martes, noviembre 19, 2024
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El gobierno de Nicaragua es presidido por una Junta de Destrucción Nacional

Este mes de junio me he sumergido tan profundamente en el dolor humano que están pasando mis compatriotas nicaragüenses, que se me pasaron unas fechas tan importantes en mi vida, como son el 14 aniversario de la muerte de mi querido padre, el periodista José Santos Ramírez Calero, fallecido el 12 de junio de 2004 en SF, a quien le pido perdón por ni siquiera haber podido ir al cementerio a dejarle unas flores. Pero te amo padre, y siempre estarás conmigo en mi corazón. Y la otra fecha que también se me pasó es la del Día del Padre. El falleció cinco días antes.

– El mes de junio has sido un mes de desastre humano en mi Nicaragua, el cual me ha generado un dolor tan profundo que me ha llevado también a ausentarme por largas horas, días y meses de mi labor normal diaria frente a la computadora, que es de donde les traigo El Reportero cada semana – siguiendo los acontecimientos de las matanzas del gobierno de destrucción nacional.

La guerra despiadada que el gobierno de Nicaragua ha desatado contra el pueblo nicaragüense me ha acercado tanto a mi patria en espíritu y alma desde aquí en los EE.UU., que no he podido concentrarme en mi quehacer diario.

Este gobierno – encabezado por Daniel Ortega y Rosario Murillo – si es que se le puede llamar gobierno, ya que para mi no es nada más que un grupo de empresa criminal que se ha apoderado de la administración del estado de Nicaragua en forma mafiosa, turbulenta, mediante la destrucción de los ideales y de la dignidad humana de todo el pueblo, a través de sobornos, chantajes, asesinatos, mentiras, y el desmantelamiento de todas las instituciones del estado, incluyendo la destrucción de propiedades públicas y privadas. Toda una obra monstruosa.

Y yo lo ví venir.

Hace aproximadamente unos ocho años, en una mesa del antiguo Nicaraguan Restaurant en la calle Misión del Distrito de Misión, en San Francisco, mientras se comía una rica sopa de mondongo, le dije a Denis Galeano, Cónsul General de Nicaragua en San Francisco, “Denis, Daniel Ortega está creando un monstruo que nadie va a poder botar…” Nos miramos en silencio. Su mirada era profunda. No dijo nada al respecto. Igual que recientemente, cuando llegaron a las oficinas del consulado un grupo de nicaragüenses a protestar y pedirle que se pronunciara ante los asesinatos que el gobierno de Nicaragua ha venido perpetrando contra el pueblo nicaragüense por todo el país. Sólo dijo fríamente: “No hay comentario”.

Cuando él llegó a San Francisco para ocupar la silla consular durante la primera administración de Ortega, fui yo quien lo introdujo a la comunidad nicaragüense en un artículo de primera plana en El Reportero. Lo coloqué en una posición de gran comandante, pues lideró 5,000 hombres de la Contra en el norte de Nicaragua, en las Segovias, de donde él es oriundo.

El Frente Sandinista había logrado convencer durante su Gobierno de Reconciliación Nacional, a los miembros de la fuerza guerrillera de la Contra a deponer las armas a cambio de su completa integración o sumisión, y recibir beneficios de tierras, puestos en el gobierno, etc.
“Entonces el Frente los compró”? le pregunte en una conversación en otra ocasión durante una de mis tantas visitas amistosas en su despacho.
¿Se le puede llamar ‘Gobierno de Destrucción Nacional’ en Nicaragua?

“Sí”, me contestó campantemente.

Me quedé pensando: “Habrá entendido mi pregunta”?

Claro, sus beneficios como el diplomático nicaragüense de más algo rango en el norte de California, un buen sueldo y quizás tierras en Nicaragua, eran algo que no podría obtener por si solo si dejase de ser Cónsul o criticara a su jefe supremo Daniel Ortega.

Al tiempo que el gobierno se delataba como dictatorial, mi actitud iba cambiando, lo cual se reflejaba en mis críticas públicas. Obviamente ya no recibía invitaciones a los eventos sociales del consulado, y mi relación con el Cónsul se fue distanciando a un saludo casual.

Con los recientes acontecimientos que han sacudido la vida de toda la población nicaragüense desde el 18 de abril, Nicaragua se ha colocado en la noticia mundial.
El pueblo desarmado se ha volcado a las calles pidiendo la renuncia de la pareja presidencial, y en respuesta el presidente – quien hasta hace poco gozaba de la bendición del gran capital en Nicaragua para gobernar políticamente a su antojo – ha masacrado al pueblo con balas, de forma tan violenta que ni siquiera la dinastía de los Somoza se compara a su brutalidad.

Un hecho insólito que me ha dejado perplejo es que la llamada ‘Izquierda’ latinoamericana se ha quedado callada ante la masacre contra el pueblo que pide la renuncia de su verdugo, el izquierdista Daniel Ortega, y que hasta hoy ha dejado aproximadamente 170 muertos, miles de heridos y desaparecidos.

Pareciera que la ‘Izquierda’ sólo obedece a la ideología y al partido, y no a la falta de justicia y valores humanos. – Agrego que nunca uso las palabras ‘izquierda’ o ‘derecha’, pues considero que esos son términos utilizados por la élite gobernante mundial para dividir a la humanidad.

También me causa tristeza que la mayoría de los nicaragüenses que conozco en los Estados Unidos, y que los veo regularmente en Facebook, no se han pronunciado ante tanto dolor sufrido por el pueblo de Nicaragua a manos del gobierno. ¿Tan fríos se han vuelto que ya no sienten? – me pregunto.

Hoy en este día de cierre de esta edición sucedió algo insólito en la ciudad de Masaya, donde se esperaba que la guardia de Ortega – los antimotines y paramilitares – llevaran a cabo la Operación Limpieza, la cual desmontarían con violencia los tranques que el pueblo ha venido levantando para prevenir que estos entren a sus vecindarios a matar más gente y para ponerle presión a los gobernantes para que se vayan del poder. Se esperaba una matanza de grandes proporciones.

Los obispos de Nicaragua, en una sus tantas intervenciones en defensa de la población, se hicieron presentes en Masaya en una larga caravana de vehículos y miles de pobladores que se les unieron, lograron parar la masacre. Hablaron con el comisionado de policía para que en el nombre de Dios no reprimieran al pueblo y éste accedió.

Se vería, después que haya salido esta edición a la calle, si el comisionado también liberó a las decenas de manifestantes que estaban detenidos por protestar contra el gobierno – pacíficamente – a como prometió.

El consejo permanente de la Organización de Estados Americanos (OEA) realizaría este viernes 22 de junio, una sesión especial sobre Nicaragua.

Y esperamos que para el lunes, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, la OEA y la UE, ya estén in Nicaragua, lo cual es la última esperanza del pueblo para que el gobierno pare de reprimir y matar al pueblo y últimamente alcanzar justicia para los asesinados.

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