domingo, noviembre 24, 2024
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El espectro de Carmilita y el debate sobre la salud

by José de la Isla

HOUSTON – Los hombres armados que se entrometen en las reuniones municipales sobre la salud universal me recuerdan por qué es importante decirles a los matones que se regresen a sus casas, así como lo hizo Carmelita.

Hay una razón por la que se debe truncar aquel tipo de intimidación en serie, si bien ocurre de parte del gobierno o de milicias sin reglamentación. En su libro, titulado “Ringside Seat to a Revolution” (En primera fila observando una revolución), el autor David Dorado Romo ilustra este punto.

Su tía abuela Adela le dijo que en el año 1917, ella y otros mexicanos de clase trabajadora que cruzaban la frontera a diario de Ciudad Juárez a El Paso, recibieron la orden de bajarse del tranvía y las autoridades estadounidenses los obligaron a bañarse para que después los rociaran con pesticidas en el puente de Santa Fe. Los rumores circularon (luego verificados) que a las mujeres mexicanas las fotografiaban en secreto mientras se bañaban.

Los agentes de aduanas colocaban la ropa de las mujeres en una gran secadora. Adela añadió el detalle que una de esas veces la secadora le derritió los zapatos.

Para Romo todo esto parecía ser historia de familia hasta que, al hacer investigaciones para su libro en los Archivos Nacionales en Washington, D.C., se dio con una fotografía de la secadora a vapor y la narración de las “manifestaciones en los baños”.

Su protagonista era una mucama de 17 años, Carmelita Torres. Los periódicos la describieron como una “amazona de cabello rojo”. Al cruzar el puente una mañana, Carmelita desafió a los agentes estadounidenses y convenció a otras 30 mujeres a bajarse con ella y protestar esa práctica humillante.

El año anterior, 27 hombres fueron quemados vivos en una cárcel después de una explosión y un incendio tras otra medida de “salud pública” similar en la que les hicieran remojar la ropa en gasolina, creosota y formol, para luego darse en un baño con una mezcla de gasolina, aceite de carbono, y vinagre.

En lo que Carmelita y las otras mujeres marcharon contra el campo de desinfección, se les unieron 200 mujeres más. Para el mediodía, según notas de la prensa, llegaron a ser “varios miles”.

Cerraron el paso del tránsito entrando a El Paso. A los inspectores de aduanas quienes intentaron dispersarlas les arrojaron botellas, piedras e insultos. El comandante militar en Fort Bliss ordenó que fueran soldados al lugar, en donde continuaba la batalla callejera y donde a un sargento una de las “amazonas” le profirió un golpe en el rostro.

Las “amazonas” le arrancaron los controles del tranvía a los conductores y capturaron a uno como rehén. Un comandante de escuadrones de la muerte mexicano (estos eran tiempos de revolución), el general Francisco Murguía, ordenó a sus soldados de caballería a apuntalar a la multitud con sus sables, lo cual incitó a las mujeres a rechiflar, abuchear y atacar a los soldados. Se reportó que a un observador que gritó, “¡Viva Villa!” los hombres de Murguía mataron.

Entonces, qué tiene que hacer el año 1917 con el año 2009?

Los expedientes históricos muestran que los agentes de aduanas comenzaron a usar el químico zyklon B en el edificio de la desinfección, al que llamaron “la cámara de gas”. Un artículo en una publicación alemana de 1938 elogió en particular el uso de zyklon B para fumigar a los inmigrantes. Los nazis lo adoptaron como el agente químico que usaron en los cruces de frontera en Alemania y en los campos de concentración. Para la Solución Final, pusieron bolitas de zyklon B en las cámaras de gas para exterminar a millones.

Las manifestaciones de los baños de 1917 fueron la primera pelea en la resistencia a las matanzas que se hicieron la deshonra del siglo XX. Todo comenzó con temas de la salud pública.

Nosotros podemos sentir la vehemencia de las personalidades autoritarias que presionan por controlar las discusiones sobre la salud fuera y dentro de las reuniones municipales. Los psicodramas en la mente de aquellos rufianes ponen las cosas al revés. Se posicionan como los que están en peligro y que necesitan preservar su modo de vida que está amenazada. Es por eso – quieren que creamos – que blanden armas, hablan como matones, y gritan.

­Estos son tiempos peligrosos cuando las armas AK-47 y otras, símbolos de la muerte, se blanden durante discusiones sobre la salud, una expresión que afirma la vida.

Y después está el recuerdo de lo que hicieron Carmelita y Adela. Con sus voces femeninas, próximas a ser ahogadas con líquidos de limpieza, se irguieron contra una política malévola y contra hombres armados. Hispanic Link.

[José de la Isla, cuyo último libro se encuentra en versión digital gratuita en www.DayNightLifeDeathHope.com, redacta un comentario semanal para Hispanic Link News Service. También es autor de The Rise of Hispanic Political Power (2003). Comuníquese con él a: joseisla3@yahoo.com]. © 2009

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