sábado, noviembre 16, 2024
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Los migrantes siguen cruzando la frontera sur

Se enfrentan a ro­bos, extorsiones y se­cuestros, a menudo a manos de funcionarios

por Mexico News Daily

Hace casi un mes, el go­bierno federal anunció un cierre temporal de la fron­tera sur al tráfico no esencial. Esta semana, la Casa Blanca anunció que México, Hon­duras y Guatemala desple­garían tropas “para dificul­tar el cruce de fronteras”.

Sin embargo, los mi­grantes continúan lle­gando al país en ruta ha­cia los Estados Unidos.

Según un informe pub­licado el miércoles por The Guardian, los migrantes cen­troamericanos cruzaban ha­cia México en una mañana reciente en Frontera Coro­zal, una remota ciudad fron­teriza en el río Usumacinta en Chiapas, sin tener que mostrar documentos a nadie.

El periódico dijo que la situación “parecía nor­mal”, y señaló que grupos de hombres, mujeres y ni­ños desembarcaban de botes en suelo mexicano antes de subirse a los taxis y pasar a toda velocidad por una oficina de inmigración ha­cia un cruce de caminos. Allí abordaron camionetas para el siguiente tramo de su viaje hacia el norte: un viaje de aproximadamente 150 kilómetros hasta la ciu­dad de Palenque, Chiapas.

Hay puestos de con­trol policial en la carretera Frontera Corozal-Palenque, pero según los migrantes, pudieron pasar pagando o fueron asaltados por los oficiales que encontraron.

“Se han llevado nuestro dinero y ahora estamos en la ruina”, dijo a The Guard­ian Christian, de 27 años, que forma parte de un grupo de trabajadores de la construcción hondureños.

“Y ahora tenemos que lidiar con los militares. Necesitamos averiguar cómo llegamos al norte. Siempre estamos luchan­do y descubriendo la manera de llegar allí “.

Poco después de asumir el cargo a fines de 2018, el presidente López Obrador se comprometió a limpiar las fuerzas de inmigración y aduanas de México, que dijo que estaban “podridas hasta la médula”. Tam­bién prometió que su ad­ministración tratará a los migrantes con respeto y les brindará protección.

Pero los activistas de derechos humanos dicen que los soldados, policías y funcionarios de inmi­gración continúan com­etiendo delitos contra los migrantes, incluidos robos, extorsiones y secuestros.

“Es un cartel”, dijo Ga­briel Romero, director de un refugio para migrantes cerca de la frontera de México con Guatemala. “Ellos [las autoridades] están actuando en connivencia con [contra­bandistas] … con taxistas y conductores de autobuses. Es una red que se aprove­cha de los migrantes”, dijo.

Aun así, los migrantes que huyen de la pobreza y la violencia en países como Honduras, El Sal­vador y Guatemala están preparados para arriesgar sus vidas en su afán por llegar a Estados Unidos.

Incluso una mayor apli­cación –el gobierno desple­gó la Guardia Nacional en 2019 para detener los flujos migratorios y así apaciguar al entonces presidente de los Estados Unidos, Don­ald Trump– no logró evitar que los centroamericanos y las personas de países más distantes, incluidos Haití, Cuba e incluso las naciones africanas, inten­taran llegar a los Estados Unidos a través de un largo viaje que incluye cruzar la frontera sur de México.

En cambio, las repre­siones han obligado a los migrantes a tomar rutas más arriesgadas y remotas para ingresar y viajar por México. En consecuencia, están expuestos a un ries­go aún mayor de conver­tirse en víctimas de delitos como el robo, la violación, el secuestro y el asesinato.

La última represión contra los migrantes puede ser incluso menos efectiva para detener los flujos de personas, según Tonatiuh Guillén, exjefe del Instituto Nacional de Inmigración de México que renunció en 2019 después de que el gobierno federal cedió ante la amenaza de Trump de imponer aranceles genera­les a Productos mexicanos si el país no hiciera más para frenar la migración.

“El flujo de migran­tes continuará moviéndose, principalmente porque es­tán en grupos pequeños… y una parte significativa está controlada por trafi­cantes de personas”, dijo.

“[Los traficantes de personas] tienen infrae­structura, dinero y rela­ciones cómplices [con las autoridades]”, dijo Guillén.

“[Además] los gobi­ernos de México, Estados Unidos y Centroamérica nunca se han esforzado mucho en controlar estas organizaciones de tráfico”.

López Obrador y la vicepresidenta de Estados Unidos, Kamala Harris, quien lidera los esfuerzos del gobierno de Estados Unidos para disuadir la migración, hablaron la se­mana pasada. López Obra­dor dijo que los dos países están “dispuestos a unir fuerzas en la lucha contra la trata de personas y pro­teger los derechos humanos, especialmente de los niños”.

El presidente y el vice­presidente también dijeron que trabajarán por el desarrol­lo centroamericano y coinci­dieron en la urgencia de llevar a cabo programas de ayuda humanitaria de emergencia.

Sin embargo, es poco probable que las medidas acordadas por los gobier­nos de México y Estados Unidos disminuyan sig­nificativamente los diver­sos factores que empujan a los centroamericanos a huir de sus países de origen.

Fuente: The Guard­i a n G u a r d i a n ( e n )

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