viernes, diciembre 27, 2024
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Duro invierno para los trabajadores agrícolas de California

por David Bacon
New America Media

SAN JOAQUIN VALLEY, California – Octubre, en pueblos campesinos de California, la tasa de desempleo comienza a aumentar a medida que se acerca el  final cosechas. En Coachella, no muy lejos del exquisito Palm Springs, uno de cada ocho trabajadores no tiene empleo. En  Delano, donde el sindicato de Campesinos se creó por la huelga de uvas hace 50 años, le pasa a 1 de cada 4, al igual que  en otras pequeñas ciudades del sur del Valle de San Joaquín. En la costa de Santa María y Lompoc la tasa es de 13,8 y 15,5 por ciento respectivamente. En Valle Imperial, junto a la frontera con México, la tasa de desempleo es superior al 26 por ciento en Brawley y Calexico.
Esta es una invisible realidad para los habitantes del estado urbano. Los Ángeles tienen una alta tasa de desempleo para una ciudad, pero sigue siendo menos que los pueblos rurales a un 8.7 por ciento, o uno de cada ocho trabajadores. En San Francisco y en Berkeley el porcentaje de desempleo es de 4.3 y 5.9 – menos de un cuarto que la tasa de Delano.
Entonces el invierno da su golpe. Para febrero, uno de cada tres trabajadores en Delano y Arvin estaba desempleado. En Salinas va de uno en diez en octubre, y en Santa María y Lompoc uno en cinco. Coachella es uno de cada dieciséis. En Brawley, Calexico, Lompoc y Santa María, el desempleo jamás desciende.
Invierno es un tiempo difícil, con el dinero hecho en verano y otoño deben de pagar la renta y tener a los niños alimentados mientras que no entra nada. Con papeles de inmigrantes, los trabajadores obtienen pocos beneficios de desempleado, pero sin papeles, no pueden ni siquiera adquirirlo del todo – de hecho, cualquier beneficio que requiera un número de seguro social está fuera del alcance. Cualquiera en esta estación podría necesitar un poco de trabajo, pero especialmente para las personas indocumentadas, incluso unos cuantos días de trabajo harían mucha diferencia.
Mucho del trabajo en invierno es de limpieza.  Con la sequía en California, un granjero de sandías cerca de Merced empieza a usar irrigación por goteo para ahorrar el consumo de agua. En invierno, por lo tanto, los tubos plásticos que llevan el agua a las plantas debe ser levantado para que los residuos de la fruta y los tallos queden bajo el arado, y que el campo quede listo para plantar nuevamente en la primavera. Los tubos sólo funcionan por una estación, una vez levantados, se le paga a un reciclador para que se deshaga de ellos.
La irrigación por goteo es una técnica importante para agrícolas orgánicos porque solamente riega a la planta que crece frutos, ayudando a mantener al margen a los hierbajos sin necesidad de usar herbicidas. Esta clase de irrigación también reduce la vulnerabilidad de las plantas de sandía de las enfermedades a las que estaban expuestas por el viejo sistema de aspersores y regaderas.
Orgánico o no, pocos agricultores y contratistas aquí suplen algún equipamiento protectivo o limpiadores de campo. Los trabajadores compran sus propios guantes de algodón para mantener libres sus manos de rasguños e infecciones, pero la tela delgada no puede repeler el agua. El campo está lleno de lodo y los trabajadores compran bolsas negras grandes para basura, haciéndoles agujeros para la cabeza y los brazos. Es algo de protección, pero el agua se sigue filtrando por las mangas y los pantalones. Nadie sabe qué tipo de químicos pudieron haber sido usado aquí, o qué hay en el agua que empapa sus ropas luego de unas horas.
La mayoría de los trabajadores en el campo vienen de Sinaloa. Hace veinte años, pudieron haberse ido a casa durante las temporadas libre, en donde el costo por vivir en sus propias casas en Guasave o Los Mochos es mucho menor. Podrían pasar las vacaciones con sus familias, y regresar cuando el trabajo empiece nuevamente en la primavera. Pero ya no. Ir a casa es muy caro para los trabajadores con sueldo mínimo, no importa su estado migratorio. Aquellos sin papeles, están virtualmente presos en los Estados Unidos por la combinación de la economía y las políticas migratorias.
Tomando en cuenta la inflación, los salarios han ido decayendo en los campos de California por una o dos décadas. Hoy, un pasaje en bus a casa, o gasolina para el vehículo, cuesta al menos una semana y media de trabajo completo con un salario de $9 por hora. Para aquellos que no tienen papeles, ir a casa es virtualmente imposible. Sólo el coste de los coyotes para llevar a un trabajador de regreso a través del desierto y la frontera es de al menos $2,000. A una tasa de $9 por hora, es más de un mes de trabajo completo.
Y muchas personas no lo logran. El cementerio en Holtville en el Valle Imperial alberga los restos de cientos de los que mueren en sus viajes por la frontera cada año, muchos de los cuales son encontrados en el desierto sin identificación, y son enterrados sin nombre.
Así que el oeste del Valle San Joaquín de Gustine, los aparcamientos de tráilers están llenos en invierno. El pueblo es dividido entre los residentes descendientes de los inmigrantes portugueses que llegaron hace unas tres décadas, y los más recientes, en su mayoría de Moyahua en Zacatecas, incluso más lejos de California que de Sinaloa.
Algunas personas adquieren trabajos podando vides de uva y limpiando huertos de almendra, algunas de las relativamente dependientes fuentes de trabajo en invierno. Pero el desempleo está fuerte aquí también. El pueblo fue una vez el centro de una industria diaria, abasteciendo con leche y queso a las ciudades cercanas. La industria diaria ha crecido en algún otro lado del Valle San Joaquín, pero las planteas de queso de Gustine han ido cerrando una tras otras durante las últimas dos décadas. La planta de queso original, la New Era Creamery, fue construida en 1907 cuando las líneas férreas fueron extendidas a lo largo del lado oeste del Valle. New Era cerró en el 2005, con un poco menos de un centenario de trabajo. El año pasado, los restos de la estructura fueron quemados, dejando al os residentes con incluso menos alternativas para trabajar los campos.
En el invierno, incluso ese trabajo es difícil encontrar.

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