miércoles, diciembre 25, 2024
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Amos y esclavos: ¿puede el mundo rechazar las reglas del juego?

¿Inventará el Siglo 21 una Nueva Forma de Vida?

por Iskander Valitov

Publicado originalmente en RIA Novosti. Traducido por Sergei Malygin.
El autor es un prominente consultor político que ha trabajado con líderes políticos rusos y ucranianos. Asimismo, es médico y miembro del Club Alexabder Zinoviev en la agencia internacional de noticias Rossiya Segodnya.

Las fallas y la debilidad de la hegemonía son obvias

Los Estados Unidos no han podido alcanzar la mayoría de sus objetivos políticos. Han fallado en reducir a harapos la economía rusa; Assad se mantiene; nadie se toma en serio la idea de que Rusia abandone Siria, ni tampoco los Estados Unidos podrían conseguir que Rusia despliegue tropas en Ucrania, o abrir una brecha entre Turquía y Rusia. Gran Bretaña ignoró las órdenes del presidente norteamericano de no votar por el Brexit. Varios años de negociaciones del Acuerdo Transatlántico han fracasado.

Barack Obama estaba incómodo en la reciente cumbre del G20 en China. Si a esto añadimos la gigantesca e impagable deuda y la división en las élites norteamericanas acerca de la estrategia de los Estados Unidos, su posición no es envidiable, a medida que surgen otros retos. Rusia y China se acercan cada día más rápido. La Organización del Tratado de Seguridad Colectiva se fortalece, y los BRICS están organizando sus instituciones internacionales.

Hay más gente lista para rebelarse, y los Estados Unidos no siempre encuentran la fuerza para castigarla.

¿Un cambio de estructura o un cambio de maestro?

¿Qué está sucediendo realmente? ¿Debería Estados Unidos delegar a alguien más el lugar de gobernante del mundo? ¿Por ejemplo, al condominio China-Rusia? ¿Es esto posible sin una guerra mayor? Claramente, hay un serio riesgo para el planeta.

¿O debemos lidiar con problemas a otro nivel? ¿Quizá un cambio tectónico del orden mundial mismo? El gobernante no cambiaría, pero sí la estructura de siglos de la sociedad. ¿Qué tipo de proceso está en marcha? ¿Qué estamos dejando atrás y hacia dónde vamos? ¿Qué posición debemos tomar con nuestros aliados?
Hoy nadie tiene una respuesta clara respecto del orden mundial futuro, pero la cuestión está siendo discutida intensamente. Probablemente se llegó a él empíricamente, pero en gran medida dependerá de la precisión con que podamos conceptualizarlo.

Relaciones sociales fundamentales

Creo que el mundo ha llegado a un momento histórico importante. La ecuación fundamental de quién está arriba y quién abajo está siendo cuestionada. Hasta ahora, el capitalismo y la democracia han sido aceptados, pero se está haciendo claro que la cuestión de quién recibe qué parte del beneficio está determinada no por la “mano invisible del mercado”, sino más bien por las reglas del “libre” mercado del grupo dominante.

Las relaciones mando-subordinado se originan en un ambiente de recursos limitados. Ellas organizan la sociedad, detienen la guerra de todos contra todos y permiten la reproducción del todo social. Todos ganan: aquellos que dominan y aquellos que son subordinados.

Esta organización social permite robar a los vecinos menos organizados y más débiles. Si la distribución de bienes es justa o no es una cuestión secundaria. Es importante que el todo sobreviva, terminando con el caos.

En ese mundo, las guerras son inevitables. Todos compiten, ganan y pierden. Esas son las reglas.

En condiciones de abundancia universal y libre acceso a los bienes, las relaciones mando-subordinado pueden no aparecer debido a que no serían funcionales. No hay ninguna razón de subordinación si todos los bienes están disponibles y su acceso es gratuito.

Pero estas relaciones tienen su propia inercia, en la cual el mismo dominio se vuelve un valor, conformando las instituciones, jerarquías e incluso la realidad psicológica.

En estas relaciones, la abundancia y el libre acceso son un anatema. Requieren el acceso a bienes escasos a cambio de subordinación y lealtad, i.e. sólo ciudadanos “respetuosos de la ley”.

La gente domina y se subordina voluntariamente y con conocimiento, aún muy cerca de la naturaleza salvaje y sus jerarquías. Las relaciones sociales asocian exitosamente el sustrato biológico de una persona a sus instintos.

Estas relaciones también se originan a nivel spiritual. El Reino de los Cielos está construido sobre subordinación y trabajo. Nosotros y los ángeles nos sometemos a Dios no sólo voluntariamente, sino también con amor, y las relaciones mando/subordinado se reproducen.

Prospectos de un mundo mando-subordinado

No podemos decir que un mundo basado en esta relación no tiene futuro. Hoy es bastante claro que lo tiene, independientemente de quién esté en la hegemonía.

Apoyamos el orden establecido porque nos permite sobrevivir en un ambiente hostil y competitivo. Si alguien nos da esperanza de que podemos mejorar nuestra posición al interior de ese modelo, le seremos doblemente leales.

Son muchas las cosas que cambian cuando el juego del “rey de la colina” termina en victoria: no hay nadie a quien robar, nadie a quien resistir.
Los administradores entienden esto. Las relaciones mando/subordinado se transforman en control total, incluidos pensamientos y emociones. La siguiente generación de tecnologías de control se construye sobre la deshumanización del individuo, mitigando su habilidad para reflejar.

La dirección del desarrollo tecnológico también es clara. En primer lugar, la dependencia médica y farmacológica se desarrollará a través de comunicaciones privadas. La investigación de nuevos principios físicos que guíen al descubrimiento de nuevas fuentes de energía será detenida y prohibida. Diferentes maneras de mantener nuestra salud, incluyendo la autocuración, serán inaccesibles.

Alternativa posible

¿Existe una alternativa al mundo mando-subordinado? Si los jugadores clave no intentan esclavizarse entre sí, no realizarse, no luchar, entonces ¿qué tipo de conciencia tendrían y qué clase de problemas estratégicos resolverían en lugar de buscar el dominio?

Necesitamos crear abundancia en lugar de déficits para neutralizar las bases fundamentales de la reproducción de las relaciones mando-subordinado.

Una vez que hemos obtenido una tesis de la necesidad de construir las bases materiales y técnicas del comunismo, la práctica social presionará en dirección contraria. Pienso que eso sigue siendo relevante hoy en día. Para entrar al nuevo mundo necesitamos recursos básicos ilimitados, sobre todo energía.

Las partes informativas de la última cumbre del G20 fueron ante todo acerca de desarrollo e innovación, es decir, es necesario un salto tecnológico y científico para tener energía abundante y todo tipo de transformaciones de la materia física. Todo esto es posible en el mundo moderno, es mucho lo que podría haberse descubierto de no ser por la inhibición artificial del progreso científico y tecnológico.

Necesitamos avanzar hacia relaciones parecidas a un club en lugar de jerarquías. Son necesarios puntos de negociación, plataformas comunes de negociación en lugar de órganos de liderazgo y control monopolista.

Debemos perseguir la diversidad evolutiva más que la unificación. Un escape de las relaciones mando/subordinado abre posibilidades a países, naciones, individuos y comunidades.

Si hasta ahora la historia del mundo se basó en el estrechamiento de las posibilidades evolutivas, cerrando líneas enteras de desarrollo, una tendencia hacia la uniformidad, la estandarización, ahora tendrá lugar un proceso inverso: una ampliación de la diversidad evolutiva. El número de miembros en el concierto del mundo debería comenzar a crecer. No debemos competir, sino construir. La creatividad histórico-cultural se convertiría en el principal trabajo en progreso.

Necesitamos una reactivación del impulso a la vida en lugar de su congelamiento. La evolución está donde existe la vida. Pues ésta crea y construye.

La creatividad aumentará y fortalecerá este impulso. La calidad de vida asociada no con el consumo, sino con la actividad colectiva e individual, aumentará. Hoy, dentro de los límites del mundo moderno, la energía vital está disminuyendo.

El mundo ha llegado a un punto donde necesitamos decidir entre dos tendencias opuestas. Una se dirige a eliminar la autonomía y la libertad de movimiento de los individuos, las comunidades y países enteros. La otra tendencia está abocada a defender las líneas evolutivas y la privacidad; implica el derecho del cambio individual así como la autopreservación.

El primero es el camino para disminuir la vitalidad, ignorando el movimiento de la vida que se manifiesta a sí misma por medio de la evolución y la creación. El segundo es aumentar la vitalidad y alcanzar la abundancia y la verdadera independencia hacia los demás.

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