martes, noviembre 19, 2024
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El control mental: el intento de programar la vida

por Jon Rappoport
NoMoreFakeNews.com

“Los objetivos del moderno control mental son siempre descritos en términos de tratamiento médico, alivio del sufrimiento y la curación. ¿Qué más se puede esperar? ¿Una declaración cruda de la misión sobre el control poblacional y una reducción intencional de la función cerebral? No, esta operación cae inevitablemente bajo ‘el mayor bien para el mayor número’. La promesa promovida es: menos esfuerzo, menos dolor, más felicidad. Un regalo dado al esencialmente pasivo ser humano. Esa formulación por sí misma es una versión del control mental. El héroe y el rebelde son remplazados por el androide semisatisfecho y pasivo.” (The Underground, Jon Rappoport)

He aquí un proyecto de investigación que dice algo acerca de a dónde se dirige el control mental. De MIT News, “Neurocientíficos revierten los recuerdos de las asociaciones emocionales” (8/27/14):
“Los hallazgos, descritos en Nature del 27 de agosto, demuestran que un circuito neuronal que conecta el hipocampo y la amígdala juega un papel crítico en la asociación de la emoción y la memoria. Este circuito puede ofrecer un objetivo para nuevos fármacos para ayudar a tratar condiciones como el trastorno de stress post-traumático, señalan los expertos.
“En el futuro, debemos ser capaces de desarrollar métodos que ayuden a la gente a recordar recuerdos positivos más fuertemente que los negativos”, dice Sumusu Tonegawa, profesor de Biología y Neurociencia de Picower, director del Centro RIKEN-MIT de Génetica de Circuitos Neuronales, del Instituto Picower del Aprendizaje y la Memoria de MIT, y autor principal del artículo”.
Traducción: borrar las emociones conectadas con los recuerdos.
Jugar con la memoria, reprogramar neuronas, cambiar la química cerebral… Éstas son las señas de identidad de los esfuerzos modernos para condicionar la vida humana.
La ciencia se ha manchado, por decir lo menos, pero el esfuerzo es enorme, y la dirección es clara.
Si tomamos las ciencias sociales, y la biología, la física y la química, así como la psicología y la psiquiatría… e incluso si salimos a la periferia de la academia, donde viven los llamados disidentes… encontraremos escenarios sobre la vida como programable.
Cambia la célula, la molécula, el átomo, la familia, el ambiente, el DNA. Inicia nuevos modelos, nuevos sistemas, patrones y organizaciones nuevas.
Las bases de este ejercicio: nosotros humanos somos recipientes pasivos de “influencias”. Por tanto, altera las influencias.
En la gama baja, tenemos el programa de control mental de la CIA, MKULTRA. En la gama alta, tenemos algo como esto: “el universo nos está llevando a un estado final de consciencia, y somos células en el súper cuerpo de la Sabiduría del Todo, que gradualmente nos está revelando su verdad”.
De cualquier manera, los humanos son vistos como pasivos.
Pasivos cifrados de causa-efecto, estímulo-respuesta, input-output. No importa qué tan básico o elegante, esta es la existencia en que la libre voluntad, la elección, el poder individual, la imaginación se disminuyen radicalmente.
Por ejemplo: “el cerebro es fuente de conciencia”.
Consideremos cómo la física contempla el cerebro: es un órgano del cuerpo, hecho de las mismas partículas que pueblan el resto del universo. En ningún lugar de esas partículas está la capacidad para entender significado.
Por tanto, el cerebro no entiende el significado.
El significado es meramente (y absurdamente) una ilusión
química/biológica/electromagnética, una “lectura” en curso a la que estamos pasivamente sujetos.
Poseedores de esa concepción demente de la vida, los científicos sienten que está completamente justificado que manipulen, experimenten y cambien la “máquina humana”.
De hecho, para el doctor Ewen Cameron, el psiquiatra más condecorado del mundo durante los años 1940-1950, la personalidad de un individuo era propiedad de la sociedad, representada por hombres como él.
Sobre esas bases (como he descrito en otros artículos), Cameron ideó un método de tortura llamado “manejo psíquico”, que incluía la administración de poderosos shocks eléctricos a los cerebros de sus pacientes, junto con drogas intensas que los llevaban a semanas consecutivas de sueño, después de las cuales les ponía cintas que repetían frases millones de veces, en un esfuerzo para borrar sus personalidades e instaurar nuevas.
Cameron trabajaba con un contrato de la CIA, como investigador en su famoso programa MKULTA.
Hoy día, la investigación de la programación es mucho más sutil, pero el objetivo es el mismo. El paciente no experimenta dolor físico abierto, al tiempo que un circuito particular de su cerebro  es “neutralizado”, pero nunca funcionará de la misma manera. Él será “nuevo”.
“Mejor calidad de vida a través de la programación”.

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