por Jorge Mújica Murias
México del Nort
Para estas alturas de la vida, el lector seguramente ya sabe del renovado ímpetu del movimiento por la reforma migratoria. El 21 de marzo marchamos en Washington DC unas 200 mil personas, a la hora en que el congreso seguía hecho bolas con la llamada reforma de salud. La marcha no estuvo nada mal, primera vez que realmente se puede organizar una marcha nacional en la capital del país que realmente valga la pena.
Como en todos estos eventos, tampoco todo estuvo bien. En algún momento se sospechó que el patrocinador no eran los grupos que trabajan en la reforma migratoria sino Univisión, que gozó del “privilegio” (¿o sería el compromiso y la exclusiva?) de que se presentaran uno por uno a sus locutores y merolicos radiales a nivel nacional, y hubo un momento francamente jocoso en que una oradora propuso a Luís Gutiérrez para presidente. El argumento era que “Obama no ha hecho nada; si Luís Gutiérrez fuera presidente ya habría hecho algo”. Es jocoso porque Obama no ha hecho nada pero apenas lleva un año en la oficina, y en cambio Luís lleva 17 de no hacer nada en el Congreso, pero en fin.
Con todo y todo, el momento más importante podría haber sido el mensaje grabado de Barack Obama. Cuando todo el mundo lo suponía pegado a las discusiones en el Congreso para ver si se aprobaba la reforma de salud, Barack se dio el tiempo de grabar un videito y mandarlo a los marchistas diciendo, como es típico en él, exactamente lo que querían oír: que apoya la reforma migratoria y que apoya la propuesta presentada por los senadores Schumer y Graham.
Y ahí esta lo malo de Obama. Con tal de quedar bien con todo el mundo, dice cosas que no tienen mucho sentido.
Vamos a hacerle un poquito de historia, para que se acuerde… En 2006, en la Primavera del Inmigrante, marchamos en contra de la criminalización de los inmigrantes, en contra de la famosa HR4437, y a favor de una reforma migratoria justa, que legalizara a la gente que no tiene papeles.
Justamente difícil
De aquél entonces para acá han pasado muchas cosas, menos una reforma justa de inmigración. Ha llovido, ha nevado, ha temblado y ha habido huracanes, y pareciera que cada uno ha ido cambiando el discurso sobre la pretendida reforma.
Para empezar, dejó de ser “reforma justa” y se convirtió en “reforma integral” (incluyendo cuestiones de seguridad nacional), o “comprensiva”, como le dicen los chicanitos que dirigen las organizaciones que trabajan en el tema. La palabra “justa” se había perdido entre los discursos de Lou Dobbs y George Bush.
Lo que presentan Graham y Schumer, líderes Republicano y Demócrata en el Senado, recupera la palabra “justa” en el cuarto punto de su propuesta. Por cierto, hay que recordar siempre que estos señores no han presentado una iniciativa de ley que se pueda discutir en el Senado, sino solamente “las bases de un proyecto” de reforma.
Los primeros tres puntos insisten en lo que ya sabemos y que a nadie le hace gracia: reforzamiento de la vigilancia fronteriza; instauración de un sistema de verificación para todos los trabajadores en Estados Unidos, con medidas biométricas y demás, y un programa de braceros para los futuros inmigrantes.
Pero el cuarto punto llama la atención. Ahí es donde recuperan la palabrita perdida, diciendo que habrá un “proceso de legalización difícil pero justo”.
La legalización comienza con el requisito de “declararse culpable de haber violado la ley”. En otras palabras, comienza con la Sensenbrenner, la famosa HR4437 que tanto combatimos en 2006.
Después de declararse criminal, uno tiene que “pagar su deuda con la sociedad” a base de trabajo voluntario. Para continuar el proceso, hay que pagar multas, demostrar que se han pagado impuestos desde quiensabe cuándo aún sin haber tenido número de Seguro Social, y hay que demostrar que se domina el idioma inglés.
Hecho todo lo anterior, uno ha ganado el derecho de “ponerse la final de la cola” para una legalización. La cola, como todos sabemos, nadie sabe dónde queda. Tal vez se refiere a los 14 años que hay que esperar cuando un padre mexicano pide a su hijo, o los 24 que debe esperar un hijo cuando pide a su madre coreana.
No sabemos mucho más de la plataforma del proyecto, porque no tiene muchos más detalles. Lo que si sabemos es que es francamente inaceptable. Si eso es lo que apoya Obama, tendremos que volver a las calles diciendo “no nos apoyes, compadre”…