por Kelsey Harkness
Nona Ellington tenía 15 años de edad cuando se dio cuenta de que estaba embarazada. Víctima de una violación, Ellington se sintió sola, avergonzada y, desesperada, buscó ayuda.
Tras una prueba gratuita de embarazo que reveló que era positiva, mostrando que tenía cinco meses, ella planeó un aborto.
Aproximadamente en octubre de 1983, Ellington, que en ese momento se encontraba aún en la secundaria, abortó el único hijo que iba a concebir exitosamente.
“Como resultado de eso [aborto], nunca más pude tener hijos”, dijo Ellington a The Daily Signal. “Tuve cinco abortos involuntarios, dos de ellos fueron embarazos que requirieron cirugía inmediata, y durante el último, en 2004, se rompió el único tubo que tenía, así que estaba sangrando internamente, y casi muero”.
Cuando Ellington finalmente estuvo lista para tener hijos con su esposo en aquel entonces, dijo que visitó a un doctor de fertilidad, quien le “confirmó que el aborto la había dañado y no podría tener hijos”.
Ellington consideró intentar fertilización in vitro (IVF) –en la que un embrión es transferido manualmente al útero–, pero le dijeron que incluso si funcionaba, su seguro de salud no cubriría el costo.
“Cubrió el aborto. Pero no los materiales de fertilidad”, dijo Ellington.
Mirando su pasado, Ellington llama al aborto la decisión más “egoísta” que había tomado, y ahora dedica su tiempo a alertar a otras mujeres contra el aborto.
Como parte de ese esfuerzo, Ellington reunió a 3,348 mujeres que compartieron sus historias de “daño” por aborto en la Suprema Corte, como parte del expediente denominado amicus curiae.
Su esperanza es que al discutir su “daño” –tanto físico como mental–, los jueces de la Suprema Corte sostendrán una ley controversial de Texas que impone nuevas regulaciones a la industria del aborto.
El caso, Whole Woman’s Health v. Hellerstedt , ha sido considerado el mayor caso de aborto desde Roe. v Wade, en el que la Suprema Corte dijo que las mujeres tienen derecho al aborto, al tiempo que afirma el derecho del estado a regular esta práctica.
Whole Woman’s Health v. Hellerstedt podría señalar hasta dónde les es permitida a los estados la emisión de esos reglamentos.
La ley en cuestión, conocida como H.B.2, requiere que los establecimientos para aborto en Texas mantengan los mismos estándares que los centros de cirugía ambulatoria y que los doctores del aborto tengan privilegios de admisión en hospitales cercanos.
Whole Woman’s Health y sus defensores piensan que los reglamentos impuestos limitan peligrosamente el acceso de las mujeres a un aborto seguro y legal.
“El aborto es uno de los procedimientos médicos más seguros en Estados Unidos y ninguno de los requisitos impuestos por la ley de Texas lo va a hacer más seguro”, dice una declaración del Congreso Americano de Obstetristas y Ginecólogos. “Aún peor, esta ley impone claramente una carga indebida a un gran número de mujeres texanas que ya no tendrán acceso a la atención del aborto cuando la necesiten, forzándolas a esperar más tiempo antes de un aborto, a cruzar las fronteras del estado para obtener atención segura, o incluso a renunciar por completo a la atención del aborto”.
Aquellos que están a favor de la ley argumentan que los reglamentos son “de sentido común” para la salud y seguridad de las mujeres.
La ley, escribió Sarah Torre, una experta pro-vida de la Fundación de la Herencia, “fue aprobada en respuesta a la condena del abortista Kermit Gosnell, quien manejó una clínica de aborto que era una “Casa del Horror” durante aproximadamente una década, sin ninguna supervisión del gobierno”. Añade:
Luego que el gran jurado a Gosnell recomendó nuevas regulaciones clínicas tras audiencias sobre los riesgos médicos del aborto, Texas (junto con otros estados) decidió requerir a las clínicas de aborto los mismos estándares mínimos de seguridad e higiene que otros establecimientos de cirugía ambulatoria, y que los doctores que realizan los abortos tengan las credenciales para admitir a un paciente en un hospital cercano.
Myra Jean Myers, otra demandante de la Suprema Corte, dijo que experimentó algunos de estos peligros de primera mano. Tanto Myers como Ellington hablaron la semana pasada en una conferencia de prensa realizada en el Instituto de Investigación de la Familia un día antes de que la corte escuchara los argumentos orales del caso.
“El aborto es un procedimiento peligroso”, dice Myers, “yo tuve una histerectomía dos meses después”.
La histerectomía es una cirugía para retirar el útero de la mujer. A sus 28 años, también, no podrá concebir de nuevo debido a su aborto.
Allen E. Parker, abogado de The Justice Foundation, organización no lucrativa que recoge los testimonios de mujeres que reportan daños debido al aborto, dijo que la mayoría de las participantes “sufrieron graves daños psicológicos”, “pero muchas también sufrieron complicaciones físicas severas”.
Las complicaciones físicas más severas por el aborto, añadió, son hemorragia, perforación del útero y del colon, y cicatrización del útero.
“En el aborto, básicamente se raspan las paredes y el contenido del útero con un instrumento parecido a un bisturí”, dijo. “Y se hace con la mano en la mayoría de los casos, o mediante el tacto, según dicen los doctores. Y se puede golpear una parte equivocada, y allí comienzan los problemas”.
Entre las condiciones mentales, Parker cita la culpa, la vergüenza, la tristeza, la depresión, la ansiedad, el abuso de sustancias y el suicidio como las más comunes.
Ellington culpa a su aborto de haberla metido en una “espiral” de “comportamiento muy destructivo de drogas, alcohol y sexo promiscuo”.
Myers dice que, mientras sigan presentes las cicatrices físicas, la angustia mental continúa persiguiéndola.
“Nada te hiere como ser responsable de la muerte de tu hijo”, dice en la conferencia de prensa.
Parker, quien tiene esperanza en que la Suprema Corte considere el testimonio de las 3,348 mujeres cuando dé su veredicto sobre el caso, añade: “Ya sea que estés a favor o en contra del aborto, puedes reconocer que varias mujeres han sido heridas por aborto, y deseamos hacer todo lo que esté al alcance para proteger a esas mujeres”.
Este artículo ha sido actualizado para corregir un hecho acerca de Nona Ellington. El artículo original se refería a un documento de la corte que era sobre otra Nona Ellington. (The Daily Signal).