Jorge Mújica Murias
mexicodelnorte@yahoo.com.mx
Me tocó esta semana, como miembro del Consejo Consultivo del Instituto de los Mexicanos en el Exterior, visitar ese país entre México y México del Norte, comúnmente conocido como “La Línea”. Mide unas doscientas millas de ancho, le llaman también la Faja Fronteriza, y lo parten a la mitad una raya, un río y una barda. Por la garita conocida como Puerta México en Tijuana, según nos dijo el Comisionado del Instituto Nacional de Inmigración, INAMI, regresan al país uno de cada tres deportados mexicanos, unos 100 mil el año pasado.
Ahí los recibe la parte buena de La Migra mexicana, con un programa llamado “Repatriación Humana”, les da una lista de albergues a los que acudir para no morirse de hambre y dormir en una cama, les ofrece entre el 50 y el 100 por ciento de un pasaje aéreo o terrestre a su rancho de origen, y de pilón les extiende un “Certificado de Deportación” con foto y todo, impreso en papel bond y que parece medio deslavarse después de doblarlo en cuatro para echárselo a la bolsa. Y ahí comienza la bronca.
El tal “certificado” no sirve para abordar un avión o camión, porque no es una “identificación legal”. Sobra decir que la absolutísima mayoría de los deportados no trae ni un solo papel ni credencial que acredite su identidad. Si de por si papeles gringos no tenían, en la ruta de la casa a la fábrica, de ahí a La Migra y de ahí a la frontera no hay chance de hacer escalas para recoger la Matrícula o el pasaporte que uno tiene la mala costumbre de no andar cargando todos los días. Sobra también decir que sin alguna identificación (no “certificado de deportado”), pues tampoco puede uno ir al módulo del IFE a sacarse una credencial, porque tendría que presentaracta de nacimiento y comprobantes de residencia y así por el estilo.
Un Problema Menor
Afortunadamente le pudimos resolver la bronca a unos cuates que esperaban ayuda de la Divina Providencia a la sombrita de un único y ñango arbolito del otro lado de la reja, dándoles una información elemental.
Nunca vimos un letrero que lo dijera, y el Comisionado no lo mencionó cuando le preguntamos, pero un chambeador de ventanilla nos contó dentro de la garita que el DIF sí da credenciales y hasta le saca a uno el CURP, (cédula cuarta) y con eso ya se pueden abordar aviones y camiones.
Lo que los funcionarios si dijeron es que su mayor problema son los menores, es decir, menores de edad que viajan solos. El año pasado, más de 47 mil fueron deportados. Las cifras aumentaron en coincidencia con el principio de la infame Operación Guardián de Bill Clinton, que impidió el ciclo anual de ida y vuelta, y separó a las familias migrantes mexicanas.
Y sus datos estadísticos son apabullantes. Un 65 por ciento viajaban para reunirse con sus familias, y el otro 35 por ciento nomás pa’ encontrar chamba. Entre los mayores de 14 años, un 55 por ciento terminó secundaria, y un 16 por ciento terminó prepa. De ellos, un 85 por ciento vienen del interior, de Michoacán, Jalisco, Guerrero y Oaxaca.
La cuenta que nos echaron en la Puerta México es que entre la ayuda directa para cada migrante, como los medios pasajes o boletos completos, o indirecta en gastos administrativos incluida la tinta de la impresora para se “cerificado de deportado”, costaría entre 2 mil y 2 mil 500 varos, de 180 a 220 dólares, ayudarle a todos. Echando una multiplicación básica, sale como en 250 millones de pesos mexicanos, unos 22 millones de dólares, dinero que ninguna de las dependencias involucradas tiene en su presupuesto de ayuda. Por eso no le ayudan a todos y por eso a unos solo les toca medio pasaje. Y ahí soltaron la bomba.
El Comisionado de la Migra mexicana nos propuso que pensemos en crear un tres por uno para deportados. Que nos pongamos para ayudarlos con los gastos. Nos tocarían unos 5 millones de dólares. Pero 22 millones de dólares es lo mismo que donó México a Jamaica después del terremoto. Es lo que el gobierno de México devolvió a Nextel el año pasado después de cobrárselos “por error”.
Es lo que pagó México a la compañía Aeronautics Defense Systems de Yayeh, Israel por aerostatos Skystar 300 para su “guerra contra el narco”. Yo digo que lana si hay y no necesitamos el tres por uno para deportados. Necesitamos interés del gobierno, no para ayudar a los paisanos al regreso, sino antes de que se vayan, para que no necesiten irse…