[Author]por Amy Roe
Noticias Igualdad de Voz[/Author]
Con su hija desaparecida, Dalila no puede perder la esperanza.
“A veces pienso… la voy a encontrar con vida, en algún lugar, donde ella pudiera estar recuperándose. Un hospital, un refugio. “
Dalila, quien vive en Oregón y trabaja en limpieza, pidió que su apellido fuese protegido por razones de seguridad. Ella vino a los EE.UU. con visa, hace nueve años de El Salvador. A finales del 2013, Dalila le pagó a un hombre $ 3.500 para que le trajera a su hija de 24 años de edad de El Salvador a los EE.UU., con la promesa de pagar otros $ 3500 cuando su hija llegara.
Madre e hija nunca se reunieron. El 26 de diciembre del 2013, la hija de Dalila le envió un mensaje de texto diciendo que estaba a punto de empezar a caminar de McAllen, Texas, a Houston.
Los pensamientos de lo que podría haber sucedido a su hija durante ese viaje de 350 millas acosan a Dalila: “Eso es lo que me mantiene despierta por la noche; y lo que es más doloroso sobre todo – imaginarme a mi hija llorando, pidiendo ayuda”.
Cerca de 6.000 personas han muerto cruzando la frontera sur en los EE.UU. desde 1998, de acuerdo con informes de la Patrulla Fronteriza de Estados Unidos. La violencia y la pobreza en México y América Central obligan a los migrantes a dejar su país, mientras que los lazos familiares y las oportunidades económicas los mantienen en EE.UU.
Muchos no sobreviven el viaje. Muchos cuerpos se han encontrado – en desiertos, ríos y en ranchos – por lo que las autoridades locales se han esforzado para lidiar con los restos.
En el sur de Arizona, un espacio del cementerio utilizado para enterrar los no identificados, está lleno, así que los legisladores modificaron una ley para que dichos restos pudieran ser cremados. La morgue del condado de Pima, Arizona., y la oficina del médico forense fueron ampliadas para dar cabida a la necesidad.
El número de personas que han muerto al cruzar hacia Arizona descendió en 2014, pero los grupos de derechos humanos dicen que el flujo de inmigrantes está siendo canalizado en Texas, donde la zona fronteriza comprende cerca de 30 condados rurales pobres, como el condado de Brooks (pop. 7223).
En junio, los antropólogos forenses que trabajan en el Condado de Brooks descubrieron los restos no identificados de migrantes enterrados en fosas comunes en el cementerio Sagrado Corazón.
Algunos de los restos fueron mezclados y los huesos fueron encontrados en bolsas para compras y de basura, de acuerdo con la Corpus Christi Caller-Times.
Tales revelaciones impulsaron cambios en la forma en la que el condado de Brooks se encarga de los restos no identificados, pero también sacaron a la luz la magnitud de las muertes y desapariciones de migrantes.
Si cientos de personas perecieron en accidentes de avión en el desierto, esto estaría en los titulares y obtendría apoyo federal, dijo Robin Reineke, fundador del Centro Colibrí para los Derechos Humanos en Tucson, Arizona.
“Para otros tipos de otros desastres, hay una agencia de respuesta a tales desastres, donde la gente llega y trata de darle solución a las cosas”, dijo.
Muestra de Fuerza
Fernando García, director ejecutivo de la Red Fronteriza por los Derechos Humanos, dijo que el desastre migrantes-muertes es el producto de los esfuerzos del gobierno de los Estados Unidos para “sellar” la frontera entre México y los EE.UU.
El primero de esos esfuerzos, la Operación Hold the Line, se inició en El Paso en 1993. Concentrando agentes y tecnología en las zonas urbanas, la Patrulla Fronteriza ha creado una “demostración de fuerza” para disuadir a la gente de cruzar la frontera ilegalmente. El enfoque se amplió en 1994 a San Diego, bajo el nombre de Operación Gatekeeper.
Citando un descenso en el número de detenciones, la Patrulla Fronteriza llamó un éxito a la disuasión.
Pero los grupos de derechos humanos dicen que la gente seguía cruzando a los EE.UU., tomando rutas más arriesgadas y pagando a contrabandistas para ayudarlos.
Después de que Gatekeeper se puso en funcionamiento por ejemplo, las muertes de migrantes por ahogamiento y exposición se elevaron significativamente en la frontera entre California y México, según el informe.
Antes de la fortificación de la frontera, las muertes de migrantes eran ocasionales y circunstanciales, dijo García. En estos días, son muy comunes. Cuando un cuerpo se encuentra en Río Grande, “Es como, OK, otro flotando en el río.”
La muerte de miles de migrantes se unió a la apatía, dijo García.
Falta de información
Dalila quiere poner fin a la espera e incertidumbre. Ella llenó un informe de personas desaparecida al Centro para los Derechos Humanos Colibrí, con la esperanza de averiguar qué pasó con su hija.
“Esté viva o muerta, quiero terminar con esto”, dijo.
El Fundador de Colibrí, Robin Reineke está en una coalición de científicos, estudiantes y activistas de derechos humanos que trabajan para recopilar mejores datos de los restos no identificados de quienes cruzan la frontera, de modo que puedan ser relacionados positivamente con los desaparecidos reportados.
Reineke y sus colegas han realizado 100 identificaciones de restos positivas, desde 2006.
Eso deja a otros 900 sin ser identificados, John y Jane Doe se encuentran solos en Arizona. No se llevarán a cabo funerales para ellos; y probablemente sus familias nunca serán notificadas.
“Se han vuelto invisibles muchas veces”, dijo Reineke.
El Reloj avanza
Cuando un migrante indocumentado muere al tratar de cruzar la frontera entre Estados Unidos y México, el reloj comienza a hacer tictac. Si el cuerpo se encuentra antes de que se haya descompuesto o haya comido por los animales, los investigadores pueden determinar el peso de la persona y encontrar cicatrices o tatuajes que puedan ayudar en la identificación. También hay más posibilidades de que se encuentren ropa y artículos personales.
Reineke recopiló datos de los consulados – incluyendo los registros escritos – y tomó informes de los familiares.
Colibrí, a nonprofit that grew out of this work, receives as many as 60 reports from families each week and also collects missing-person reports from consulates, nonprofits, journalists and BORSTAR, the Border Patrol’s search-and-rescue unit.
In 2008, the body of a young woman was brought in to the Pima County ME’s office. Found with the body was an ID card, and the face of the woman matched the photo on the ID, which also had a name. Despite all this, Reineke was unable to locate the woman’s family.
Family members may not file a missing-person report because they are estranged from the relative, involved in the drug trade or too scared, because of their own undocumented status, to make a report.
Colibrí, una organización no lucrativa que surgió a partir de este trabajo, recibe hasta 60 reportes de familias cada semana y además contiene los informes de personas desaparecidas de consulados, organizaciones no lucrativas, periodistas y BORSTAR, la unidad de búsqueda y rescate de la Patrulla Fronteriza.
En el 2008, el cuerpo de una mujer joven fue llevado a la oficina del condado de Pima. Con el cuerpo se encontró una tarjeta de identificación, y el rostro de la mujer coincidía con la foto en la ID, que también tenía un nombre. A pesar de todo esto, Reineke no ha podido localizar la familia de la mujer.
Los familiares pueden no levantar un informe de la persona desaparecida, posiblemente porque no tengan una relación cercana, que participan en el tráfico de drogas o quizás porque tienen demasiado miedo de levantar el informe, debido a su propia condición de indocumentados.
“Un desastre masivo”
Kate Spradley conoce muy bien de retos no identificados. Una antropóloga forense de la Universidad Estatal de Texas, que está llevando a cabo un análisis de los restos sin identificar de 65 personas que cruzaron la frontera, exhumados del cementerio Sagrado Corazón de Brooks Condado.
El proyecto, dijo, es “un desastre masivo dejado en nuestro laboratorio.”
La ley del estado de Texas exige muestras de ADN de todos los restos que no sean identificados, pero la ley, dijo Spradley, rara vez se aplica.
Texas tiene 254 condados, de los cuales solo 13 tienen los servicios de médicos forenses, y estos solo prestan dichos servicios a sus propios condados, dijo Spradley. Hay tres médicos forenses en la zona fronteriza. La autopsia de restos no identificados cuesta alrededor de $1.500, más otros $1.500 para transporte.
Como resultado, nadie sabe a ciencia cierta cuántos restos no identificados de personas que cruzan la frontera están enterrados en los cementerios de Texas.
(Amy Roe es la reportera de Equal Voice News. María Rigou, gerente de marketing de medios sociales para las noticias igualdad de voz y la Fundación Marguerite Casey, contribuyeron al reportaje).