by Andrew Steele
America 20xy
Cuando la semana pasada un periodista lo entrevistó, el cineasta y activista Michael Moore– quien se ha posicionado como una voz no oficial de las protestas “Occupy Wall Street”– rechazó la idea de enfocar las protestas en la Reserva Federal, yéndose hacia un ataque al capitalismo, sosteniendo que se tiene que ir. Esto ha generado una comprensible alarma entre la gente con sentido común. Debido al prestigio de Moore entre muchos activistas de izquierda y el hecho de que los medios principales se han enfocado en quienes atacan el capitalismo para retratar su abolición como la principal demanda de los manifestantes, Moore tiene la obligación ya sea de aclarar esta declaración ya sea de ponerla en contexto para que tenga sentido para la gente pensante, no solamente para los estudiantes universitarios llenos de adrenalina inundados en el frenesí de la rebelión por el bien de la rebelión.
Defender los programas sociales y usar ejemplos extremos de gente pobre a quien le serviría algo de dinero no es lo mismo que decir que el capitalismo se tiene que ir, y ciertamente no justifica el sentimiento. El tema aquí no es si es que los ciudadanos deben pagar por el cuidado a la salud de otros a través de impuestos, o si el estado debe abrir una clínica de SIDA o un orfanato. La existencia de programas sociales del gobierno, grandes o pequeños, no son lo opuesto al capitalismo, sin importar cuánta gente mal guiada crea esto.
Según Wikipedia: “Capitalismo es un sistema económico abierto en el cual los medios de producción pertenecen a privados y son operados con fines de lucro, generalmente en mercados competitivos”.
Si lo mira como una moneda, con el capitalismo siendo cara, entonces el opuesto extremo de sello sería un sistema en el cual no hay nada de propiedad privada y los ciudadanos son esclavos del estado, se les da raciones y se les asigna roles en la sociedad. Ciertamente, para que existan grandes programas sociales de gobierno, el financiamiento tiene que venir de alguna fuente, ya sea de ingreso por impuesto (cara) o por la fuerza (sello). Algunos pueden sostener que el sello no se refiere a la propiedad del gobierno de toda la propiedad y el empleo a través de esclavitud humana, sino que simplemente no hay “propiedad”, con las personas andando por la tierra como perros sin fronteras y sin reclamar recursos. Por lo tanto, los roles profesionales requeridos en la sociedad serían llenados de manera voluntaria. La noción utópica de que los doctores van a estudiar por años para tratar a los enfermos o que las enfermeras van a cambiar pañales adultos gratis porque es su deber patriótico o lo correcto para la humanidad no merecería mención, excepto por el hecho de que hay personas que en realidad creen esto y defienden la eliminación de la propiedad privada a favor de esta sociedad, que nunca ha existido y nunca lo hará. La idea de que las personas simplemente serán capaces de caminar por los jardines y sacar cosas que los otros han plantado sin que éstos se enojen es ridícula. Creer en la posibilidad de tal mundo es encantador cuando se comparte con otro estudiante de 5to año escribiendo un poema para una clase de inglés, pero cuando es postulado por un grupo de adultos ruidosos con la capacidad de posiblemente influenciar un público choqueado y sobrecogido por una recesión económica, lo obvio debe ser declarado. Los defensores de esta idea sostienen que el capitalismo va contra la naturaleza, pero cuando yo personalmente miro la naturaleza veo– en medio de la belleza del escenario– gacelas que son destrozadas por hienas y gorilas machos que se involucran en sangrientas luchas por la posibilidad de dominar y violar a las hembras del grupo, así como de liderarlos. Las tribus humanas primitivas estaban en guerra, pero más importante, cuando la Guerra se volvió vieja o muy cara, se conformaron con negociar entre ellos, en las primeras etapas hacia el capitalismo y el progreso humano. Para que eso haya ocurrido, hubo un reconocimiento de que un grupo tenía su propiedad privada y el otro grupo, la suya.
Un gobierno que protege los derechos de propiedad y humanos, mientras al mismo tiempo no mutila el espíritu humano que nos ha hecho grandes y no nos ha convertido en robots sin mente que sirven al estado dirige apropiadamente el instinto de la humanidad (y en realidad de cada animal) y natural para competir y superarse en avenidas que no son violentas. Las personas que sostienen que el capitalismo solo lleva a guerras imperiales están siendo intelectualmente deshonestas. Ciertamente, la Unión Soviética invadió Afganistán y China invadió el Tíbet. Esto no significa que las economías controladas son la raíz de todas las guerras o de la explotación. La verdadera causa de las guerras es la avaricia humana, que existirá siempre, independiente de cómo esté estructurada una sociedad.
Seamos claros– la avaricia nunca se irá. Nunca. El tema es cómo limitar razonablemente su impacto.
En una sociedad donde el gobierno no tiene poder para influenciar la economía a favor de un negocio por sobre el otro, no tiene el monopolio sobre la propiedad, y en realidad sigue la Constitución de EE.UU. (lo que no ha hecho por años), el poder de la avaricia se debilita. En el lado contrario, un gobierno omnipotente que no tiene limitaciones y que posee todo, caerá más rápidamente ante los deseos naturalmente egoístas de los pueblos (sí, no se olvide que los gobiernos son manejados por personas, no dioses) que los controlan.
En términos de una sociedad libre descrita antes que sorprendentemente algunos adultos toman en serio, una evaluación sincera de nuestro propio pasado y nuestros propios deseos personales, así como de la historia de la humanidad desde el despertar del hombre hasta hoy, acabaría con esta idea. La única manera de aplicar tal sistema es realizar lobotomías a cada persona en él, por lo tanto suplicando por la pregunta de quién logrará conservar su inteligencia y humanidad para realizar las operaciones, creando clases y un sistema de control en un paraíso donde supuestamente “todos son iguales”.
La protesta es buena, pero sólo cuando los manifestantes exigen soluciones realistas y saben cuál es el verdadero problema. Una “revolución de color” norteamericana montada como las falsas que ya han derrocado gobiernos en el Medio Oriente no es la solución.
Restringir la capacidad de las personas a sus propios medios de producción no es “progresista” ni es el próximo paso en la evolución de la sociedad, sino un retroceso hacia los días antiguos de esclavitud humana y la dominación total del hombre por parte de una elite gobernante y elegida por el gobierno. Aunque el estándar norteamericano de vida está claramente reduciéndose rápidamente debido a las amplias políticas del gobierno y la corrupción, quienes sostienen que actualmente son esclavos golpeados por la pobreza debido al capitalismo, mientras comen pizza, cobran a su contribuyente (a.k.a. personas que trabajan en el libre mercado) cheques con financiamiento de WIC, y que chatean en sus celulares (ahora barato debido al libre mercado) no tienen idea de lo que es ser realmente pobre (Corea del Norte) o cuán mal se pondría todo si Estados Unidos en realidad aboliera el capitalismo.
Entregarse a esas demandas es entregarse a la locura, y jugar en las manos de quienes dirigirían la enojada mafia hacia sus propios objetivos y nos entregarían un Nuevo orden mundial bajo sus pulgares.