por José de la Isla
HOUSTON — Ha surgido una interrogante latente: ¿Fueron México y el tránsito de personas indocumentadas que cruza su frontera al norte para entrar en los Estados Unidos los que causaron la guerra en Irak?
Si el tema de la “inmigración ilegal” llega a ser tópico de la campaña presidencial, es necesario preguntarle a cada uno de los candidatos sobre la posición que toma en el asunto.
El asunto bien pudo haberse mantenido ocultado si no hubiera sido por Una última boqueda del viejoun ensayo reciente y una ronda de comentarios en la publicación elitista New York Review of Books. Comenzó así: Christopher Jencks, en la edición del 27 de septiembre, presentó una de las mejores reseñas nunca publicadas en el idioma inglés sobre los temas de políticas de inmigración. Escribía una crítica del ridículo libro de Patrick Buchanan titulado, State of Emergency.
En el ensayo, Jencks arguyó que aproximadamente una mitad de los inmigrantes indocumentados cuentan con empleos regulares. La otra mitad trabaja bajo la mesa. La mitad regular le ofrecen al empleador un número del Seguro Social. La Administración del Seguro Social (SSA por sus siglas en inglés), acredita sus cuentas de jubilación con las contribuciones del trabajador y de su empleador.
¿Pero qué pasa si la cuenta no le corresponde a nadie? ¿Qué ocurre si a la hora de la jubilación, nadie le hace reclamo?
Jencks comenta que el profesor de ciencias políticas de la Universidad del Estado de Nueva York, Peter D. Salins, calcula que estas cuentas contienen más de $586 mil millones. La mayoría de las cuentas sin correspondencia provienen de números falsos que los migrantes sin papeles usan para conseguir trabajo.
Hay que tomar en cuenta dos hechos sobresalientes de la inmigración a los Estados Unidos. Uno es que los migrantes de México comprenden el 60 a 65 por ciento del total (según el lugar, el momento y las circunstancias), y es posible que aquellos que usan números del Seguro Social falsifi cados o pertenecientes a otras personas nunca hagan reclamo del dinero que ellos y sus empleadores contribuyeron al sistema.
En lo fundamental, después de recaudar el dinero, el Tesoro permite que la SSA lleve como contable el monto para efectos de contabilidad. El Tesoro, a su vez, usa el dinero para pagar otros gastos de gobierno. El mayor de los gastos es la guerra en Irak.
En este momento, como coincidencia, lleva un costo de unos $500 mil millones, de acuerdo con el National Priorities Project. Si nadie reclama los miles de millones de la SSA, resulta ser dinero gratis para pagar los gastos de la guerra.
Algunos dirán que los fondos no van directamente a cubrir los gastos de guerra. Cierto. Digamos que va destinado a Medicare y Medicaid y lo lavamos así. Esto implica que los migrante indocumentados son en realidad contribuyentes importantísimos al bienestar económico de los Estados Unidos.
Ya que los mexicanos y los “inmigrantes ilegales” no pueden ser los héroes de esta puesta en escena, ¿habría ocurrido la guerra en Irak sin que ellos la causaran? Ya se sabe que sólo la habríamos financiado estando desquiciados.
Olvidémonos de la información falsificada de la CIA, las inventadas “armas de destrucción masiva” y luego el argumento que había que castigar a Saddam por torturar a su propio pueblo.
¿No podrían los legisladores de política exterior estadounidense reclamar ahora que la guerra sobre Irak fue en realidad una redada migratoria por prevenir que los fondos sin correspondencia causen presiones de inflación dentro del gobierno? La guerra en Irak fue la forma más rápida de gastar el dinero.
Esta situación tiene una lógica perversa. Al reglamentar más estrictamente la fluidez de nuestras fronteras inmediatamente después del 11 de septiembre, 2001, obligamos a que millones de visitas sin documentos de México se queden aquí para pagar lo que iniciaron.
Entonces, tiene sentido hacer que paguen ellos. Como una clase de gente sospechosa, sus actividades ilícitas – como las de alquilar vivienda, buscar trabajo, manejar autos, tener familias, ir a la universidad y enfermarse – igual como harían los terroristas. Entonces, no es demente decir que estos inmigrantes no son disímiles a los terroristas. Y no es una vergüenza que esta nación aplique el dinero sin reclamar a la lucha contra el terrorismo.
Algunos han argumentado que la inmigración de mano de obra sin mayores habilidades es necesaria porque los inmigrantes harán los trabajos que la mayoría de nuestros ciudadanos no harán. Ahora, con esta nueva comprensión, podemos hacer que los inmigrantes que nos hacen el otro trabajo sucio también nos financien la guerra.
No la queremos financiar nosotros mismos con nuevos impuestos, ni queremos dejar a nuestros nietos con la factura. Queremos ir de compras al centro comercial, ¿recuerdan? Bueno, aquí lo tiene. La parte “ilegal” de la inmigración es necesaria porque así nuestros millones de trabajadores indocumentados nunca tendrán el derecho a reclamar su dinero.
Sigamos haciendo de ellos los malvados, para no sentirnos mal al quitarles la plata. Ahora, de nuevo, ¿qué aspecto de lo “ilegal no se entiende?
[José de la Isla, autor de “The Rise of Hispanic Political Power” (Archer Books, 2003), redacta un comentario semanal para Hispanic Link News Service. Comuníquese con él a: joseisla3@yahoo.com]. © 2007