es incierto. La derrota del lado de la paz no significa una reanudación automática de las hostilidades, sino que representa un empuje en esa dirección, aunque en términos estrictamente jurídicos la consecuencia única de vinculación es que ambas partes tendrán que renegociar la paz en términos diferentes.
También advierte de una perspectiva difícil de realizar, debido a las enormes dificultades que tuvieron que superar para alcanzar un documento aceptable tanto para el gobierno y los insurgentes y el poco tiempo de mandato de Santos.
Por otro lado, tanto para las FARC y el gobierno que han adoptado decisiones trascendentes de paz que no se pueden revertir fácilmente. La primera aprobada en la reunión de su conversión a la fuerza política, mientras que el segundo decreta el cese de las hostilidades.
A pesar de que ninguno de los dos lados se ha convertido en un marco legal definido y claro para aplicar sus decisiones, se espera que la frágil tregua establecida en las negociaciones de La Habana, se mantendrá, concluye el editorial.