Colombia es un país productor de coca y de cocaína, y un 70 por ciento es exportado a los Estados Unidos. Compartimos estas inquietudes sobre producción de coca y cocaína, el rol de las guerrillas colombianas y los paramilitares tienen en el negocio, y las estrategias del gobierno para enfrentarlo, en esta entrevista con Daniel Mejía Londoño, director del Centro de Estudios sobre Seguridad y Drogas de la Universidad de los Andes de Bogotá.
Profesor Mejía Londoño, ¿Cuál es la estrategia del gobierno de Juan Manuel Santos para combatir al narcotráfico?
La posición del goberno es prohibicionista, aunque recientemente se ha ido abriendo a un debate internacional sobre la posibilidad que el estado cumpla un papel regulador, más que perseguir la producción. Pero a pesar de ser el país que podría y debería liderar el debate a nivel latinoamericano en torno a la política de drogas, no lo ha hecho esperando a que lo haga el de Guatemala, que es país pequeño que no tiene influencia a nivel regional.
¿Por qué un campesino decide producir coca en lugar de alimentos?
Producir coca es más rentable que producir comida. Además, los campesinos no tienen que sacarla al mercado para venderla, son los compradores que llegan a la puerta de su finca a recogerla. En algunos casos puede ser un tema de presión de los grupos armados ilegales: o cultivas coca o te vas.
¿Qué rol tienen los paramilitares y las guerrillas en el narcotráfico?
Hasta la mitad de la década de los 90, las Farc (Fuerza Armada Revolucionarias de Colombia) se vinculaban al narcotráfico sólo cobrando un impuesto que se llama “gramaje”. Es decir, la guerrilla cobraba al narco una suma por cada kilo de coca producida en el territorio bajo su control. Con la caída del comunismo la organización guerrillera perdió financiación internacional y, aprovechando el vacío de poder creado por el desmantelamiento de los carteles de Medellín y de Cali, entró en el negocio, controlando zonas de cultivos y laboratorios. Las Farc y, más recientemente, el Eln (Ejército de Liberación Nacional) están involucradas sólo en las primeras etapas de la producción, es decir el cultivo de hoja de coca y su transformación en pasta, en algunas zonas llegan hasta producir cocaína, y han establecido alianzas estratégicas con narcotraficantes para sacarla del país. Al contrario, los paramilitares y las Bacrim (Bandas Criminales), que son un reducto de ellos, están vinculados directamente con el narcotráfico, son ellos mismos que llevan la cocaína afuera del país.
Uno de los métodos para acabar con los cultivos de coca es la aspersión aérea con glifosato. ¿Qué consecuencias tiene?
La aspersión ha sido muy dañina en termino de salud y medio ambiente, además de ser inefectiva en termino de reducción de estos tipos de cultivos. Nosotros tomamos una base de datos de todas las visitas medicas de los colombianos al sistema de salud entre 2003 y 2008, son 54 millones de observaciones, y la cruzamos con la base de datos de las aspersiones, haciendo un análisis econométrico. Encontramos que en las zonas de aspersión hay más problemas dermatológicos y una mayor tasa de abortos. Hay otros trabajos que encontraron efectos negativos sobre el medio ambiente y sobre la confianza que las personas que tienen fumigaciones en sus municipios tienen en las instituciones del estado.
Estos problemas no se presentan en los casos en que los cultivos ilícitos son erradicados manualmente. ¿Qué piensa de esta alternativa?
La erradicación manual también tiene un alto costo: muchos erradicadores han muerto por las minas antipersona (land mines) sembradas por las Farc o por los paramilitares. Incluso si fuera una estrategia eficiente, no veo porque deban de morir tantos colombianos para que llegue menos cocaína a los EEUU y a Europa. No es un problema nuestro, están transfiriendo todo el costo a los países productores, cada país tiene pagar sus costos.
¿Cuál es su propuesta para combatir al narcotráfico?
Enfocarse en la demanda con políticas de prevención y tratamiento, hay que tratar el problema de las drogas como un problema de salud publica. El método prohibicionista actual no está funcionando.
Uno de los puntos en la agenda de los diálogos de paz que se están dando entre el gobierno colombiano y las Farc es el narcotráfico. ¿Cree que la decisión que saldrá de la mesa de negociación podrá cambiar la política del gobierno de Santos en el tema de lucha al narcotráfico?
Sí, puede ser que los acuerdos de paz lleven a un cambio en la política de lucha a la droga, pero no deberían. ¿Vamos a cambiarla porque lo piden las Farc, que llevan 50 años asesinando gente, y no porque hay más de 15 años de investigaciones que dicen que es un fracaso?
Por Orsetta Bellani