Desde muy temprano de la tarde del domingo, mi amiga Yandira, una doctora de un pueblo de Bolivia, me mandó un texto por Facebook relatándome su preocupación por la violencia que se estaba desatando en la capital del país, La Paz, ese día, y que se estaba extendiendo por casi todo el país.
Los textos con imágenes que me enviaba no paraban. Seguía enviándome información de quema de edificios, vandalismo y de medios bolivianos a mi cuenta de Facebook, diciendo que tenía miedo escribir con su nombre al respecto, pues perdería su nuevo trabajo de un par de meses, después de tres años de estar en el desempleo como médico. Culpaba al gobierno de traer médicos de Cuba que le estaban quitando empleos a los bolivianos.
A medida que pasaban los minutos, y luego horas, yo ya me había involucrado en la situación boliviana, y continuaba investigando en las redes sociales y google sobre lo que ella me describía que era una situación caótica.
“¡Evo Morales acaba de renunciar!”, de repente me escribió alarmada, y alegre. “Ya vamos a ser libres en Bolivia!
Ya para entonces la noticia sobre la posible caída del líder campesino, primer presidente de Bolivia que proviene de los habitantes originarios del continente americano, se miraba eminente. Los noticieros a nivel mundial estaban sobre el tema. La noticia se regaba como pólvora, la violencia se incrementaba.
Desde el departamento Beni, un departamento del noreste de Bolivia, en la región de tierras bajas del país, y el segundo más grande del país, Yandira continuaba en su turno como médico del día en un hospital local, siguiendo los acontecimientos. Preocupada por la situación del país y con gran incertidumbre, no dejaba de enviarme informes de la situación en su país por Facebook Messenger, con la idea de que las divulgara.
Me conecté a una red en vivo, y Evo Morales aparece anunciando su renuncia en rueda de prensa, y en otra el comando supremo de la policía nacional y los de las fuerzas armadas – el ejército – aparecen en las cámaras pidiéndole al presidente su renuncia, “por el bien de la paz de nuestra querida Bolivia”, decían.
La policía se veía marchando con la gente del pueblo,
Pero, ¿qué pasó en Bolivia?, me preguntaba. Todo fue tan rápido. Momentos antes cuando chateaba con mi amiga doctora ni se mencionaba, ni se imaginaba que de repente Evo Morales ya no sería presidente.
Yo personalmente no había seguido las noticias de Bolivia, sino hasta ahora.
Bolivia llevaba unas tres semanas con el país en huelga indefinida, con sus principales ciudades paralizadas por bloqueos de las rutas más importantes del país y una huelga nacional en contra del resultado de las elecciones que le daban un nuevo mandato presidencial a Evo Morales. Canceló las elecciones, pero no le sirvió.
Los gritos de las manifestaciones denunciaban fraude electoral, que le habría dado a Morales un cuarto período. Pedían su renuncia.
La Central Obrera de Bolivia, el sindicato más fuerte del presidente Evo Morales le dió la espalda y pedía su dimisión.
“Le pedimos al presidente que reflexione en ese pedido que tiene el pueblo boliviano, si es por el bien del país, si es por la salud el país, que renuncie nuestro Presidente”, dijo el ejecutivo Juan Carlos Huarachi.
El mismo Morales, quien pidió a la Organización de Estados Americanos (OEA) que hiciera un recuento de los votos, acusó con pruebas que sí hubo fraude.
Nacido en el Orinoca en 1959, Evo pasó de ser pastor de llamas y a líder sindicalista, lo que lo impulsó en la vida política del país.
No tuvo educación universitaria, pero él siempre adujo que se formó en la “universidad de la vida”.
Dirigente de las federaciones cocaleras de Cochabamba, hizo de ese su estandarte y se enfrentó en los años 90 al gobierno de Hugo Bánzer, quien quería cortar los cultivos de coca.
Su lucha le dio la popularidad no sólo entre los cocaleros, sino entre los indígenas. Y así llegó a ser diputado en 1997. Pero Evo quería más.
Hoy se ha convertido en una gran polémica internacional. Unos lo alaban y otros lo condenan.
Después que su residencia fue saqueada y la de su hermana quemada, el gobierno de México le ofrece asilo político. Y al tiempo de escribir estas líneas Evo Morales ya habría llegado a la capital azteca en un avión militar mexicano en calidad de exiliado. Pero prometió volver.
El canciller mexicano, Marcelo Ebrard, anunció que México solicitará una reunión urgente del organismo regional de la OEA, al tiempo que condenó las presiones que llevaron a Evo Morales a dejar el poder.
“La conducta de México se regirá por un principio elemental: el principio de la no intervención significa que México mantiene el reconocimiento al gobierno legítimamente electo hasta el término de su periodo, reconocer otro gobierno es una intervención del proceso que contradice nuestros principios”, destacó Ebrard.
El Consejo Permanente de la Organización de los Estados Americanos se reunirá en una sesión extraordinaria el martes 12 de noviembre a las 15:00 EST (20:00 GMT) en el Salón Simón Bolívar de la sede de la OEA en Washington, D.C., para considerar “la situación en Bolivia”, de acuerdo a la solicitud de las Misiones Permanentes de Brasil, Canadá, Colombia, Estados Unidos, Guatemala, Perú, República Dominicana y Venezuela.
La reunión será transmitida – con interpretación en español, inglés, francés y portugués – en directo a través de la Web de la OEA y la página oficial de Facebook de la OEA.
Si fue un golpe de estado el hecho que los militares le pidieron que dejara el poder, lo que sería una violación al orden constitucional, también Evo lo rompió, pues no acató el voto popular en un plebiscito que él mismo llamó. El pueblo mismo le dijo que no aceptaba la reelección, pero aun así él desacató la voluntad popular y se postuló.
Además, por el simple hecho de consultar con la Corte Suprema de Justicia sobre la validez del mandato constitucional que prohíbe la reelección, es inconstitucional, pues él mismo juramentó obedecer y defender la Constitución que ahora violó para reelegirse. Y eso destruyó los últimos días de su presidencia y la paz de su país.
Evo Morales, el líder que sacó adelante al país más pobre de Latinoamérica en 13 años como presidente, como expresó un titular, “ni los logros ni el venir del pueblo bastaron a Evo para lograr mantenerse en el cargo al que se aferró. Ya sin el apoyo del ejército ni la policía, el mandatario no tuvo otra opción que renunciar”.
Ahora hay que esperar que vuelva la calma y se organicen nuevas elecciones con nuevas autoridades electorales, y que los logros económicos que alcanzó Evo, puedan traer paz y prosperidad económica a esta nación orgullosamente indígena, para que sea un ejemplo de toda la América.