por James Holbrooks
UndergroundReporter.org
Mientras la NASA, los billonarios de la tecnología y otras organizaciones no lucrativas rivalizan para conquistar las estrellas –con un ojo en particular en Marte como el próximo hogar de la humanidad– los investigadores de Seattle han ofrecido recientemente un vislumbre de lo que podría ser un gobierno del planeta rojo.
Desde 2010 –esbozado por la Política Nacional Espacial y luego con luz verde al presupuesto por la Ley de Autorización–, los Estados Unidos han avanzado en la idea de que los norteamericanos podrían estar viviendo en Marte para la década de 2030. Un hito importante para este objetivo sería coordinar la habilidad de llevar seres humanos en un asteroide, que la agencia espacial considera terminar en 2015.
Esto ocurre al mismo tiempo que el grupo de investigación holandés no lucrativo Mars One, cuya meta declarada es establecer una colonia humana en Marte en 2027, se ha dedicado a comenzar a armar el hardware necesario para construir y mantener dicha colonia en el planeta rojo.
“Un asentamiento habitable esperará a la primera tripulación antes de que partan de la Tierra”, dice Mars One en una declaración. “El hardware necesitaría enviarse a Marte años antes que los humanos. Esta misión no tripulada está planeada para 2014”.
Elon Musk, el multibillonario gerente de Tesla Motors y de la manufactura espacial SpaceX –y el hombre que ha calculado menor tiempo en llevar humanos a Marte incluso que Mars One–, desde hace tiempo ha visto la colonización del planeta rojo como un medio para salvar a las especies.
“Pienso que hay un fuerte argumento humanitario para hacer la vida multiplanetaria”, dijo Musk a la revista Aeon cuando se le preguntó por qué enfocarse en Marte, cuando la gente enfrenta muchos problemas aquí en la Tierra; “para salvaguardar la existencia de la humanidad en caso de ocurrir una catástrofe, en cuyo caso ser pobre o tener una enfermedad pueden resultar irrelevantes, porque la humanidad se extinguiría”.
Incluso el director general de Amazon, Jeff Bezos, cuya compañía aeroespacial privada Blue Origin está enfocada sobre todo en trasladar industria pesada de la Tierra hacia el espacio exterior, dice que absolutamente debemos colonizar Marte y lo haremos “porque es atractivo”.
Pero mientras se dedican más y más tiempo, energía y capital a establecer presencia humana en Marte, muchos se preguntan cómo va a funcionar el cuerpo de gobierno de esa colonia.
Un grupo de investigación en Seattle, el Instituto de Ciencias del Espacio Blue Marble, recientemente dio a conocer un reporte sobre la cuestión.
El reporte, intitulado “Un reporte pragmático de la soberanía en Marte” y publicado en Space Policy, toma prestado de tres tratados ya establecidos –el Tratado del Sistema Antártico (ATS), el Tratado del Espacio Exterior (OST), y la Convención de Naciones Unidas sobre la Ley de los Mares (UNCLOS).
Al utilizar como premisa el Tratado del Espacio Exterior de 1967, los investigadores apuntan los problemas potenciales que pueden surgir al convivir en un nuevo planeta ciudadanos de diferentes nacionalidades –nominalmente, cuánto poder debe poseer una estructura de gobierno central, cómo manejar las inevitables disputas y qué derechos originales deben ser conferidos y protegidos.
El cuerpo de gobierno propuesto por el Instituto Blue Marble se denomina Secretariado de Marte. Como su nombre lo indica, este cuerpo sería una débil autoridad central cuya competencia sería ante todo administrativa –mantenimiento de registro, deberes secretariales y similares. Los habitantes de Marte ejercerán poder local significativo.
Sin embargo, legalmente este poder derivaría de las naciones originarias de los habitantes, “con una resolución diplomática de los conflictos o a través de un sistema temporal de tribunales, compuesto por representantes de otras colonias de Marte”.
Entre los recursos que el reporte propone –para los primeros días de la colonización, de cualquier forma–, está el que las demandas se limiten a parcelas de 100 km, aunque no tendrían ninguna autoridad para evitar el desembarque de otros, o incluso la construcción de hábitats, al interior de esa frontera.
“El derecho a un pasaje pacífico a través de zonas económicas está… ejemplificado a través de UNCLOS, sostiene el reporte, “el cual también restringe el grado de control que puede ejercer una colonia en la zona que opera”.
El OST afirma que “la exploración y el uso del espacio exterior deben realizarse en beneficio e interés de todos los países, y debe ser de toda la humanidad”. Para este fin, el reporte propone, además, el establecimiento de “parques planetarios” y de “impuesto de Marte”.
Los parques serían tramos de tierras no reclamadas y resguardadas del uso científico y cultural de todas las naciones. El impuesto sería aplicable por el derecho de extraer recursos de Marte, cuya suma sería distribuida entre los países originarios de la Tierra.
Pero, finalmente –considerando que todo suceda conforme al plan–, se llegará a un punto en el futuro en que los habitantes del planeta rojo comenzarán a pensar en ellos mismos como marcianos, como opuestos a los colonizadores de la Tierra. Y en ese punto, ¿qué cantidad de adoquines necesitará la estructura de gobierno para que supuestamente puedan vivir esas personas?
Ninguna, dice el científico político Michael Byers de la Universidad de Columbia Británica.
“En poco tiempo –escribió en un artículo de enero para Washington Post–, una colonia de Marte buscaría su independencia, si la mayoría de los colonizadores expresan este deseo a través de un referéndum”.
Citando un Convenio de Derechos Políticos y Civiles de 1966, que establecía la autodeterminación como un derecho humano básico, Byers concluye que: los derechos humanos son universales, se aplican a cualquier ser humano, en este planeta o en cualquier otra parte.