lunes, noviembre 25, 2024
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Ex Primer Ministro asiático: Fuerza Policial global de la ONU aplicará lo que dicta el Gobierno Mundial

Marvin J. RamirezMarvin J. Ramirez

NOTA DEL EDITOR Estimados lectores: Anteriormente El Reporero les ha traído artículos que exponen el plan de la elite gobernante de traer e imponer sobre nosotros un Gobierno Mundial, un plan bajo el Orden Mundial. El artículo siguiente, escrito por Jurriaan Maessen, les trae más a fondo, detalles de este plan macabro de esclavizar a lal humanidad a una autoridad singular que no es vuestro gobierno local.

por Jurriaan Maessen

Ex Primer Ministro malayo: “El Consejo de Seguridad pavimentará el camino para establecer un Parlamento Mundial y un Gabinete Mundial haciendo a la ONU la más ponderosa y con autoridad total en la Tierra”.

El Malaysian Daily Express informó sobre un llamado del ex “primer ministro” malayo, Harris Salleh pidiendo a Naciones Unidas reformarse, cambiando el actual sistema a un solo “Parlamento Mundial con representantes de los países miembros como miembros”. Este parlamento propuesto debe coexistir con, como explica Harris, un “Ministerio del Gobierno Mundial”, que a su vez debe dirigir una Fuerza de Policía de la ONU, que se desplegará por todo el mundo para hacer cumplir las decisiones del Parlamento Mundial.

“Hacer de Naciones Unidas la única autoridad investida de poder y autoridad para resolver en cada país las finanzas internacionales, monetarias y problemas comerciales”, afirma Harris en documento “Naciones Unidas necesita una reforma y reestructuración urgente” – que al parecer enviado por correo electrónico a todos los países miembros en la sede de la ONU en Nueva York.

“El Consejo de Seguridad pavimentará el camino para la creación de un Parlamento Mundial y un Gabinete Mundial, haciendo de la ONU la autoridad más poderosa y con mayor autoridad en la Tierra”, escribió Harris.

El ex Primer Ministro del estado malasio de Sabah destaca que el actual sistema del Consejo de Seguridad de la ONU debe ser revisado, sobre todo respecto del poder de veto de ciertos Estados miembros. Harris señala que puede terminarse con el Consejo de Seguridad, ya que aún representa el viejo orden mundial.

Las propuestas de Harris sin duda recibirán una cálida bienvenida por muchos burócratas en la sede de la ONU. Después de todo, este nuevo sistema que Harris propone como reemplazo para el viejo es exactamente lo que los creadores de la ONU habían planeado originalmente hacer gradualmente.

El plan era construir “regiones”, tales como la Unión Europea, en las que se divide el mundo, aunque bajo el pretexto de procesos de decisión democráticos en manos de los estados miembros. Entonces, mientras el desastre ambiental y financiero se introduciría para desbaratar estos bloques separados, se propondría un organismo mundial para que estas regiones se fusionen si estos desastres económicos y ambientales podían ser prevenidos. Por supuesto, este proceso podría ir a través de todos los movimientos democráticos, perfectamente “legales”, firmado, sellado y entregado bajo los auspicios de Naciones Unidas. Claro que el Parlamento Europeo es el ejemplo perfecto de por qué el Parlamento Mundial de la propuesta de Harris sería cualquier cosa menos democrático, ya que tal sistema inherentemente requiere una renuncia a la soberanía nacional de todos los Estados miembros.

Como lo pone Harris: “Tal Parlamento Mundial supranacional supondría la preponderancia del poder político en manos de la organización supranacional, más que en las distintas unidades nacionales”.

En 1945, uno de los fundadores del Parlamento Europeo, H.R. Nord, se refirió a la idea de que ningún bloque regional, preferentemente una Federación Europea, no sería más que el primer paso hacia un Gobierno Mundial.

En su artículo de 1945, “Por una Europa federal”, Nord afirma que: “El problema de un nuevo orden mundial es ahora más agudo que nunca. Ahora la guerra ha terminado, y al mismo tiempo el estímulo de la cooperación entre las superpotencias, es de la mayor importancia que la gente se dé cuenta de lo que se nos pide si queremos recuperar la paz: un esfuerzo no menor que la que llevó a la derrota del enemigo”.

Según Nord, sin embargo, la recientemente creada Naciones Unidas era demasiado blanda para liderar este esfuerzo. En referencia a la Carta de las Naciones Unidas, acordada por los primeros estados-miembro en los meses posteriores a la guerra, se critica su principal principio de la “igualdad soberana de los Estados”, con el argumento de que la soberanía es lo que los metió en este lío en el primer lugar. Nord: “Ellos no se han atrevido a afirmar que era exactamente esa ‘igualdad soberana’ lo que constituía el mayor obstáculo en el camino hacia un mejor orden de los estados”. Nord, por lo tanto, defendió terminar con la soberanía de los estados-nación por completo, reemplazándolos por una gran federación que puede decidir el destino de los estados miembros con total impunidad. Él aboga por una federación en lugar de una liga de naciones, que existía durante el ascenso de Hitler, pero no había sido capaz de mantener al Amigo Austriaco lejos de su trayectoria tiránica.

“Hay que tener en cuenta, sin embargo”, subraya Nord, “que una federación no es un objetivo en sí mismo, sino que es más bien un medio para un fin particular”. Según Nord este “fin” está más allá del debate: “Una federación que eventualmente incluirá a todas las naciones del mundo. Es evidente que este ideal sólo se realizará en un plazo muy largo, pero hay muchas razones para proceder con el primer paso, tan pronto como sea posible. ¿Y dónde puede darse este primer paso mejor que en Europa”.

Está claro: el ex Ministro Primero de Malasia está pidiendo algo que los planificadores globales han imaginado durante mucho tiempo. A diferencia de Harris, sin embargo, estos planificadores poseen la virtud de la paciencia, ya que poco a poco trabajan hacia el Gobierno Mundial (en nombre de la democracia).

En la segunda parte de su trilogía, “Unión Federal y Movimiento de Resistencia”, Nord explica que la idea de un “bloque” europeo se extendió durante los años más oscuros del reinado de Hitler, especialmente en la literatura clandestina difundida por los distintos movimientos de resistencia en la Europa ocupada. Una Federación Europea, Nord escribió, debe basarse en los principios de la Carta Atlántica: un plan aliado para el mundo después de que el dragón fuera asesinado.

Pero también escribe que “estos principios no pueden lograrse a menos que las naciones estén dispuestas a entregar el dogma de la soberanía estatal absoluta a unirse a una organización federal. La actual falta de unidad y coherencia entre las diferentes partes del mundo hace que sea imposible intentar una federación mundial”.

Para que esta Federación Europea funcione adecuadamente, Nord deja perfectamente claro que las naciones deberían “definitivamente renunciar a sus derechos de soberanía ante la federación en materia de defensa, política exterior, finanzas y comercio internacional”. También escribe que “no se permitirá la defensa nacional”. Desde el punto de vista de la paranoia post-Guerra Mundial, la actitud de Nord respecto de la defensa nacional puede ser comprensible.

Por otra parte, desde el mismo punto de vista, puede no serlo. En cualquier caso, el mismo fundador del Parlamento Europeo es el primero en admitir que todos los esfuerzos de los federalistas ­europeos o sindicalistas están dirigidos a un Gobierno Mundial. Debe tenerse en cuenta que el PE no tiene más que una capacidad de asesoramiento: el Consejo Europeo es el órgano decisorio en el sistema de la UE, y su bulldog es la Comisión Europea. El resto es sólo un espectáculo para el público.

El tercer y último artículo de Nord entra en las “consecuencias prácticas de una federación europea”. Esta federación, por supuesto, no puede funcionar sin una constitución federal, sostiene Nord. Respecto de los asuntos militares dentro de este nuevo constructo transnacional, el autor es muy claro: “los ejércitos nacionales dejarán de existir. Al igual que la política exterior, la defensa estará completamente bajo el control del gobierno federal. (…) La producción y venta de armas también será puesta bajo el control federal, y por lo tanto se quitará de las manos de los individuos y los estados nacionales”. Esto es exactamente lo que Harris Salleh dice ahora, cuando escribe: “haciendo de la ONU la más poderosa y con plena autoridad sobre la Tierra”.

H.R. Nord se convertiría después en Secretario General del Parlamento Europeo, presidiendo la evolución hacia una Unión Europea de pleno derecho. Mirando hacia adelante a otro desastre financiero y monetario, esta Unión está pisando el acelerador hacia esto por un arrogante ex Primer Ministro en las regiones exteriores del poder asiático: el abandono de la soberanía nacional como la cura para todos los males posibles.

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