Esta Navidad fue para muchos bastante dura, me refiero a muchos migrantes que dejaron sus casitas en sus países en busca del sueño americano en los EE.UU., un sueño que realmente ya no es, un sueño que es solo un espejismo del pasado, cuando el residir o visitar este país, aun por un corto período – les lograba avances económicos enormes.
Muchos inmigrantes se han aventurado a salir de sus países por falta de oportunidades en medio de una crisis global de grandes proporciones que afecta a muchos países. Y aun en medio de incertidumbre, estos inician estos viajes que muchas veces se transforman en un momento de tristeza para ellos.
Muchos se quedan varados en una frontera cruel, que no les permite cruzar por falta de permiso, y tienen que sufrir frío y hambre, esperando que una mano amiga les pase un poco de agua y comida mientras logran llegar a la entrada y les conceden el bendito ‘libertad condicional’ o parole que les permita entrar legalmente y poder trabajar, mientras sus peticiones de asilo – mayormente no fundamentadas – son procesadas.
Para otros, el espejismo se desvanece cuando son deportados de regreso a sus países de donde llegaron en cuanto cruzan, por culpa de nuevas políticas estadounidenses emergentes de último minuto. Así, sus sueños se convierten en verdaderas pesadillas para ellos y sus familiares que tuvieron que vender pertenencias o empeñar sus casas para poder costear sus peligrosas e inciertas odiseas. En el camino muchos son robados, secuestrados y las mujeres violadas.
En algunos lugares son bien recibidos.
En McAllen, Texas, la hermana Norma Pimentel, directora ejecutiva de Caridades Católicas del Valle del Río Grande, que administra la instalación, dice que especialmente las celebraciones de la Navidad son un momento en el que los inmigrantes que llegan a este país deben ser recibidos con los brazos abiertos.
«Muchas de sus familias todavía están separadas. Se desarraigaron y dejaron todo atrás: todo lo que son, ya sabes, su cultura, su comida, sus amigos, su todo. Y no es algo fácil”, dijo., les ofrecen albergue, ropa y alimentos
Los desafíos son muchos, y muy peligrosos, pero cuando hay esperanza y una luz al otro lado del túnel, vale la pena arriesgarse para muchos, aunque sea doloroso.
Para un buen número, el dolor se ha sentido en carne propia últimamente.
«Las ambulancias los llevan a diario a hospitales en El Paso, San Diego y Tucson, Arizona, retorciéndose de dolor: huesos sobresaliendo de brazos y piernas; cráneos rotos; columna vertebral destrozada. Los hombres y mujeres llegan en camillas flanqueados por un agente en el el revelador uniforme verde de la Patrulla Fronteriza de Estados Unidos.
“Una mirada y sé que es otra caída de muro”, dijo Brian Elmore, médico de urgencias del Centro de Ciencias de la Salud de la Universidad Tecnológica de Texas en El Paso, informa The New York Times.
Los pacientes son todos inmigrantes que se estrellaron contra el suelo mientras intentaban escalar el muro que separa a México y Estados Unidos en largos tramos de la frontera.
«En una búsqueda para detener la inmigración no autorizada, el gobierno de Estados Unidos ha ampliado en los últimos años la longitud y la altura de las fortificaciones, y la administración Biden ha autorizado un nuevo tramo. Pero muchos inmigrantes no se han dejado intimidar por las barreras, y durante cientos de ellos, el resultado han sido lesiones debilitantes que requieren múltiples cirugías, según los médicos que trabajan en hospitales estadounidenses cerca de la frontera».
Cuidar a los pacientes puede imponer una carga financiera considerable porque los inmigrantes normalmente carecen de seguro, pero a menudo requieren múltiples cirugías complejas y atención hospitalaria prolongada, explica el reporte.
Buses cargados de personas que recién cruzaron la línea de Texas – que es donde mayormente cruzan los migrantes – emprenden camino hacia los estados santuarios de Nueva York o Chicago por mandato del gobierno de Texas, y así evitar que éstos agoten los recursos de la economía local al convertirse éstos en carga pública.
Al llegar a estos estados, muchos no logran caber en los saturados albergues y tienen que dormir en parques y aceras de estas ciudades santuarios. Ello está causando el repudio de los residentes locales que ya sufren falta de viviendas y empleos, y se sienten traicionados por sus representantes políticos al ver que sus impuestos son utilizados para mantener a estos inmigrantes – que dicen no saber nada de ellos, pues cruzaron la frontera sin la debida inspección migratoria.
Una política migratoria ordenada podría resolver esta crisis migratoria que sobrepasa la capacidad de procesamiento de inmigrantes.
La bipartidista Ley Dignidad (H.R. 3599), encabezada por las representantes María Elvira Salazar (R-FL) y Verónica Escobar (D-TX), ha logrado un progreso significativo en la Cámara de Representantes desde que se presentó en mayo pasado.
Docenas de partes interesadas prominentes han intervenido, incluido el apoyo de todo el sector empresarial, grupos de inmigración, la comunidad agrícola, la comunidad religiosa, educadores, expertos en economía, líderes comunitarios, embajadores y senadores de los Estados Unidos.
Si desea agregar su voz de apoyo a la Ley Dignidad, envíe un correo electrónico a JMK@mail.house.gov y jgo@mail.house.gov.