por Susan Bates
Manataka American Indian Council
La mayoría de nosotros asociamos esta fiesta con Peregrinos e Indios felices sentándose para un gran festín. Y eso sí ocurrió, una vez.
La historia comenzó en 1614 cuando una banda de exploradores ingleses navegaron de regreso a Inglaterra con un barco lleno de indios Patuxet para convertirlos en esclavos. Atrás dejaron la viruela, que virtualmente acabó con quienes habían escapado. Al tiempo en que los Peregrinos llegaron a la Bahía de Massachusetts encontraron un solo indio Patuxet vivo, un hombre llamado Squanto quien había sobrevivido a la esclavitud en Inglaterra y conocía su idioma. Les enseñó a cultivar maíz y a pescar, y negoció un tratado de paz entre los Peregrinos y la Nación Wampanoag. Al final del primer año, los Peregrinos realizaron un gran banquete en honor a Squanto y los Wampanoags.
Pero cuando la voz se esparció en Inglaterra sobre el paraíso que se encontraría en el nuevo mundo, fanáticos religiosos, llamados puritanos, comenzaron a llegar en cantidades. Como no encontraron rejas alrededor de la tierra, consideraron que era de dominio público.
Junto a otros colonos británicos, se hicieron de la tierra, capturando a nativos fuertes y jóvenes para hacerlos esclavos y mataron al resto. Pero la Nación Pequot no había acordado el tratado de paz que había negociado Squanto y luchó. La Guerra Pequot fue una de las guerras indígenas más sangrientas de la historia.
En 1637 cerca de lo que hoy es Groton, Connecticut, más de 700 hombres, mujeres y niños de la Tribu Pequot se habían reunido para su Festival anual del Maíz Verde, que es nuestra celebración del Día de Gracias. Antes del amanecer, los indios fueron rodeados mientras dormían por mercenarios británicos y holandeses, que les ordenaron salir. Los que salieron fueron disparados o golpeados a muerte mientras las aterrorizadas mujeres y niños que se escondían dentro de la casa comunal fueron quemados vivos. Al día siguiente el gobernador de la Colonia de la Bahía de Massachusetts declaró “Un Día de Dar Gracias” porque 700 hombres desarmados, mujeres y niños habían sido asesinados.
Alentados por su “victoria”, los valientes colonos y sus aliados indios atacaron aldea tras aldea. Mujeres y niños de más de 14 años fueron vendidos como esclavos mientras el resto eran asesinados. Barcos cargados con hasta 500 esclavos salían regularmente de los puertos de Nueva Inglaterra. Se pagaban recompensas por el cuero cabelludo de los indios, para alentar tantas muertes como era posible.
Tras una redada especialmente exitosa contra los Pequot en lo que ahora es Stamford, Connecticut, las iglesias anunciaron un segundo día de “dar gracias” para celebrar el triunfo sobre los salvajes. Durante el banquete, les cortaron las cabezas a los nativos y las patearon hacia las calles como pelotas de fútbol. Ni siquiera los amigables Wampanoag escaparon a esta locura. Su jefe fue decapitado, y su cabeza fue clavada en un palo en Plymouth, Massachusetts — donde permaneció en exhibición por 24 años.
Las muertes fueron cada vez más frenéticas, con días de banquetes de dar gracias cada vez que había una masacre exitosa. George Washington finalmente sugirió que solamente un día de Gracias al año se dejaría para celebrar todas las masacres.
Más tarde Abraham Lincoln decretó el Día de Gracias para que sea un feriado legal durante la Guerra Civil— el mismo día ordenó que las tropas marcharan contra los Sioux muertos de hambre en Minnesota.
Esta historia no tiene los mismos borrosos sentimientos que se asociados con la imagen donde los indios y peregrines están todos reunidos para un gran banquete. Pero debemos aprender nuestra verdadera historia, para que no se repita. Para el próximo Día de Gracias cuando se reúna con sus seres queridos para dar gracias a Dios por todas sus bendiciones, piense en las personas que solamente querían vivir sus vidas y criar a sus familias. También ellos se dieron el tiempo de darle gracias al Creador por todas sus bendiciones.