viernes, noviembre 22, 2024
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Dios es el guardián de niños indocumentados

[Author]por Andrea Acosta
El Pregonero
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Mientras los niños cruzan solos la frontera, los padres viven una intensa angustia en Estados Unidos y lo único que pueden hacer es rezarle a Dios para que proteja a sus hijos durante la travesía.
Cada viaje que llega a feliz término es obra de Dios -aseguran los padres inmigrantes que esperan del otro lado del Río Grande con impaciencia y mucha fe.
Lo que hice fue ponerla en las manos de Dios y el Señor puso ángeles en el camino para traerme a mi niñaL, según expresó a El Pregonero hace unos días la inmigrante salvadoreña Carmen Molina al narrar la travesía que vivió su hija Valeria hace apenas tres años.
Dos viajes
Carmen salió de El Salvador hace 10 años, atravesó Guatemala y México (transportándose en autobuses y taxis) y luego cruzó el Río Grande para finalmente llegar a Estados Unidos. Hizo el viaje junto con su hermano, guiados por coyotes, y asegura que Dios les venía cuidando en el camino.
Cuenta que la peor parte es el viaje en el famoso tren llamado CLa BestiaL, pero ella se salvó de que los traficantes le hicieran daño. ,En ese tren hay muchas muertes, algunos quedan amputados, desnudan a los inmigrantes para robarles el dinero, violan a las mujeres…E
Después de tres semanas de riesgos para llegar al norte, fue arrestada por las autoridades de inmigración. Decidió no presentarse a corte, por lo cual se quedó indocumentada. Dejó atrás su familia y su patria, persiguiendo la meta de trabajar para sacar adelante a su familia.
Lloraba cada día por mis hijas de 6 y 10 años que dejé a cargo de mi mamáL, contó esta feligresa de la parroquia San Camilo de Silver Spring, Maryland.
Recordaba entre lágrimas el momento de la despedida, cuando la más pequeña le decía: ,Lléveme con usted, mamá, sino yo me voy a pegar a su cachetito y me voy a ir con usted y no me voy a despegar de su ladoL.
Carmen revivía ese momento, con esas palabras y la carita de Valeria. .Son momentos dolorosos que uno nunca olvidaS. Desde que llegó empezó a trabajar en limpieza y siempre pudo enviar dinero a su madre en El Salvador.
Carmen quería que la hija mayor viniera, pero ella no tuvo valor para la odisea. La pequeña -que ya tenía 13 años- seguía repitiendo que quería ver a su madre, estaba muy ilusionada, armada de valor y decidida a emprender la aventura de cruzar por tres países.
Antes de tomar la decisión, esta madre desesperada, se arrodillaba y oraba: .Dios mio, ayúdame… trae a mi hijas, yo las extraño mucho y ya no aguanto este dolor…D
Carmen ya se había casado en Estados Unidos y no podía abandonar a su esposo y sus hijas nacidas aquí. Si regresaba a El Salvador no podría volver a entrar.
Entonces, entre la espada y la pared, optó por conseguir los 4.500 dólares para pagarle a una mujer que le habían recomendado para guiar a su hija en las fronteras.
El viaje
Valeria sentía que venía paseando y la señora no la dejó sola ni por un momento.
Yo no tenía mucha preocupación porque mi hija me llamaba durante el camino, avisándome por donde iba…Y, comentó esta madre salvadoreña. Pero reconoce que sí se angustió cuando llegó el momento de cruzar el río bravo. ,Mientras ellas cruzaban, yo pasé todo ese tiempo arrodillada pidiéndole a Dios que ayude a mi hijaM.
Luego de superar ese reto, Valeria avisó que faltaba la última caseta de las autoridades fronterizas. Entonces, Carmen siguió haciendo lo único que podía hacer: orar. Se arrodilló nuevamente para pedirle a Dios que el agente solamente mire los papeles de la señora… y así mismo fue. .Solamente nos volvió a ver y dijo: pasen…S
Carmen reconoce la gran valentía de su hija y describe todo esto como obra de Dios.
Estoy contenta de que mi hija pasó todo bien y llegó con la persona hasta mi hogar en 22 díasE.
El día del reencuentro fue muy emocionante -contó esta madre que pasó de la angustia a la tranquilidad-. Su niña se lanzó hacia ella y le dijo: .Mamita, mamita linda, te volví a ver. Lo logré… Aquí estoy con ustedM.
Carmen estaba sorprendida al ver a Valeria muy delgada. .Estaba tan flaquita que ni el pantalón cero le quedaba… Sólo sentí sus huesitos que me abrazaban y me eché a llorarE, dijo una madre que ahora está feliz.

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