viernes, noviembre 15, 2024
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La burocracia inteligente que devoró nuestro mundo – Parte 1al

por Marvin Ramirez

Marvin J. RamirezMarvin Ramirez

NOTA DEL EDITOR: Muchos de vosotros, queridos lectores de El Reportero, pueden que no tengan idea alguna de lo que el gobierno está haciendo con toda la información acumulada en sus bases de datos: nuestra información. La cantidad de información que posee sobre todos nosotros y sobre lo que esto significa para la preservación de las libertades civiles en el mundo de super alta tecnología, donde casi todo, desde un televisor en el puedes ver tu telenovela favorita hasta cada llamada telefónica que realices en tu teléfono móvil, están siendo grabadas. Y nuestro Congreso – si es que se puede llamar nuestro Congreso, es cómplice de la violación de nuestras libertades. El siguiente artículo, que se encuentraba escondido en algún lugar del internet, trae una gran cantidad de información precisa para usted y para mí para conocer un poco más cómo nos estamos convirtiendo en esclavos de una más y más de una manera siniestra. La mayoría de nosotros vivimos nuestras vidas sólo yendo y viniendo para nuestros trabajos o viendo nuestros juegos de pelota favoritos, como zombis, mirando a nuestros iphones atónitos, sin hace nada al respecto. Debido a que este artículo es demasiado largo para nuestra disponibilidad de espacio, lo hemos dividido en dos partes. Esta es la parte uno.

por Tom Engelgardt

La información que nos explota: cómo la comunidad de la inteligencia está creando un nuevo mundo americano

Estuve fuera del país durante nueve días, un tiempo muy apretado, pero suficiente, como sucedió, para añadir otra pequeña habitación sin aire al laberinto de la seguridad social norteamericana. El 22 de marzo, el Procurador General Eric Holder y el Director de Inteligencia Nacional, James Clapper, Jr., firmaron nuevos lineamientos que permiten al Centro Nacional Contraterrorista (NCTC), una creación post 9/11, recaudar información sobre norteamericanos que de ninguna manera se sepan conectados con el terrorismo – esto es, sobre usted o yo– por más de cinco años. (Su límite previo exterior eran 180 días.) Esto, afirmó Clapper, “permitirá al NCTC cumplir su misión prácticamente y efectivamente”.

Joseph K., el icono de ese anonimato de una sola letra de la novela de Franz Kafka El proceso, sin duda se sintió en casa en el Washington de Clapper. George Orwell de seguro tuvo algo mordaz que decir acerca de esas palabras anodinas “prácticamente y efectivamente”, para no hablar de la “misión”.

Para la mayoría de los norteamericanos, sin embargo, era sólo la vida como lo conocemos a partir del 11 de septiembre de 2001, cuando sentimos el temor de la muerte y aceptamos que todo se vale , siempre y cuando eso implique protegernos de los terroristas.

La información básica o la desinformación, posiblemente sobre usted, va a ser almacenada en un lugar lejano durante años –o sólo hasta que otro procurador general y otro director de inteligencia nacional piensen que es más práctico y efectivo almacenarnos en un archivo durante 10 o 20 años, o hasta que la muerte haga su parte –y lance apenas un murmullo.

Si los norteamericanos van a izar una bandera diseñada para este momento, ésta va a rezar “trata conmigo” y a utilizar esa ilustración clásica de la boa degluyendo a un elefante de El principito de Saint-Exupéry. Eso, al menos, capturaría algo de lo absurdo de lo que el Complejo de Seguridad Nacional ha decidido deglutir de nuestro mundo americano. Oh, y a lo largo de esos nueve días, un Nuevo Mundo emergió en mi horizonte, lo suficientemente misterioso y horrible para nuestra nueva realidad: Yottabyte. Gracias al experto James Barfom, de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) .

Él escribió una parte de una revista Alámbrica sobre un super-secreto de $2 billones, un centro de datos de un millón de pies cuadrados que la NSA está construyendo en Bluffdale, Utah. Enfocado en la recopilación y el desciframiento de datos y el equivalente a cinco veces el tamaño del Capitolio de los Estados Unidos, se espera que almacene información incomparable, “incluyendo el contenido completo de los emails privados, llamadas a teléfonos celulares y búsquedas de Google, así como toda suerte de datos personales –recibos de estacionamiento, itinerarios de viaje, adquisiciones en librerías y otras “basuras de bolsillo”. El NSA, añade Bramford, “ha establecido puestos de escucha a lo largo de la nación para recolectar y filtrar entre billones de mensajes de email y llamadas telefónicas, se originen éstos en el país o en ultramar. Ha creado una supercomputadora de una velocidad inimaginable para buscar modelos y códigos descodificables. Finalmente, la agencia ha comenzado a construir un lugar para almacenar los trillones de palabras y pensamientos y susurros capturados en su red electrónica”.

Lo que nos lleva a un yottabyte, que es, como nos asegura Bamford, el equivalente a septmillones de bytes, “un número tan grande que nadie ha podido acuñar un término para la siguiente magnitud”. El centro de Utah va a ser capaz de almacenar un yottabyte o más información, en su dólar de impuestos.

Cuan largo es, el megaproyecto en Utah es sólo uno de los muchos que están brotando como hongos en el bosque sin sol del mundo de la inteligencia estadunidense. En costos, por ejemplo, apenas alcanza los 1.7 billones de la sede en Virginia que la Agencia Nacional Geoespacial de Inteligencia, con un presupuesto negro anual estimado en al menos $5 billones, construyó para sus 16,000 empleados. Inaugurado en 2011, es el tercer edificio federal más grande en el área de Washington. (Y yo apuesto a que usted no sabe aún cuántos dólares de sus impuestos son pagados para una agencia de esta magnitud, ni de sus pululantes sucursales.) ¿O acerca de los 33 complejos construidos post 9/11 para trabajo de inteligencia de alto nivel, que estaban en construcción o ya se habían terminado cuando los reporteros del Washington Post Dana Priest y William Arkin escribieron su “serie Secreto de América de alto nivel” en el 2010?
En estos últimos años, cuando muchos norteamericanos están embargados o tienen sus casas “bajo el agua” y la industria de la construcción se ha ido a pique, la burbuja de las casas de inteligencia continúa creciendo. Y no hay ningún signo de que esto parezca extraño para la mayoría de los norteamericanos.

CONTINUAR LA PRÓXIMA SEMANA, PARTE DOS: UN SISTEMA QUE CREA SU PROPIA REALIDAD

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