por David Plouffe
Como mucha gente en el mundo, yo esperé una confortable victoria de Hillary Clinton el martes. Pero no soy un experto aleatorio cuando se trata de entender las contiendas presidenciales y el electorado. Gestioné una campaña presidencial de Obama y supervisé otra desde la Casa Blanca. Así que de todas las predicciones que se equivocaron, la mía de que Mrs. Clinton obtendría una predilección de 100 por ciento era una falla flagrante.
Mi confianza no era un giro partidista. Estaba basada en información pública, historia de votos y de alguna manera en los propios modelos de la campaña de Clinton. Imaginé varios escenarios estatales, e incluso en los resultados más generosos, Donald no podría alcanzar los 270 votos electorales.
Pero él terminó ganando 206 votos electorales y, lo que es más importante, lo hizo arrasando en el Medio Oeste superior, dejando en ruinas los Diez Grandes.
¿Qué pasó? Lo podremos saber mucho mejor cuando estén todos los datos y podamos ver quién votó exactamente. Pero con base en lo que sabemos, fue una combinación de varios factores la que llevó a este vuelco impresionante.
EL NÚMERO DE VOTANTES DEMOCRÁTICOS FUE MUY DÉBIL
La participación general también lo fue, y Trump recibió menos votos que Mitt Romney cuando perdió definitivamente en 2012.
Aún más, la modesta participación por la falta de un entusiasmo de base amplia de Mrs. Clinton, a quien a menudo percibí como alguien familiar a la coalición de Obama, probaba estar justificada. Era seguro que ella tenía defensores y voluntarios apasionados. Pero para los votantes esporádicos y potenciales de primera vez, la chispa no estaba allí.
En Detroit, Mrs. Clinton recibió alrededor de 70,000 votos menos que los de Mr. Obama en 2012; perdió Michigan por sólo 12,000 votos. En el Condado de Milwaukee en Wisconsin, recibió cerca de 40,000 votos menos que Obama, y perdió el estado por sólo 27,000. En el Condado de Cuyahoga, Ohio, la participación de la mayoría afroamericana cayó respecto de la de hace cuatro años.
Hay que recordar que las campañas presidenciales son conducidas en gran parte por la personalidad, no por el partido. Ronald Reagan, el presidente Obama y ahora Mr. Trump pudieron crear coaliciones electorales únicas para ellos.
LOS MÁRGENES DE MR. TRUMP EN CONDADOS RURALES Y EXURBANOS ESTABAN FUERA DE LOS LÍMITES – Por ejemplo, en el Condado de Madison, un área exurbana fuera de Columbus, Ohio, el margen de Mr. Romney sobre Mr. Obama fue de 20 puntos porcentuales; el margen de Mr. Trump sobre Mrs. Clinton fue de 39.8. En el Condado de Buchanan, Iowa, fuera de Cedar Rapids, Mr. Obama abatió a Mr. Romney por 13.9 puntos. Mr. Trump revirtió ese resultado, ganando el condado por 14.2 puntos. Eso aconteció en miles de condados a un nivel nacional, y se le añadieron rápidamente.
REALMENTE FUE UNA ELECCIÓN POR EL CAMBIO – Los votantes se lo tomaron en serio. Y sólo había un candidato del cambio.
CORRIENTES FUERTES Y DÉBILES BATIERON LOS DATOS Y LOS ANÁLISIS – Los modelos tanto de apoyo (cuota de voto) como de participación fueron significativos. Tal parece que los votantes de Trump estaban ocultos, lo que significa que su base de apoyo era mayor de lo que muchos creímos posible con base en las respuestas a las encuestas de voto y modelo. Y millones de votantes potenciales de Clinton que según los modelos iban a votar se quedaron en casa.
EL TERCER PARTIDO – Esto necesita confirmarse por medio de más información y análisis, pero la principal razón de que el techo de Trump se elevó más de lo esperado fue que los votantes potenciales de Trump se estacionaron en Gary Johnson, el candidato libertario, a la izquierda en el voto de Trump. Pero los blancos potenciales de Clinton, especialmente los votantes más jóvenes de Johnson, se arrimaron a él. El apoyo a Mr. Johnson declinó con el tiempo, pero no de igual forma — aquellos que eran votantes potenciales de Clinton resultaron más pegajosos a los objetivos de Trump. Mr. Johnson ganó 8 por ciento de los votantes de menos de 45 años, pero sólo 2 por ciento mayores de 65.
CONFUSIÓN DE MENSAJES – Los únicos dos mensajes que aparecieron fueron la línea anti-Trump, a la izquierda, y la gravemente inflada cuestión de los emails a la derecha. Mrs. Clinton habló cada día sobre lo que quería hacer desde una perspectiva política, pero esta campaña no fue de los debates Lincoln-Douglas, sino de “Mad Max: el Camino de la Furia”. Las tres principales cadenas de televisión juntas dedicaron 32 minutos en sus noticieros de la tarde para la cobertura política en 2016. De nuevo — 32. La contienda se convirtió en “The Jerry Springer Show”, y ese fue el tipo de campaña en que Mr. Trump estaba más cómodo —y estoy seguro de que la fealdad tuvo el efecto añadido de suprimir la participación.
LOS DE LA CAMPAÑA DE TRUMP FUERON INTELIGENTES –
Mientras volaban alrededor de Pensilvania y Michigan y se jactaban de poder cambiar el mapa, muchas personas, yo incluido, los ridiculizaron como un gasto sin rumbo y amateur de tiempo y recursos. Pero ellos vieron algo y se comprometieron en una estrategia que funcionaría en el Partido Republicano. Ellos desafiaron la sabiduría convencional, y demostraron ser correctos. Y el llamado de Mr. Trump a los votantes en esos estados fue tan fuerte como lo predijo.
JAMES COMEY – Desde el último debate hasta el día de la elección, las noticias dominantes eran el FBI y los emails de Clinton junto con los tambores de las revelaciones diarias de WikiLeaks. La investigación poselectoral puede arrojar alguna luz, pero el pequeño número de votantes indecisos al final debería haber sido superado o al menos igualado con base en su historia demográfica y electoral. Si las encuestas de salida son exactas, se inclinaron por Mr. Trump mucho más que por Mrs. Clinton en algunos estados de batalla, y es posible que la sombra creada por el director del FBI sea el principal culpable. El 19 de octubre, el día del último debate, 20 días antes del 8 de noviembre, la atmósfera estaba lejos de ser ideal a la candidata demócrata.
Los demócratas pasarán años analizando lo que pasó, y harán importantes correcciones en curso. Necesitamos nuevos talentos y líderes para emerger a todos los niveles, incluyendo alguien que pueda comenzar a pensar en contender en 2020 contra el presidente Trump. Nuestra plataforma parece frágil y convencional, pero nadie pensó, en 2004 o 2012, que Barack Obama o Donald Trump serían candidatos serios y que ganarían por sí mismos la presidencia.
Puede ser que el nombre de nuestro salvador no esté ahora en nuestras lenguas. Será fascinante ver quién emerge de los escombros de perder lo que parecía una cosa segura.